¿Vacunación y vacaciones? ¿Vacunación o vacaciones? Apenas dos semanas antes de que llegue julio, el primer gran mes del verano español, más de 20 millones de personas de entre 30 y 60 años ya están pensando en cómo cuadrar sus desplazamientos para no quedarse ... sin recibir la primera o la segunda dosis. Pinchar en verano se ha convertido en el próximo gran reto de la campaña de inmunización del Ministerio de Sanidad, al que en esta ocasión parece que el tiempo se le ha echado encima sin desarrollar claramente un plan que tranquilice a la ciudadanía.
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En el Consejo Interterritorial del pasado miércoles, Carolina Darias anunció que la Comisión de Salud Pública está preparando un documento que pretende solventar las dudas, pero la ministra no dijo cuándo se va a presentar a las comunidades. Como muy pronto, será este miércoles, 16 de junio, y las autonomías apenas dispondrán de 15 días para preparar una logística que se prevé ardua, principalmente, en municipios turísticos que multiplican hasta por diez su población y no cuentan con los medios sanitarios suficientes para afrontar una posible avalancha de vacunaciones.
«Desde los despachos, estas situaciones se planifican muy fácilmente, pero sobre el terreno es mucho más complicado», critica José Antonio Forcada, presidente de la Asociación Nacional de Enfermería y Vacunas (Anenvac). «La atención primaria ya sufre problemas de personal durante todo el año y cuando llega el verano, los sanitarios también tienen sus vacaciones, tan merecidas como las del resto de la población. Pero, además, este año suman tareas vinculadas a la covid-19, como el rastreo, el seguimiento de casos y la atención», explica Forcada, que cree que, en la actual situación, «la vacunación en los puntos de veraneo va a representar difícil, y más teniendo en cuenta que algunas comunidades incluso plantean inocular también a los extranjeros».
«Va a ser casi imposible vacunar en municipios turísticos con pocos centros de salud o que las comunidades de verano asuman miles de vacunas más para los desplazados. Creemos que todo está poco organizado y que está habiendo demasiada improvisación porque este asunto se planteó hace mucho tiempo y no se han buscado respuestas», agrega Lorenzo Armenteros, portavoz de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG).
Pero asumiendo que ya se va tarde, ¿por dónde pasaría ahora una solución que compatibilizara la vacunación con las vacaciones de la ciudadanía, en general, y de los sanitarios, en particular, sin colapsar los centros de salud de las localidades más turísticas? Los expertos coinciden en varias ideas: planificación, flexibilidad y sentido común.
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Primero, plantean que las comunidades, encargadas al final de los pinchazos, abran un calendario en el que el paciente pueda elegir a la carta la fecha de su vacunación. Hasta ahora, la mayoría de las comunidades proponen un día exacto o dan algunas jornadas de margen, pero no ofrecen la posibilidad de retrasar el pinchazo, por ejemplo, un mes, para evitar las vacaciones. «Lo mejor sería articular un sistema en la comunidad de origen que permitiera mucha flexibilidad», subraya Armenteros.
Pero esta primera medida debería estar unida a otra: la creación de un grupo etario único que abarcase a todas las personas que todavía tienen que recibir una dosis o las dos. «De esta manera», continúa el portavoz de la SEMG, «si ya no hubiera personas de 40 años para recibir la vacuna, se podría continuar automáticamente con los de 30 y con los de 20. Si tenemos 600.000 dosis al día, que las reciban 600.000 personas, que no se quede ninguna por poner. Vacunemos al máximo cualquier franja y vayamos llegando a las siguientes». «Eso ayudaría mucho», apuntala Forcada. «Algunas comunidades ya han planteado un único grupo etario de entre 16 y 40 años, lo que permite un margen de maniobra de dos semanas», subraya el presidente de Anenvac.
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Y aunque los especialistas recuerdan que las indicaciones sobre la administración de las vacunas deben cumplirse, Armenteros señala que también hay que utilizar la lógica. «No pasa nada si la segunda dosis de Pfizer, en vez de pincharse a las tres semanas, se hace a las cuatro, de manera que algunas personas no se vean obligadas a cambiar sus vacaciones o a regresar precipitadamente para vacunarse».
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