Cambiar el modelo de generar energía resulta esencial para reducir el calentamiento del planeta producido por a los gases de efecto invernadero. Para lograrlo se debe evitar la liberación de CO2, hasta llegar a lo que se conoce como la economía de «cero emisiones». Decirlo, ... e incluso pactar resoluciones generales para lograrlo en el marco de las Naciones Unidas, ha sido más sencillo que llegar a medidas concretas, y luego aplicarlas. Un estudio internacional realizado por el Instituto Potsdam para la Investigación del Impacto Climático ha analizado los beneficios y las desventajas de las medidas para lograr la «descarbonización» del sector eléctrico, que ahora están sobre la mesa.
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Siempre con el objetivo de llegar a las metas medioambientales en 2050, el primer modelo se centra en sustituir las energías fósiles por la solar y la eólica. La segunda sería continuar con una generación de emisiones similar a la actual, pero combinado con un sistema de captura y almacenamiento de carbono. La tercera idea es una cartera energética de tecnología mixta, lo que incluye la «bioenergía». En cualquiera de los tres escenarios, se requerirá más uso del suelo para la producción de energía, sobre todo en la tercera opción.
En todos los casos gana la sustitución de los fósiles por la energía eólica y solar. «Al observar el panorama general, desde las emisiones directas de las instalaciones de energía, hasta la extracción de minerales y combustibles para su construcción y operación, incluyendo los terrenos necesarios para la infraestructura de suministro de energía, encontramos que la mejor apuesta para las personas y el medio ambiente es confiar principalmente en la energía eólica y solar», sentencia Gunnar Luderer, autor del informe e investigador del Instituto Potsdam.
Hay, sin embargo, un punto en contra de la transformación energética, advertido por los investigadores en su artículo publicado en 'Nature': «pasar de una industria de hidrocarburos a otra exigirá más recursos del suelo». Esto choca con la necesidad aumentar la producción de alimentos para saciar a la población mundial, que también aumenta.
La decisión tendrá que tomar en cuenta todas estas variables para elegir la tecnología del futuro. Por ejemplo, «para generar un kilovatio hora de electricidad por medio de bioenergía se necesita cien veces más suelo que para los paneles solares», explica Alexander Popp, jefe del grupo de Gestión del Uso de la Tierra del Instituto Potsdam. «Como es un recurso finito y frente a la creciente población mundial que multiplica la necesidad de producir alimentos, la presión sobre el territorio aumentará. Nuestro análisis ayuda a conocer de la magnitud de los requerimientos de cada forma de generación eléctrica».
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