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Ildefonso Hernández, en el atrio de la Universidad Miguel Hernández de Alicante, donde imparte clases. Joaquín P. Reina
«Vamos a pasar semanas sin vernos; es tiempo de leer y hacer bricolaje en casa» 
Ildefonso Hernández - Catedrático de Salud Pública

«Vamos a pasar semanas sin vernos; es tiempo de leer y hacer bricolaje en casa» 

«No me planteo que el sistema sanitario caiga. Hay recursos suficientes», asegura el epidemiólogo que lidió con la Gripe A desde la dirección general de Salud Pública del Ministerio de Sanidad. «Si se organiza bien, no faltarán camas»

Domingo, 15 de marzo 2020, 01:11

En casa de Ildefonso Hernández (Mahón, 1956) han dejado en suspenso una boda y todas los encuentros familiares previstos para la primavera, nadie se despega del kit preventivo –pañuelos de papel para taparse la boca tras estornudar y un gel desinfectante de bolsillo– y vuelcan ... su tiempo libre en leer y pasear por el campo. Médico rural antes que comandante en jefe de la Salud Pública española durante la ofensiva del virus N1H1 –la famosa gripe A de 2009–, el catedrático de la Universidad Miguel Hernández de Alicante, uno de los epidemiólogos más reputados del país, nos ayuda a interpretar el terremoto del coronavirus y a anticipar sus consecuencias en nuestras vidas.

– El Gobierno central acaba de decretar el estado de alarma. ¿Era necesario?

– Esta decisión tiene un componente simbólico y otro material. Manda a la gente el mensaje de que esto va en serio y a la vez se despeja el camino para articular y coordinar mejor la respuesta al problema. A mi me parece sensato.

– ¿España sigue inexorablemente los pasos desesperados de Italia, blindada al exterior incapaz de contener la hemorragia de contagios?

– Inexorablemente, no. Se están adoptando medidas y vamos a ver si eso nos permite tener una curva epidémica más plana. Es decir, que aunque suba como está sucediendo ahora y tengamos bastantes casos, se produzca de una forma distribuida en el tiempo, de manera que los servicios sanitarios puedan atenderlos.

– Nuestros ratios actuales de contagio y fallecimientos son similares a los que tenía Italia apenas una semana antes de que decretara su aislamiento por tierra, mar y aire.

– La población italiana está más concentrada que España. Exceptuando Madrid, que lo está, muchas otras zonas de nuestro país se encuentran lejos de los focos de alto contagio. Yo creo que no va a ser igual que en Italia. Pero lo digo con cautela. Que ocurra así o no depende en buena medida de que la población adopte las medidas de distancia social al máximo, de manera voluntaria, para evitar los contagios.

– La OMS ha declarado la pandemia mundial alarmada por la «inacción» de los países. ¿Cómo es posible que Europa se cruzara de brazos mientras China luchaba contra el coronavirus desde el pasado diciembre?

– Es muy difícil contestar a eso. En Salud Pública hay que tomar medidas que guarden un equilibrio exquisito entre los beneficios en salud y las alteraciones sociales y económicas, porque éstas también tienen efectos muy negativos en la salud a largo plazo. A menudo, las medidas que se toman de manera drástica en los primeros momentos de una crisis no son comprendidas por la población, que pierde la confianza en las autoridades sanitarias y no hace ningún caso a sus recomendaciones porque, a sus ojos, es un problema lejano y no le afecta. En este caso, Europa podría haber sido acusada de exageración y de estropear el comercio mundial. Siempre es un camino muy difícil el de guardar el equilibrio entre llegar tarde y pasarse. Ese es un lugar de decisión en el que a nadie le gusta estar.

– China supo leer enseguida la gravedad de lo que tenía encima. ¿Europa pecó de suficiencia?

– China aprovechó su capacidad de gobierno y su configuración del Estado para adoptar medidas fáciles para ellos, pero imposibles en otros países, al objeto de salvaguardar su economía y la salud de su población. Yo creo que Europa sí estaba atenta a la situación. Aunque se hubiese cerrado completamente a China no habría parado el golpe. Las personas hubiesen utilizado otras vías comerciales para llegar a Europa u otros lugares.

– ¿A qué se refiere?

– Pues, por ejemplo, a volar a aeropuertos de Emiratos Árabes y de allí a Europa, o a Yakarta, Tokio, Australia... Con esto quiero decir que, o se adoptan medidas conjuntas mundialmente, y decimos de forma simultánea 'paramos todo hasta que esto remita' o, si no, el virus continúa, como está ocurriendo.

– ¿La OMS también ha tardado en ponerse las pilas?

– Decretó la emergencia sanitaria internacional en tiempo pero, en mi opinión, podía haber decretado antes la pandemia, porque implantar las medidas adecuadas en este caso son complejas y requieren planificaciones difíciles que conllevan tiempo.

«No era el momento»

– En España los contagios comenzaron a llegar con cuentagotas a finales de enero –de la mano de turistas alemanes e ingleses–, pero se dejaron pasar los días sin que se pusiera en marcha ningún plan de contención. ¿Falta de reflejos?

– En ese momento ya había indicaciones de cómo definir casos sospechosos y qué hacer ante ellos. Si nos referimos a medidas como cancelar vuelos e impedir el movimiento de personas en masa, no daba la impresión de que era el momento de hacerlo con la información que se tenía. Ni España ni ningún país europeo habría entendido esa decisión por un turista alemán contagiado.

– La rapidez en los contagios ha empezando a colapsar algunos hospitales. ¿Estamos a tiempo de impedir que esa situación se generalice?

– Va a depender en buena medida de que los centros hospitalarios de todo el país se preparen para dar respuesta, suspendamos las congregaciones sociales y las personas más vulnerables adopten medidas de precaución. Si hacemos todo eso es posible que las cosas vayan bien. España tiene una distribución geográfica muy amplia.

– ¿La España vaciada juega a nuestro favor en esta crisis?

– Sí, si no hay mucha circulación. Hay gente mayor que se está yendo a los pueblos y, siempre que no lo hagan en transporte público llenos de gente, es una buena idea. En ese entorno hay poca interacción con otras personas.

– ¿Por qué la sanidad privada no mueve ficha?

– No sé hasta qué punto no mueve ficha. Por responsabilidad social debe ofrecerse a las autoridades sanitarias para colaborar en todo lo posible. Un país se mide por cómo funcionan todos los agentes. Por tanto, hay que exigir a los ciudadanos, pero también a los actores económicos y privados, y a las organizaciones civiles para que podamos abordar con solvencia una crisis tan seria como ésta.

– Si el sostén sanitario cae, que es el ejército de contención del virus, ¿a qué escenario nos enfrentaremos?

– Va a haber momentos de desbordamiento, como ocurre en los picos de la gripe, pero no me planteo que caiga porque hay recursos suficientes.

– ¿Se refiere a especialistas o a camas?

– Lo más importante es tener disponibilidad de camas para atender a las personas con insuficiencias respiratorias y eso se puede garantizar si se organiza bien.

Lejos de la vacuna

–En Madrid y el País Vasco, dos de las zonas más afectadas, se han cerrado colegios, facultades, museos, bibliotecas, centros de mayores, deportivos, sociales, bares... ¿El aislamiento de ambas comunidades es cuestión de días?

– Si se produce un descenso voluntario enorme en las actividades sociales y la gente solo sale a pasear, igual al final es innecesario.

– Defina descenso enorme de actividades sociales. ¿Cancelación de fiestas de cumpleaños, comidas familiares, bodas, bautizos, funerales...?

– Todo.

– ¿Y de citas con el dentista, el fisioterapeuta...?

– Sí. Esto va a afectarnos económicamente sí o sí, por lo que es mejor que lo hagamos de la forma más atenuada posible.

– ¿Se refiere a cerrar los negocios y tomarse las vacaciones ahora, como si fuera agosto?

– Efectivamente.

– Sabemos lo que no podemos hacer. ¿Puede dar pistas de lo que sí?

– No soy experto en ocio, ni siquiera en ocio a distancia, pero hay cosas que tenemos muy dejadas, como la lectura. Podemos charlar por Skype de libros u otras cosas, hacer tareas de bricolaje casero, hablar más con la familia, con lo que a veces no compartimos demasiado. Tenemos que asumir que no podemos llevar la misma vida que hasta ayer y que vamos a estar sin vernos con los demás unas semanas.

– Sanidad considera que controlar la pandemia puede costar en España entre dos y cinco meses. ¿Serán más cinco que dos?

– En Wuhan está ya bajando después de poco más de dos meses. No me atrevo a precisar. Nosotros somos quienes vamos a moldear la curva epidémica con millones de acciones individuales cada día.

– Ese cálculo se fundamenta en la teoría de que el virus es estacional. Es decir, que remitirá en primavera y verano con la llegada del calor. Sin embargo, en Irán el patógeno sigue circulando pese a las altas temperaturas.

– Los patógenos siguen circulando en todas las estaciones. En la crisis de la gripe A, en 2009, tuvimos algunos brotes en mayo pese a que ya hacía bastante calor, pero se redujo la capacidad de transmisión. Siguió siendo contagioso pero perdió capacidad. No sabemos aún cómo se va a comportar el coronavirus. El único indicio al que nos podemos agarrar es que en Australia, donde es verano, hay muy pocos casos pese a su estrecha relación con el sudeste asiático y China.

– ¿El final de la pandemia solo llegará con una vacuna?

– El final definitivo puede que sí. El final del episodio actual, no. No estaría lista antes de un año o 18 meses y luego habría que fabricar cientos de millones de dosis.

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