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Valentín Fuster, director general del CNIC. ESTEBAN COBO/EFE
«La predisposición genética del paciente coronario se puede reducir a la mitad»

«La predisposición genética del paciente coronario se puede reducir a la mitad»

El cardiólogo Valentín Fuster cree ha llegado la hora de sustituir la «ciencia de la enfermedad» por «la ciencia de la salud»

Jueves, 10 de diciembre 2020, 00:11

Los casos de enfermedades cardiovasculares, sobre todo la cardiopatía isquémica y los accidentes cerebrovasculares, son la principal causa de muerte en todo el mundo. Contribuyen de manera especial a la aparición de diversas discapacidades y a un aumento de los costes en la ... atención médica. Un artículo publicado en el 'Journal of the American College of Cardiology', dirigido por el director general del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares, Valentín Fuster, constata que este tipo de dolencias se han duplicado en las tres últimas décadas, de modo que han pasado de 271 millones en 1990 a 523 millones en 2019. Además, el número de muertes por enfermedad cardiovascular aumentó de forma progresiva de 12,1 millones en 1990 a 18,6 millones el año pasado.

Para el director del CNIC, «la relación entre el envejecimiento y la enfermedad cardiovascular es evidente». A su juicio, las sociedades más longevas son las que mayor carga de enfermedad soportan. Con todo, no menos cierto es que las cardiopatías también están afectando a personas cada vez más jóvenes. «El estrés, el tabaco, la obesidad son factores modificables que, sin embargo, suponen el mayor riesgo para esta enfermedad», sentencia.

En 2019, las enfermedades cardiovasculares provocaron la muerte de 9,6 millones de hombres y 8,9 millones de mujeres, lo que representa un tercio de todas las muertes del mundo. Más de seis millones de decesos se produjeron en personas de edades entre los 30 y los 70 años. China, seguida de India, Rusia, EE UU e Indonesia, encabezan esta lista. Las tasas de mortalidad estandarizadas por edad para las dolencias cardiovasculares fueron más bajas en Francia, Perú y Japón, seis veces menores en 2019 que en 1990. Para Fuster, es preciso tomar conciencia del problema y guiarse por el axioma de que «garantizar la salud va a ser mucho más económico que tratar la enfermedad».

Hábitos perjudiciales

A la hora de evaluar entre qué pesa más, si la predisposición genética o la existencia de malos hábitos como el alcohol o el sedentarismo, Valentín Fuster asegura que el riesgo determinado por la carga genética siempre puede rebajarse. «Hay estudios que confirman que los episodios cardiovasculares bajan a la mitad en un individuo genéticamente predispuesto a sufrir una enfermedad de este tipo si se cuida. No hay duda de que la genética es importante pero, si se abordan los factores de riesgo, como el tabaco, el estrés, la mala alimentación, el sedentarismo, la hipertensión, se reduce la mortalidad. Hay muchas evidencias que así lo prueban», sostiene.

De acuerdo con el responsable del CNIC, ahora más que nunca es preciso un enfoque renovado en estrategias de implementación asequibles, ampliamente disponibles y de eficacia probada para la prevención, el tratamiento y el control de las enfermedades cardiovasculares y los factores de riesgo. «Durante años hemos trabajado en la ciencia de la enfermedad y ahora debemos hacerlo en la ciencia de la salud. Promover la salud va a ser mucho más económico que tratar la enfermedad», sentencia.

Para el coautor del artículo, George A. Mensah, «sigue existiendo una gran brecha entre lo que sabemos de las enfermedades cardiovasculares y los factores de riesgo, y lo que hacemos en su prevención, tratamiento y control en todo el mundo», argumenta el experto.

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