Para el 10% de los pacientes, la covid-19 no acaba cuando se cumplen los 14 días en los que transcurren los periodos de incubación, luego fiebre y tos y finalmente, mejora. Este enorme grupo de enfermos, que en España puede rondar ya las 600. ... 000 personas y continúa creciendo, de forma paralela a la del número de contagios, sigue sufriendo doce semanas después del contagio alguno de los más de 200 síntomas que los profesionales sanitarios han encontrado para diagnosticar un nuevo mal que se ha dado en llamar la covid persistente. Las sociedades científicas, primero, y el Ministerio de Sanidad, desde mediados de enero, han comenzado a poner el foco en los enfermos que padecen un coronavirus de larga duración.
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El paso más destacado lo dio Sanidad el 15 de enero, cuando incluyó por primera vez la covid persistente en su Información Científica-Técnica sobre coronavirus, la guía que sirve de base a los profesionales para tratar la enfermedad y para conocer sus novedades. En el documento, el departamento de Carolina Darias (entonces todavía con Salvador Illa al frente) reconoce que la covid persistente «está teniendo un gran impacto sanitario y social en la pandemia».
El texto del ministerio admite que, por ahora, su origen es desconocido, pero se hace eco de comunidad científica, que sopesa tres teorías: «La persistencia del virus en reservorios como el epitelio del intestino delgado desde donde continuaría activo, por la presencia de una respuesta inmune aberrante desregulada por exceso y el daño producido por el efecto de la autoinmunidad».
El coronavirus, en datos
Una mujer de 43 años que se contagió de coronavirus en la primera ola es el perfil más frecuente de los enfermos de covid persistente, según descubrió una encuesta realizada por la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) y el colectivo de afectados Long Covid Acts en noviembre, después de que las consultas médicas se llenaran de contagiados que no acababan de recuperarse de la covid. En ese estudio participaron 2.120 personas y los síntomas más frecuentes son cansancio/astenia (95,91%); malestar general (95,47%); dolores de cabeza (86,53%); bajo estado de ánimo (86,21%); dolores musculares o mialgias (82,77%); falta de aire o disnea (79,28%); dolores articulares (79,06%); falta de concentración/déficit atención (78,24%); dolor de espalda (77,70%); presión en el pecho (76,83%); ansiedad (75,46%); febrícula (75%); tos (73,2%); fallos de memoria (72,63%); dolor en el cuello/en las cervicales (71,32%); diarrea (70,83%); dolor torácico (70,12%); palpitaciones (69,85%); mareos (69,36%); y hormigueos en las extremidades o parestesias (67,28%).
La complejidad para abordar la covid persistente es tan grande como variados los síntomas que presentan estos pacientes. Cuando se presentó el estudio, los enfermos de covid persistente pusieron voz a una dolencia que, según dijeron, les provoca sensación de «aislamiento y abandono». «Yo no sé si me he curado o no. Es como si me hubiese despertado en un cuerpo menos inteligente», explicaba entonces Anna Kemp, miembro de la entidad Long Covid Acts, que nació para unir a todos estos enfermos y que ya cuenta con ramificaciones en varias comunidades autónomas.
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El 27 de enero, la SEMG compartió con 27 sociedades científicas y colectivos de pacientes sus conocimientos sobre la covid persistente para elaborar en durante febrero una guía clínica consensuada que permita «proporcionar una respuesta sanitaria más adecuada a las necesidades en materia de salud de un grupo poblacional que crece de forma paralela al aumento de los contagiados por el SARS-CoV-2».
El objetivo de este documento será doble: detallar a los enfermos la asistencia que van a recibir y ofrecer a los profesionales «directrices comunes, basadas en la evidencia disponible y adaptadas a la misma en cada momento, para la adecuada atención de estos pacientes».
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Mientras tanto, la ciencia avanza en el conocimiento de esta dolencia. El doctor Francisco Mera, que trabaja en un centro de salud de Sant Feliu de Llobregat (Barcelona), ha puesto en marcha el primer ensayo clínico en España de un fármaco contra la covid persistente, bautizado como 'Esperanza covid'. Este médico y su mujer se contagiaron en abril y al comprobar que ella seguía sufriendo síntomas, Mera decidió probar con Montelukast, un medicamento que se administra por vía oral y que se utiliza para el tratamiento del asma bronquial y de algunas alergias.
Los efectos del fármaco fueron tan buenos, ha contado Mera, que el doctor decidió recetárselo a otros 28 pacientes, en los que también ofreció resultados alentadores. La Fundación Instituto Universitario de Investigación en Atención Primaria (IDIAP) Jordi Gol y el Instituto Catalán de la Salud aprobaron que se convirtiera en un ensayo clínico que comenzará el 1 de marzo.
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