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Vista del madrileño Paseo de la Castellana sin tráfico este sábado. EFE
Madrid y la covid-19: volver a empezar

Madrid y la covid-19: volver a empezar

Nuevo drama ·

La comunidad perdió en verano la oportunidad de frenar el virus y ahora echa el cierre para luchar contra la segunda ola, sin rastreadores y con la atención primaria colapsada

Álvaro Soto

Madrid

Domingo, 4 de octubre 2020, 00:19

Entre el 13 de mayo y el 25 de julio, Madrid tuvo la oportunidad de frenar el virus, pero la perdió. Recordar ahora, cuando la capital y nueve de sus municipios más poblados están cerrados, los boletines epidemiológicos de aquellos días genera una tremenda sensación de melancolía en los expertos sanitarios de la comunidad. Durante esos dos meses y medio, la tasa de incidencia acumulada en los últimos 14 días por cada 100.000 habitantes nunca superó los 50 casos (ahora ronda los 650, 13 veces más). Pero se bajó la guardia, se aceleró la desescalada y se descuidaron las recomendaciones sanitarias. Nadie aprendió la lección de marzo y abril, ni la ciudadanía, que llenó de nuevo las calles y los bares como si nada hubiera ocurrido, ni el Gobierno regional, que desoyó a los profesionales y no reforzó la sanidad. Ahora, Madrid tiene las peores tasas de contagio de coronavirus de Europa y debe volver a empezar de cero.

Conectada con las principales capitales del mundo, cabeza de puente entre Europa y América Latina, con los barrios más ricos del país y también algunos de los más humildes y ciudad alegre y festiva, Madrid se ha visto arrastrada por una gestión nacional de la crisis sanitaria que, como admite incluso la Organización Mundial de la Salud, «no ha sido un ejemplo». Pero además, tiene unas peculiaridades que la diferencian de otras regiones españolas donde el virus ha golpeado menos. De nuevo, Madrid ha estado en el centro de la tormenta perfecta. «Es lógico que aquí haya peores datos que en otras comunidades por la densidad poblacional, por los desplazamientos largos y frecuentes y por el transporte público», cuenta Manuel Martínez-Sellés, presidente electo del Colegio de Médicos de Madrid.

LAS CIFRAS:

  • 269 casos por cada 100.000 habitantes en los últimos 14 días es la incidencia acumulada en España, según los datos del 2 de octubre del Ministerio.

  • 647 casos por cada 100.000 habitantes en los últimos 14 días es la incidencia acumulada en Madrid, según los datos del 2 de octubre del Ministerio.

  • 42,61% es el número de camas UCI ocupadas por pacientes covid en Madrid. La media en España se sitúa en el 17,99%.

  • 18,4% es la tasa de positividad de las PCR realizadas en Madrid. La media nacional es del 9,5%.

«Ha habido brotes en toda España, pero en Madrid la diferencia ha sido doble: la complejidad estructural de la ciudad, con muchas desigualdades, con gente sin acceso al teletrabajo y con viviendas precarias, y sanitariamente, la falta de rastreadores ha impedido cortar la cadena de transmisión en la segunda oleada», corrobora el epidemiólogo Pedro Gullón, autor del libro 'Epidemocracia' (Capitán Swing).

Los centros de salud de Madrid ejemplifican el hundimiento de la sanidad regional. «Al principio del verano vivimos una importante disminución de casos que en realidad fue un espejismo», explica el médico Javier Padilla, que trabaja en un centro del barrio de Fuencarral. La primera línea de defensa contra el coronavirus ha vuelto a romperse en la región, pero esta vez, la Consejería de Sanidad no ha podido argumentar que no estaban preparados. «No se hicieron los deberes durante el confinamiento. No se reforzó la Atención Primaria y no se contrataron rastreadores y así era imposible controlar el virus», cuenta Padilla, que recuerda el caos en los centros de salud durante el verano, con llamadas de teléfono que nadie respondía porque no había ni personal administrativo.

«Yo mismo cogía el teléfono y hacía de rastreador, 20 o 30 veces cada día, preguntando a quien llamaba qué contactos había tenido y diciéndole lo que tenían que hacer. Mientras, seguíamos atendiendo pacientes y lo mismo, con cada uno nos convertíamos también en rastreador. Y claro, aquello se hundió», explica Padilla, coautor de 'Epidemocracia' y autor de '¿A quién vamos a dejar morir?'.

Pero ¿por qué entonces no saltaron todas las alarmas? «Porque la Atención Primaria colapsó, pero los hospitales no y aquí sólo preocupaban los hospitales. Pero no se dieron cuenta de que la Atención Primaria era el aviso de lo que iba a ocurrir después. Primero los centros de salud; después, vendrían los hospitales», sostiene este médico.

El 31 de agosto, el director del Centro de Emergencias, Fernando Simón, protagonizó una comparecencia en la que puso el foco en la situación de Madrid: dijo que la región estaba sufriendo «un estrés importante» en Atención Primaria y hospitalización y que registraba «una gran parte de los contagios y fallecidos de España». El Gobierno de Isabel Díaz Ayuso acusó a Simón de «enseñarse» con la región, pero la realidad es que dejaron pasar el verano sin contratar rastreadores y sin imponer restricciones. Cuando hace dos semanas la Consejería de Sanidad decidió el confinamiento perimetral de 37 zonas de salud de la comunidad, ya era demasiado tarde. Con una tasa acumulada que rondaba los 700 casos por cada 100.000 habitantes en los últimos 14 días, una ocupación de las UCI por casos de covid por encima del 40% y más del 10% de positivos en las pruebas PCR, el Ministerio de Sanidad tomó las riendas y decretó una restricción más drástica, el cierre de la capital y de nueve ciudades más que el Gobierno de Ayuso no pudo parar.

Un hostelero limpia una mesa en la Plaza Mayor de Leganés. EFE

«Aun así, es una medida de mínimos», opina Javier Padilla. «No veremos los resultados hasta dentro de cuatro o de seis semanas», considera Pedro Gullón. «Yo haría un llamamiento a la responsabilidad individual. No todo lo que sea legal se debe hacer», subraya Manuel Martínez-Sellés.

Madrid se enfrenta a difíciles retos: a corto plazo, contratar rastreadores y reforzar la Atención Primaria; a largo, invertir en la sanidad pública y en sus profesionales. Unos sanitarios extenuados y una ciudadanía confundida por la bronca política resisten sin salir de sus municipios la segunda ola del virus.

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