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Un magnate norteamericano de la industria digital completó los formularios necesarios para obtener una línea crediticia con la Apple Card, la tarjeta de crédito de la firma tecnológica, y cuando él y su esposa, que había hecho la misma operación, compararon sus respectivos límites de ... crédito se indignaron. La firma de inversión Goldman Sachs, que administra el producto financiero, le había dado veinte veces más crédito a él que a ella, a pesar de declarar impuestos de forma conjunta, vivir en la misma propiedad y estar casados desde «hace mucho». Entonces él denunció que este nuevo dinero plástico era «sexista».
Mientras él tuiteaba, ella habló con los responsables de la tarjeta. «Dos personas muy amables», contaría luego David Heinemeier Hansson, que «juraron que no discriminaban» y argumentaron que la culpa era de los algoritmos. «Me cago en... ¡no es sólo el algoritmo!», rebatió él. Poco después, uno de los fundadores de Apple, Steve Wozniak, le respondió: «Lo mismo nos pasó a nosotros». En su caso, la diferencia entre cónyuges era de diez veces más a favor del varón.
Aunque Apple Card, que lleva cuatro meses de funcionamiento, amplió el crédito de la mujer después de ver la que se había armado, el caso ya había llegado a oídos del Departamento de Servicios Financieros (DFS, por sus siglas en inglés) de Nueva York, instancia que anunció la apertura de una investigación. En ese estado, cualquier discriminación, aunque no sea intencional, viola la ley y el ente regulador norteamericano «garantiza que todos los consumidores tengan igualdad de trato, sea cual sea su sexo». Cualquier sesgo viola la ley, advirtió la DFS.
Entretanto, Goldman Sachs aseguró que el único baremo de la «tarjeta de crédito más exitosa de la historia», como la llamaron sus creadores, es la «solvencia crediticia» y no «el género, la raza, la edad o la orientación sexual». No obstante, el uso de algoritmos se ha identificado ya como un factor discriminatorio en Estados Unidos, y en el sector de las pólizas de seguros se ha determinado que los perjudicados son los afroamericanos. El caso más relevante sucedió en Luisiana, donde un tribunal falló en marzo de este año, después de cinco años de litigio, contra la firma United Health por «denegación injusta de cobertura» de unas 50.000 personas.
Durante la discusión suscitada en redes, Heinemeier identificó que «muchos» de sus seguidores se niegan a reconocer que el sexismo de Apple Card es estructural. «Los hombres dicen: Tal vez ella no sonrió lo suficiente cuando pidió el crédito o tal vez ella cumplimentó mal la solicitud», acusó. Después de una larga controversia, Heinemeier finalizó: «para ser justos, este (algoritmo) es una versión aún más atroz del mismo tema. Se supone que el algoritmo siempre es justo y correcto, así que su veredicto es un reflejo de los fallos y pecados (de quien lo programa)». Y auguró que, como el discriminador es un «algoritmo patentado», no valdrá oponer ningún «recurso». Algo que puede valer para los usuarios que aceptan las condiciones sin leerlas, pero no para el ente regulador de los servicios financieros de Nueva York.
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