María García Yelo conoce al dedillo los entresijos del arte y su mercado, lo cual tiene mucho mérito. Las razones de por qué Jean-Michel Basquiat y Banksy rompen todos los récords en las pujas son explicables por la ley de la oferta y la ... demanda, pero subyacen motivos que siguen siendo todo un arcano. A sus 44 años, García Yelo vive del arte y se desvive por él, aunque en un extraño ejercicio de sinceridad confiesa que es algo placentero y hermoso, sí, pero «intrínsecamente inútil». Ha pasado por el Museo Esteban Vicente, de Segovia; ha sido subdirectora del Reina Sofía, responsable de PHotoEspaña y ahora ejerce de delegada de la sala de subastas Christie's en España.
6.30 horas. Me levanto muy temprano. Tengo cuatro niños y soy la primera en prepararse. Nos ponemos en marcha, unos van al instituto y otros al colegio, que está aquí al lado, muy cerca del número 110 de la calle Serrano, donde está nuestra oficina.
9.15 horas. Me pongo a trabajar. Somos una compañía muy grande que está presente en 85 países. En España no se hacen subastas, pero trabajamos para aquellos coleccionistas que residen aquí y desean obtener una valoración de sus colecciones y piezas artísticas con miras a hacer una eventual venta. Somos tres compañeras: Adriana Marín (pintura antigua y siglo XIX), Beatriz Ordovás (arte de posguerra y contemporáneo) y yo, que además de delegada de Christie's en España, soy especialista en arte impresionista y moderno. Vamos a ver las obras al natural, nos las enseñan y compartimos la información recopilada con compañeros de otras sedes. Los especialistas hacen estimaciones de mercado al día de hoy, no solo de arte, también de joyas, vinos, libros, muebles y otras muestras de artes decorativas.
21.30 horas. Si puedo, me suelo acostar temprano, a las nueve y media. Necesito dormir mucho. Como no tengo televisión en casa, me informo leyendo la prensa por la noche, con retraso.
14.00 horas. Como un buen sándwich - no de cualquier cosa- y sigo trabajando. Puedo no comer, pero no puedo comer mal. Prefiero no probar bocado a consumir un sándwich de una máquina expendedora.
16.30 horas. Cuando paseo por la calle, me fijo en los grafitis. Puede parecer una cursilería o una 'boutade', pero reconozco que soy demasiado sensible a lo que me resulta estéticamente agresivo, cosa que también me ocurre con los olores. No puedo estar en lugares excesivamente perfumados o en restaurantes y bares que huelen mucho a comida. En cambio me gusta el olor de una cerilla encendida -una sensación que me retrotrae a la infancia, cuando existían cocinas de gas-, y adoro el aroma del césped recién cortado.
20.00 horas. Antes del confinamiento no tenía arte en casa. Las paredes eran paredes totalmente blancas porque me saturaban mucho las imágenes después de estar todo el día viendo cosas. Quería el mayor silencio visual posible. Soy así, monacal. Pero vino la reclusión y pasé mucho tiempo, las 24 horas de los siete días de la semana en casa, y de repente me empezó a faltar algo. Tengo obras de algunos amigos: una fotografía de Alberto García-Alix , tres obras de Mateo Maté, dos grabados de Suárez Londoño, una pintura de Isabel Rubio que compré hace muchísimos años y que es la única pieza que he adquirido, y fotos de mi pareja, que tuvo una primera vida como fotógrafo.
10.00. Ayudamos también en labores de asesoramiento a personas que van separarse, tienen que repartirse el patrimonio y quieren saber aproximadamente cuánto pueden valer sus obras. Y de igual modo realizamos estimaciones en procesos de herencias familiares. También intervenimos en caso de que alguien quiera comprar. Si un cliente pretende adquirir un mueble inglés del siglo XVII que está en España, nos llama y nosotros localizamos la pieza. Quizá vaya a ser subastada, en cuyo caso le remitimos al compañero adecuado. Y si no va a rematarse, pues llevamos a cabo una venta directa.
19.45. Desde los diez a los treinta años fui muy lectora, lo leía todo, hasta que empecé a tener hijos y lo dejé. Ahora se puede decir que vivo de las rentas. Con todo, me han contado que la pulsión lectora regresa con el tiempo. Tampoco veo series ni nada de eso.
10.00 horas. Puedo trabajar con música de fondo que requiera un tempo bajo si estoy escribiendo un texto. Pero me es imposible hacerlo si he de contestar al teléfono mientras consulto un correo electrónico.
20.00 horas. Cuando salgo por la noche del trabajo y llego casa, me digo: «mañana a lo mejor no vuelves». Y eso es lo que me permite dormir tranquila. Con 28 años recién cumplidos me ofrecieron ser subdirectora del Reina Sofía. ¿Cómo iba a decir que no? Una persona que había estado en ese puesto y que tenía mucha más experiencia que yo, un hombre muy inteligente, me dijo: «la manera de sobrevivir y no perder los papeles es hacer una cosa detrás de otra». Y no lo olvido, así lo hago. Evidentemente tienes que organizarte bien.
19.00 horas. En casa bajamos mucho las revoluciones y nos regimos con horarios europeos, de modo que a las siete los niños ya están cenando, a las ocho se apagan las luces y a las nueve todo está en silencio, lo cual nos da mucha placidez. Necesito el silencio. No entiendo lo de entrar en una casa ajena y que estén la tele y la radio puestas si nadie las está viendo ni escuchando.
14.00 horas. No tengo ninguna destreza artística ni creativa. Mis hijos dicen que mi superpoder es que no sé cocinar. Lo perdí a la fuerza durante el confinamiento que se impuso con el estado de alarma y ahora lo he vuelto a recuperar.
17.00 horas. Por cuestiones laborales y personales llevo muchos años muy ocupada. Quizá por eso me cuesta percatarme de cuándo estoy libre. No sé qué hacer cuando permanezco ociosa. Al terminar de comer no sé sentarme tranquilamente en el sofá.
12.00 horas. Un museo que me gusta muchísimo en Madrid es el Lázaro Galdiano. Estudié aquí al lado y de pequeña muchas veces me escapaba a ver el jardín, aparte de que me encanta su colección, que he visto muchas veces. El restaurante de Madrid que más me gusta es un sitio que se llama Nakeima, en la zona de Argüelles. Ofrece una mezcla de cocina gallega y asiática muy rica. Son muy valientes. Y un sitio que acabo de conocer es il Colombo, de comida veneciana.
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