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Roma
Miércoles, 2 de mayo 2018, 19:34
«Todo el mundo merece una segunda oportunidad, sobre todo ante una situación como esta». Tras mantener largar reuniones con el Papa desde el pasado viernes en el Vaticano, las tres víctimas del sacerdote pederasta chileno Fernando Karadima han decidido dar un voto de confianza ... a Francisco. Perdonan que apoyara inicialmente al obispo Juan Barros, al que acusan de encubrimiento, pero le exigen ahora «acciones ejemplares y ejemplificadoras» para pasar de las «palabras cariñosas» que han recibido estos días en Roma a los hechos. «De no ser así, todo esto será letra muerta», advirtieron en una declaración Juan Carlos Cruz, James Hamilton y José Andrés Murillo durante su comparecencia hoy en la sede de la Asociación de la Prensa Extranjera en Italia.
Cuando visitó Chile el pasado mes de enero, los tres fueron acusados por Jorge Mario Bergoglio de decir «calumnias» en contra de Barros. A su regreso a Roma, el Pontífice reculó y envió a dos especialistas del Vaticano a Chile para que investigaran el caso. Tras leer su detallado informe, escribió una impactante carta a los obispos del país austral en la que pedía perdón por su actitud, que achacó a la mala información recibida, e invitó al Vaticano tanto a las víctimas de Karadima como a los miembros de la Conferencia Episcopal Chilena (CECH). A estos últimos se les espera en la Santa Sede en las próximas semanas,
«Ahora el Papa está de verdad bien informado. Para nosotros es tiempo de mirar adelante y esperar. Tenemos esperanza, pero queremos tener esperanza conectada con la realidad», señaló Hamilton, advirtiendo de que si no ven «ningún cambio» por parte de la jerarquía eclesiástica, continuarán su lucha «contra todos los abusos en el mundo, no sólo los cometidos por sacerdotes». Si, en cambio, perciben que la jerarquía eclesiástica da señales de que pretende acabar de una vez con los abusos sexuales y el encubrimiento de los mismos, «aquí estaremos para ayudar en lo que se necesite».
Cruz, Hamilton y Murillo aseguraron que no le habían dicho al Papa qué medidas concretas espera que adopte para revertir la difícil situación que afronta la Iglesia frente al problema de los abusos, que consideraron una «epidemia». Confesaron eso sí que Bergoglio tiene «muy claro» lo que hay que hacer, deseando que «no le tiemble la mano» con quienes ocultan los casos de pederastia.
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