La semana de Carmen Posadas: milonga de amor, tequila y piedras

La rutina me aburre como a un hongo.

7.45 horas. Siempre me despierto con las noticias. Desde la cuna soy una radioescucha furiosa. Cuando vivía en Uruguay ahorré la paga semanal durante años para comprarme una portátil. A mis padres no les gustaba ni la radio ni la tele. Papá decía que eran un horror.

9.45 horas. Me siento a escribir en mi despacho. Pase lo que pase, no me levanto del ordenador hasta las 13.45. Si tengo suerte escribo dos páginas y me siento contentísima. Si me atasco, me pongo a corregir o a hacer un artículo. Pero no-me-le-van-to.

14.30 horas. Almuerzo con Manolo. Se dedica a la publicidad. Le veo poco y le quiero mucho. Hacía mil años que no nos veíamos. Vamos a un mexicano. Tequila y tacos. Estoy un poco perjudicada, pero los lunes no importa....

17.30 horas. ...porque tengo clase de tango. Siempre me ha fascinado. La música, con letra. Sé que es un horror decirlo pero no me gusta la música clásica. Me fascina la ópera (esas cantatas de Bach...) y los dramas espantosos que cuenta el tango. Soy muy fan de Gardel. Mi compi de baile es Gaspar, un tutor del taller online de escritura creativa que tengo con mi hermano Gervasio. El tango es muy agradecido. En cuanto aprendes dos o tres trucos, parece que bailas maravillosamente.

Soy una persona diurna. Por la tarde la cabeza no me funciona.

8.00 horas. Tengo un tatami y unas pesas en mi habitación. Caiga quien caiga, cada día hago una miserable tablita de gimnasia, que es mi única contribución a la vida sana. Solo son 20 minutos. No lo voy contando por ahí porque, como todo el mundo está vigoréxico, se tronchan conmigo. Mi hija Sofía, que es médico, me hizo una rutina adaptada a mis problemas. Los brazos, que envejecen muchísimo, la tripa...

10.30 horas. A escribir. Calculo que mi nueva novela se editará en noviembre. El protagonista es un objeto muy emblemático que pasa de mano en mano, de época en época... De Felipe II a Elisabeth Taylor.

14.00 horas. Como y ceno todos los días fuera de casa. Y en cada comida tomo dos platos y postre. Hoy almuerzo con el director de ABC, Bieito Rubido. Lo ha organizado Antonio Pérez Henares. Van otros escritores de novela histórica: Isabel San Sebastián, Almudena Arteaga, Javier Sierra...

16.15 horas. Recojo en el cole a mis nietos Jaime y Luis. Tengo cinco. Les llevo a comprar alguna chuche. Les malcrío solo un poquito.

23.30 horas. Soy la persona más aburrida del planeta Tierra. Nada que ocurra más allá de las doce de la noche me interesa. '¿Quieres salir a cenar con Jeremy Irons' (que sería mi sueño)? 'Si es más allá de las doce, no'. Luego no pego ojo y me pongo muy nerviosa.

9.00 horas. Desayuno, con la prensa de papel, un jugo de limón con jengibre y zanahoria, tres tortitas de maiz con aceite, tomate y sal, y un poco de fruta. Antes era de Cola Cao y Bovril (extracto de carne), una reminiscencia de mis años de internado de Inglaterra. Me lo preparan. Es uno de los lujos de mi vida.

13.40 horas. '...Yo, Cristóbal Chimbelli, viendo que a no mucho andar llegará el momento de dar cuentas al Altísimo, expreso mi deseo de confesar aquí mis peores crímenes'. Llevo escritos dos tercios de la novela. Aun queda mucha piedra que picar. Escribir es como un mal amor. Cuando escribo lo paso horrible, pero si no escribo lo paso peor.

18.30 horas. Vivo cerca de la Puerta del Sol. Antes era un barrio decadente. Solo había dos abuelas, un gato y yo. Ahora es un infierno. Se ha puesto de moda. Pero tengo tiendas cerca. De vez en cuando voy de compras. Nada serio. Gastarme 2.000 euros en una chaqueta me daría cargo de conciencia.

23.30 horas. El insomnio me viene de cuando me casé con Mariano Rubio y empecé a estar en el ojo público. Fue una época angustiosa. Salía a la calle y los paparazzis me perseguían. Y yo no soy nada exhibicionista. Allí empecé a no pegar ojo. Y así sigo.

14.30 horas. Almuerzo con Marta Robles. Acaba de sacar una novela. Nos conocimos hace 2.000 años. Ella me entrevistó. Somos íntimas. Incluso escribimos un libro juntas, 'Usted primero', sobre buenas costumbres. Está hecho en broma. Tomamos vino blanco. Con hielo...

17.00 horas. Tengo clase de francés. Fue mi primer idioma. Mi padre y mi madre venían de dos familias que se detestaban. Como montescos y capuletos. Los Posada eran anglófilos y victorianos –uno nunca se queja, ni llora y aguanta el tipo– , y los Mañé, afrancesados, desparramados y locos. (Poder contar esto así me ha costado años de psicoanálisis). Y había que elegir. Yo elegí ser de papá y me mandaron a un colegio inglés. Mi madre decidió que le haría la guerra silenciosa y nos enseñó francés desde pequeños. Conseguí tener un acento monísimo, pero poco vocabulario. Hace un tiempo encontré a Fou-Fou. Ochentaintantos. Es una profesora maravillosa. Ahora ya no tengo que tomarme un gin-tonic para dar una conferencia en francés.

18.30 horas. Nos gusta irnos a un spa en La Granja. Pasear, nadar y un masaje. Bernardo es mi marinovio. Abogado. No vivimos juntos. Él en su casa, Dios en la de todos y ambos felices.