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Marieta es una niña de Vitoria que tiene 12 años, pesa 36 kilos y a la que han salvado la vida en el Hospital La Paz de Madrid gracias a un dispositivo cardíaco que los cirujanos le han encajado en la cavidad torácica para impulsar los latidos de su maltrecho corazón. Es la primera vez en España que se implanta un 'corazón artificial' intracorpóreo a un paciente de tan corta edad, un hito en el Sistema Nacional de Salud.
El aparato que lleva Marieta, utilizado hasta ahora solo en población adulta, nunca se había implantado a un enfermo tan joven y de tan poco peso. Este dispositivo de asistencia ventricular consiste en una especie de tornillo que se introduce en el corazón al que va pegado un cilindro metálico de unos ocho centímetros de diámetro por otros cinco de alto. Su tamaño (algo más pequeño que un puño) hace muy complicado encajarlo en el pecho de pacientes pediátricos, por lo que su aplicación se circunscribe a los adultos.
Hasta la fecha, en este tipo de casos infantiles, siempre se han empleado consolas externas como solución temporal y a la espera de poder realizarse un trasplante cardíaco. Pero en el caso de Marieta, que tiene un cáncer de huesos, la opción del trasplante no se contempla a corto plazo, al menos hasta que el tumor remita.
Marieta fue operada con éxito el pasado 30 de septiembre, y ya se recupera favorablemente en un piso de Madrid, donde coge fuerzas antes de poder regresar al domicilio familiar en Vitoria. El aparato que le han implantado ha facilitado su alta hospitalaria y ahora habrá que ver si su corazón se recupera con ayuda de la máquina y vuelve a bombear con fuerza o si finalmente necesitará someterse a un trasplante.
La joven vitoriana es la primera paciente pediátrica a la que se le pone en España un 'corazón artificial' interno, un hito que ha llevado a cabo un equipo multidisciplinar de más de un centenar de profesionales liderado por el doctor Ángel Aroca, jefe del servicio de Cirugía Cardíaca Infantil y Cardiopatías Congénitas de La Paz, quien realizó la intervención quirúrgica de seis horas de duración.
Este procedimiento de asistencia ventricular (AV), al que se sometió con éxito Marieta hace casi dos meses, solo es utilizado por su tamaño en adultos o como mucho en adolescentes. En población infantil se emplean consolas externas, una máquina semiportátil de unos 9 kilos de peso y que los pequeños pacientes llevan consigo como si fuera un carrito, pero que les impide hacer una vida normal ya que apenas pueden salir del hospital. La consola (llamada ECMO por sus siglas en inglés) es lo que les da la vida a estos niños hasta que pueden someterse a un trasplante.
Marieta ingresó en la Unidad de Cuidados Intensivos Pediátricos de La Paz (un centro de referencia nacional e internacional en trasplantes cardíacos) en una situación clínica muy crítica por un shock cardiogénico, debido a una disfunción ventricular que impedía bombear sangre al corazón y oxígeno al cerebro y otros órganos vitales. Además, presentaba un proceso tumoral, y la quimioterapia a la que tuvo que ser sometida le provocó cardiotoxicidad, lo que empeoraba sus problemas cardíacos.
El cirujano Ángel Aroca (Madrid, 57 años) recuerda que Marieta llegó muy grave, tanto que la misma tarde-noche de su ingreso tuvieron que ponerle un dispositivo externo de asistencia ventricular (que ayuda a mantener la función cardíaca y pulmonar) «porque sin ese soporte habría fallecido», señala el doctor.
La razón por la que a Marieta le han implantado un sistema intracorpóreo en lugar de un sistema externo (el ECMO) es porque su tumor óseo aún no ha remitido del todo. En condiciones 'normales', Marieta habría entrado con toda probabilidad en el programa de trasplantes. Según Aroca, «aún falta por lo menos un año» para saber si el cáncer remitirá definitivamente. Para un plazo de tiempo tan largo, el dispositivo externo no ofrece una buena calidad de vida. En cambio, el interno permitirá a la niña hacer una vida «bastante normal» hasta valorar la opción del trasplante.
«Con el sistema externo no e puede hacer una vida ambulante, hay que estar en el hospital o como mucho se puede salir a dar una vuelta a la manzana o ir una tarde al cine o a un centro comercial«. El mecanismo implantado es de larga duración y además de de facilitar el alta hospitalaria, «ofrece mucha mayor autonomía al paciente», explica Aroca.
Marieta todavía sigue en Madrid. Vive en un piso alquilado cerca de La Paz (donde acude a revisiones periódicas), pero «más pronto que tarde» podrá regresar al domicilio familiar de Vitoria y volver al colegio. «En poco tiempo conseguirá la autonomía suficiente como para poder volver a su casa hasta que podamos evaluar, dentro de un tiempo todavía largo, si el corazón recupera parte de su función y le podemos quitar el dispositivo, o si no recupera, y el tumor remite, entrar en un programa de trasplantes». Y si la situación del tumor no mejora, «siempre podrá seguir con la máquina», añade el cirujano.
El médico calcula que «estamos hablando de un año como mínimo». Por eso el dispositivo es tan importante, «porque le va a poder permitir hacer una vida más o menos normal» y proporcionarle la mayor calidad de vida posible «hasta la recuperación funcional» o la inclusión en la lista de espera de trasplante.
Aroca no oculta su satisfacción de ver cómo Marieta se va recuperando y sobre todo cómo va ganando peso.«Es una niña muy alta para su edad y pesaba muy poquito, pero ya ha ganado tres o cuatro kilos», dice el doctor Aroca, el Ángel de Marieta.
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