- ¿Qué es la ELA?
- Es la enfermedad que sufrió Stephen Hawking. No tiene cura, no tiene tratamiento y es mortal.
- Lo primero que hizo después de que le dieran el diagnóstico fue lanzarse a tener su segundo hijo. ¿Por qué?
- Es algo que te sale de dentro, la necesidad de no rendirte. Ya tenía un niño de dos años, a mí me dieron tres de vida, y no quería dejarlo solo. Me decían que estaba loco. Ahora su hermana, mi hija, tiene tres años y medio. Eso, más los nueve de embarazo, significa que he superado las previsiones. Y ella es la alegría de mi casa.
- ¿Cómo pasa el confinamiento un paciente de ELA?
- Para muchas de las personas que sufren esta enfermedad, el confinamiento es su día a día aunque no haya una pandemia, porque no pueden ni salir de casa. Yo, que vivo en un piso pequeño, he notado que, al no poder moverme, he perdido coordinación. Además, he padecido mucho estrés, que es lo peor que le puede pasar a un enfermo de ELA. Pero había mucha gente que necesitaba ayuda.
- Sin embargo, durante el encierro, colgó en las redes mensajes optimistas. ¿De dónde saca el ánimo?
- No sé de dónde viene, solo sé que la vida está para disfrutarla. Tenemos mucho para ser felices, pero no nos damos cuenta. Hay que aprender a buscar lo pequeño que existe a nuestro alrededor.
'Nudos' que liberan
- ¿Es cierto eso de que el ser humano se crece en las dificultades?
- Antes de la enfermedad, yo me derrumbaba con cualquier mínimo problema, me costaba tomar decisiones y era un poco polvorilla, le buscaba los tres pies al gato a todo. Ahora he cambiado, no pierdo el tiempo en lo malo, trato de buscar lo mejor de cada persona.
- ¿Y ese espíritu lo traslada también al pleno del Ayuntamiento? En la política no hay piedad.
- Cuando tratan con la oposición, algunos buscan lo que nos separa y no lo que nos une. Yo miro lo que nos une. La pelea fácil no lleva a ningún sitio, y eso sirve para un pueblo, pero también para un país. Debemos pensar en el futuro para dejar a nuestros hijos un mundo mejor.
- ¿Cómo se las arregla para llegar a todo?
- Tengo una frase: la meta está a la misma altura que la de los demás y a mí me va a costar más llegar, pero voy a llegar.
- Pero usted también tendrá sus momentos de bajón.
- Voy muy a menudo a la psicóloga y me hace preguntas muy duras, del tipo: «¿Crees que sería mejor que estuvieras muerto?». Y a veces la respuesta es sí. Yo trato de responderlas con honestidad. Son mensajes de socorro. Pero luego tengo un montón de gente a mi alrededor que me ayuda. Yo los llamo 'mis nudos', porque a ellos me agarro cuando me estoy cayendo al pozo. Son mis hijos, Iván y Jimena; mi mujer, Mónica. Muchas veces lloro en soledad, como cualquiera, pero pronto encuentro un motivo para volver a sonreír. Todas las noches, cuando me acuesto, pienso en lo que me ha hecho feliz ese día. Y, si no encuentro nada, creo que ha sido un día perdido.
- Juan Ramón Amores, ¿usted lo hace todo de mil amores o alguna vez saca el látigo?
- Soy dos amores, trato de hacer honor a mi apellido (risas). Tengo mis momentos de cabreo, pero intento transmitir los mensajes de forma sosegada.
-Ganó las elecciones en 2019 por mayoría absoluta, en un pueblo donde tradicionalmente ha gobernado el PP. La legislatura acaba en 2023. ¿Habrá alcalde para cuatro años más?
- Cuando me presenté, fui honesto con mis vecinos. Les dije que seguiría hasta que tuviera fuerza, y no sé hasta cuándo me durará. Pero, mientras la tenga, me volcaré en mi pueblo y viviré cada momento como si fuera el último.
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