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Para salvar vidas con tratamientos invasivos, o dejar que esas vidas partan, los médicos recurren a la sedación. Al dormir al paciente se busca que no sufra innecesariamente en procedimientos como la intubación, utilizado en las afecciones pulmonares graves que se presentan con el COVID- ... 19. Pero los sedantes más necesarios, como el midazolam y propofol, ya dejan de tener reposición en las farmacias hospitalarias, alerta un documento de la Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (Semicyuc). Aún cuando el ministro de Sanidad, Salvador Illa, negara en rueda de prensa el desabastecimiento de analgésicos, una fuente de la sociedad de médicos de Cuidados Intensivos, «sin querer polemizar con el ministerio», mantiene su posición. También la Agencia Española del Medicamento ha ratificado la falta de disponibilidad de fármacos para estas unidades hospitalarias.
«Se está notando la escasez ante el pico de demanda tan desorbitado que tenemos», afirma Manuela García, médico intensivista del Hospital Virgen de Macarena en Sevilla y coordinadora del Grupo de Trabajo de Sedación, Analgesia y Delirium. «Ahora que empiezan a disminuir muchos de nuestros fármacos, debemos combinar sedantes o recuperar los que se habían dejado de utilizar porque aparecieron otros con menos interacciones o vida media como, por ejemplo, el diazepam».
Ante este «desabastecimiento a nivel nacional e internacional» y una demanda «altísima», el personal de las Unidades de Cuidados Intensivos se prepara para sustituirlos con los fármacos que «en ese momento» tengan. Estas «otras pautas de sedación no tan habituales» deben considerarse caso por caso pues «no siempre son las más deseables», especifica el documento 'Protocolos de analgosedación en pacientes con infección por COVID-19 en caso de desabastecimiento', elaborado a petición de los jefes de Servicio de las UCI españolas.
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La «mayoría» de los pacientes de coronavirus que llega a la UCI, un 40% de los que presentan una patología grave, tienen «dificultad respiratoria aguda», explica el documento, y requieren de la colocación de una sonda en la tráquea, vía nariz o boca, con sedación en las fases iniciales. «Tenemos que sedar a los pacientes porque en los momentos más graves de la enfermedad necesitan respiración mecánica y deben estar confortables. Hay maniobras que requieren anestesiarlos como si fueran a ser intervenidos», dice García, coautora del protocolo.
La situación de escasez y la dependencia de los medicamentos que «vayamos teniendo en cada hospital» ha obligado a desarrollar unas pautas de emergencia para la «asociación de varios fármacos y la adición de otros no indicados en sedación profunda», con el objetivo de «permitir el ahorro de los que tengamos menos disponibilidad», prevé. El ahorro puede llegar hasta un 30% de midazolam y propofol.
No se contempla aplicar estos ahorros en la sedación paliativa. «En los pacientes por los que no podemos hacer más siempre se profundiza la analgesia y la sedación», dice García. «No se me ocurre que nadie pueda escatimar analgésicos y sedantes necesarios para dar confort a este tipo de pacientes».
El coronavirus en cifras
SARA I. BELLED / ARIEL FERRANDINI
En otras «pautas orientativas» con fentanilo o morfina para los «pacientes en proceso efervescente de la enfermedad» existe, no obstante, un peligro de sobresedación en compuestos de «gran vida media», admite García, o la incompatibilidad de fármacos antisicóticos a pesar del «riesgo de la auto-extubación». «Todo lo hacemos por el paciente, y siempre desde la máxima garantía de seguridad y bienestar», concluye García.
A comienzos de la semana pasada, los jefes de Servicio de las UCI también recibían un protocolo para la utilización de los respiradores, ya que la experiencia con otros virus como el Mers y el Sars, y los estudios avanzados en China con el actual coronavirus, indican que el 15% de los contagiados desarrollaron una enfermedad grave respiratoria, de los que casi la mitad requirió ventilación mecánica, invasiva y no invasiva, y el 8% murió como consecuencia de esas complicaciones respiratorias. «Estamos muy preocupados por los diversos desabastecimientos que puedan ocurrir», admite García, en cuyo hospital todavía «tenemos capacidad de respuesta aunque tenemos bastantes casos, pero hay lugares de España que están peor».
Para tratar a los pacientes de COVID-19 con insuficiencia respiratoria, la «causa más frecuente de mortalidad en los pacientes con gripes o infecciones virales», el protocolo recibido en las UCI españolas recomienda procedimientos no invasivos, como el suministro de oxígeno con mascarilla o con cánulas nasales. Como la tasa de «fracaso» de estas técnicas es de un 30%, según la Semicyuc, se debe aplicar en algunos pacientes una «ventilación mecánica invasiva».
En China, afirman, para el 5% de los pacientes fue suficiente el método menos invasivo y para un 2,3% el segundo procedimiento, incluso en personas sin patología previa pero con insuficiencia respiratoria aguda. Sin embargo, para aquellos pacientes con «techo terapéutico», es decir, con mal pronóstico, no se recomienda intubar.
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