Las estadísticas que cada día laborable facilita el Ministerio de Sanidad ‘esconden’ cada vez más muertos, a pesar de que la vorágine y el descontrol de datos de las primeras semanas de pandemia ya quedaron atrás. Según el último informe del Instituto Nacional ... de Estadística (INE), el exceso de defunciones registradas entre el 15 de marzo, cuando comenzó oficialmente la crisis sanitaria con el primer decreto de estado de alarma, y el 27 de diciembre de 2020 fue de 80.202 personas, en relación a idéntico período del año anterior. Entre mediados de marzo y finales de diciembre de 2020 en España 391.398 personas murieron frente a las 311.196 que fallecieron en el mismo espacio de tiempo de 2019.
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En ese mismo período, según los datos oficiales del departamento que dirige Salvador Illa, murieron por coronavirus exactamente 50.122 personas, 30.800 víctimas menos sin que en España se diera, más allá del coronavirus, ninguna catástrofe que pueda explicar, siquiera de cerca, ese exceso de mortalidad de un 38,5% entre 2020 y 2019.
Diez meses después de la declaración del estado de alarma y de que el coronavirus comenzara su escalada durante la primera ola, los datos del INE confirman que el Gobierno, a pesar de sus promesas de actualizar sus estadísticas una vez se asentaran los datos, no solo no lo ha hecho sino que sigue ocultando en sus estadísticas a casi 4 de cada 10 fallecidos por el coronavirus.
Lejos de mejorar las estadísticas de Sanidad, el porcentaje de ‘desaparición’ de víctimas mortales en esas tablas ha aumentado, ya que en noviembre, de acuerdo con las cifras del Sistema de Monitorización de la Mortalidad diaria (MoMo) del Centro Nacional de Epidemiología (CNE), se habrían dejando de anotar el 36,2% de los fallecidos frente a los 38,2% de decesos por covid ignorados por el Gobierno central en sus informes diarios.
El análisis de las propias estadísticas del INE demuestra bien a las claras que el exceso de mortalidad no tiene otra explicación que no sea la pandemia. Así, por ejemplo, los picos de fallecidos corresponden al milímetro con los momentos álgidos de las dos olas vividas durante el año pasado. La semana 14 de 2020 (del 30 de marzo al 5 de abril) registró el repunte más alto del 2020 con un 20.767 muertes, un 135% más que las 8.807 registradas en el mismo periodo de 2019. Lo mismo ocurrió en la cima de la segunda oleada. En la semana 45 (del 2 al 8 de noviembre) se anotaron 10.599 decesos, 2.922 más que un año antes, un 38% de incremento.
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Este diciembre, otra investigación de la Universidad Politécnica de Madrid situó los fallecimientos totales de la pandemia hasta noviembre en 66.795, frente a los 46.000 que contabiliza el ministerio, confirmando también la ocultación de no menos de 20.000 fallecidos por entonces. También los constantes informes del MoMo, las estadísticas de los registros civiles o los estudios de la patronal de la funeraria han venido confirmando desde hace meses la 'desaparición' masiva de muertos de la estadísticas oficiales del Gobierno.
A pesar de estas evidencias, Sanidad sigue negándose a incluir estos datos en sus estadillos. En el departamento que dirige Illa nunca han negado que sus tablas de mortalidad, sobre todo durante la primera oleada, subestiman el número de muertes, ya que entonces hubo muchos fallecidos por coronavirus que no fueron anotados como tales ante la imposibilidad de haberles realizado una prueba diagnóstica antes del deceso. Sanidad ha prometido en diversas ocasiones actualizar sus tablas una vez revisadas las estadísticas de los registros civiles donde se anotó como “causa probable de la muerte” el virus, pero no lo ha hecho. España, entre todos los países de la unión, es el único que se ha venido negando a incluir en sus registros a los fallecidos sospechosos de la primera ola , lo que ha provocado las suspicacias y críticas de algunos de los socios europeos.
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Sanidad, además, sigue negándose a facilitar oficialmente el número diario de decesos, al entender que no está asentado. Esa cifra, que todos los días sí que es comunicada por los gobiernos europeos, es obtenida por los informadores españoles restando los fallecidos de un día a otro, sin que esta operación sea reconocida por el Gobierno central, que solo da información sobre decesos con fecha de certificado de defunción durante la última semana.
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