Álvaro Soto
Jueves, 22 de septiembre 2016, 14:19
Pocos días mundiales tienen un origen tan vinculado a la ciencia, y tan curioso, como el que conmemora la leucemia mieloide crónica (LMC). Esta enfermedad fue la primera neoplasia (formación anormal de un tejido tumoral) en la que se encontró una alteración citogénica (reproducción celular) ... específica. Se trataba de la translocación t (9-22) -también conocida como cromosoma Filadelfia- y precisamente, esas cifras se convirtieron en la fecha (22 de septiembre) que sirve para recordar este mal.
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En España, las leucemias son una enfermedad "rara", explica el doctor José María Moraleda, presidente de la Sociedad Española de Hematología. Se diagnostican anualmente unos 6.300 casos, y de ellos, el 15% (unos mil) son de LMC. Esta tasa representa entre 1,6 y 2 casos al año por cada 100.000 habitantes, con especial incidencia entre los mayores de 65 años.
En concreto, la leucemia mieloide crónica es una enfermedad hematológica que se produce cuando las células de la médula ósea ocasionan la proliferación descontrolada de glóbulos blancos. Hasta hace apenas un par de décadas se trataba de un mal que afectaba duramente a los pacientes, pero los últimos avances han permitido abrir la puerta a una gran mejora en la calidad de vida de los enfermos. Ya se dispone de tratamientos específicos que se dirigen a ralentizar el desarrollo de las células leucémicas, con resultados muy positivos que incluyen casos en los que el nivel de células enfermas es prácticamente indetectable.
Además, la investigación de la LMC ha representado un importante salto cualitativo en la lucha contra otras leucemias, como explica el doctor Juan Luis Steegmann. "El objetivo del tratamiento de la LMC, gracias a los nuevos fármacos, es conseguir respuestas moleculares rápidas y profundas para eliminar cualquier posible resto de enfermedad", agrega Steegmann.
Pero en el tratamiento de las enfermedades onco-hematológicas no todo son los fármacos. La doctora Concepción Boqué destaca la importancia de mantener informados a los pacientes. "Así se consigue que estén más implicados en los tratamientos", resalta. Unos tratamientos que, además de la parte médica, incluyen cambios en los hábitos de vida, como una alimentación más sana o más ejercicio físico. "Debemos respetar sus valores y adaptar el discursos a sus necesidades, lo que permitirá la toma de decisiones compartida y el compromiso del paciente en su propio cuidado", agrega.
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