Toma de PCR en Gerona. EFE

España pasa de controlar el virus a batir récords de contagios

En solo 90 días las infecciones de han multiplicado por 300 y todos los demás parámetros se han disparado

Lunes, 14 de septiembre 2020, 00:16

Fue el pasado 15 de junio. Era un lunes y, probablemente, no todas las comunidades notificaron todos los nuevos positivos. Tampoco, es cierto, la capacidad de detección de entonces era la de ahora. Aun así, las cifras fueron asombrosas. La misma España que solo tres ... meses antes había tenido que declarar el estado de alarma para confinarse completamente para tratar de frenar la transmisión había conseguido doblegar al virus. Ese día la pandemia, o al menos la primera oleada de la pandemia, tocaba suelo con tan solo 40 casos notificados en todo el país. Sanidad había logrado con creces su objetivo de llegar al verano con menos de un centenar de nuevos positivos al día. Era una cifra –aseguraban entonces en el departamento que dirige Salvador Illa– «asumible» para gestionar durante la 'nueva normalidad' a la espera de una vacuna, máxime porque desde el 1 de junio ya iban varios días sin muertos oficiales por la covid.

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Aquellos días de mediados de junio España no solo celebraba los escasos contagios, sino que la inmensa mayoría del país ya estaba en la fase 3 de la desescalada y los viajes y las reuniones, con algunas limitaciones, ya eran posible en la mayoría de las comunidades. Esos días, Illa, en el Congreso, en su intervención más triunfante, sacaba pecho de la efectividad del plan del Gobierno para el desconfinamiento y se jactaba de que a pesar de las medidas de apertura en terrazas, parques infantiles o centros de ocio, la transmisión no había aumentado.

Las estadísticas del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES) sitúan esos días de vino y rosas en los que España pensó que podía haber embridado el virus y en los que la pandemia tocó suelo en el entorno del fin del estado de alarma (21 de junio), exactamente entre el 15 y el 25 de junio. Esos mismos datos del equipo que dirige Fernando Simón que constatan que España necesitó de tres meses para controlar el virus revelan que ha tardado prácticamente el mismo tiempo en volver a batir récords de contagios.

Solo 40

Las cifras «desnudas», como gusta llamarlas Simón, son realmente alarmantes. En 90 días el número de infecciones se ha multiplicado por más de 300, pasando de las 40 de entonces a las 12.183 comunicadas el pasado viernes. Es cierto –y en esto hay consenso– que la capacidad actual de detección, con un porcentaje de asintomáticos superior al 60%, es mucho más alta que entonces, pero los indicadores de este mes de septiembre no dejan lugar a dudas de que la transmisión es muy elevada. De hecho, ni siquiera en los momentos más duros de la primera oleada se alcanzaron las cifras de positivos actuales. La cifra máxima de la primavera se alcanzó el 31 de marzo con 9.222 nuevos casos, aunque probablemente fueran muchos más porque en aquellos días apenas se podían realizar test por falta de kits.

Todos los indicadores actuales sobre la evolución de la transmisión del virus –sostienen en Sanidad– están influenciados por los altos nivel de detección, pero aun así, los datos son muy negativos. La incidencia acumulada (el número de positivos en los últimos 14 días cada 100.000 habitantes) escaló el pasado viernes hasta los 238 casos cuando el 25 de junio llegó a caer a tan solo 7,74 infectados. O sea, la presencia del virus se ha multiplicado por 30 durante los meses de verano, al menos en lo que a casos diagnosticados se refiere. El parámetro que siempre miran con más atención en el CCAES para conocer la tendencia más reciente de la epidemia es el número de positivos con fecha de inicio de síntomas en los últimos siete días. Y ese fiel también anda disparado en 6.637casos el pasado viernes, 46 veces más contagios en comparación a los 143 que se registraron el 18 de junio, cuando la primera ola de la epidemia tocó suelo.

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Rebrotes disparados

El panorama no es desde luego el que esperaban en junio Simón y su equipo, que aspiraban en la 'nueva normalidad' a lidiar con unas cuantas decenas de pequeños focos no simultáneos y perimetrables y que solo en sus pesadillas imaginaban tener que enfrentarse a los 3.828 brotes que se han desatado desde que la desescalada acabara aquella semana del 21 de junio con el fin del estado de alarma. España entonces no llegaba a los 250.000 infectados cuando el viernes alcanzó más del doble, exactamente 566.326 infectados.

¿Y cómo es que a la vista de estos descorazonadores datos sobre la transmisión en Sanidad no saltan las alarmas? La explicación es doble. La primera, detallan los epidemiólogos del CCAES: los casos, al haber numerosos asintomáticos a los que se va a buscar para comunicarles que son positivos, son muchos menos graves y de hecho la letalidad se ha reducido a un 0,6%, la menor de Europa, con excepción de Alemania, que tiene un 0,4%. De hecho, en los momentos peores de la pandemia de principio de año llegaron a alcanzarse los 950 fallecidos diarios (2 de abril), mientras que este mes de septiembre las víctimas diarias han tocado techo, por el momento, en 261 diarias (8 de septiembre). Eso sí, el número de decesos, según las siempre cuestionadas estadísticas de Sanidad, se ha multiplicado casi por cuatro en tan solo cuatro semanas.

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Tres veces menos

El otro aspecto 'positivo' –destacan en Sanidad– es que el sistema asistencial, aunque está sufriendo una presión cada vez mayor, no está, ni mucho menos, tan tensionado como en los días críticos de la primera oleada, en la que numerosos centros rozaron el colapso. El 31 de marzo, cuando España batió su récord de contagios de la primera onda, hubo 376 ingresos diarios en UCI, aunque por entonces hubo jornadas en los que se llegó a las 570 entradas de enfermos de la covid en estas unidades. En la actualidad, aunque el número de ingresos se ha triplicado durante el último mes, los enfermos que llegan a las UCI están sobre los 170, o sea, tres veces menos que durante los peores momentos de primavera.

Fernando Simón, el pasado jueves, en su última intervención pública, se empeñó en ver el vaso medio lleno y aseguró que los últimos datos apuntan a una «estabilización» de la pandemia. Sin embargo, el número de ingresos hospitalarios, el índice más fiable para constatar la envergadura de la epidemia con independencia del número de test que se haga y la capacidad de detección del sistema, desmiente el moderado optimismo del director del CCAES. Hace tres meses, en los días en que España creyó controlar al virus, los enfermos ingresados por covid llegaron a caer a tan solo 86 diarios (16 de junio). El pasado viernes se batió record con 2.191 entradas hospitalarias. Los tres meses de verano han multiplicado por 25 los ingresos por coronavirus. Y ese dato es independiente del aumento de la capacidad de detección o del aumento del número de PCR.

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El sistema aguanta

¿Y cómo es que a la vista de estos descorazonadores datos sobre la transmisión en Sanidad no saltan las alarmas? La explicación es doble. La primera, detallan los epidemiólogos del CCAES: los casos, al haber numerosos asintomáticos a los que se va a buscar para comunicarles que son positivos, son muchos menos graves y de hecho la letalidad se ha reducido a un 0,6%, la menor de Europa, con excepción de Alemania, que tiene un 0,4%. De hecho, en los momentos peores de la pandemia de principio de año llegaron a alcanzarse los 950 fallecidos diarios (2 de abril), mientras que este mes de septiembre las víctimas diarias han tocado techo, por el momento, en 261 diarias (8 de septiembre). Eso sí, el número de decesos, según las siempre cuestionadas estadísticas de Sanidad, se ha multiplicado casi por cuatro en tan solo cuatro semanas.

El otro aspecto 'positivo' –destacan en Sanidad– es que el sistema asistencial, aunque está sufriendo una presión cada vez mayor, no está, ni mucho menos, tan tensionado como en los días críticos de la primera oleada, en la que numerosos centros rozaron el colapso. El 31 de marzo, cuando España batió su récord de contagios de la primera onda, hubo 376 ingresos diarios en UCI, aunque por entonces hubo jornadas en los que se llegó a las 570 entradas de enfermos de la covid en estas unidades. En la actualidad, aunque el número de ingresos se ha triplicado durante el último mes, los enfermos que llegan a las UCI están sobre los 170, o sea, tres veces menos que durante los peores momentos de primavera.

Fernando Simón, el pasado jueves, en su última intervención pública, se empeñó en ver el vaso medio lleno y aseguró que los últimos datos apuntan a una «estabilización» de la pandemia. Sin embargo, el número de ingresos hospitalarios, el índice más fiable para constatar la envergadura de la epidemia con independencia del número de test que se haga y la capacidad de detección del sistema, desmiente el moderado optimismo del director del CCAES. Hace tres meses, en los días en que España creyó controlar al virus, los enfermos ingresados por covid llegaron a caer a tan solo 86 diarios (16 de junio). El pasado viernes se batió record con 2.191 entradas hospitalarias. Los tres meses de verano han multiplicado por 25 los ingresos por coronavirus. Y ese dato es independiente del aumento de la capacidad de detección o del aumento del número de PCR.

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