Pequeño consultorio de un pueblo.

«Debemos mantener un poco la tensión para que la gente no se relaje en exceso»

«En estos meses se ha visto la falta de inversión de la Atención Primaria», afirma Rafael Micó, médico rural y miembro de Semergen

Martes, 2 de junio 2020, 00:22

Los médicos de familia destinados en el mundo rural representan el 40% de todos los profesionales que han elegido esta especialidad en España. Cada uno de ellos suele ocuparse de entre 1.000 y 1.200 personas, llevando una o varias poblaciones. «A veces están ... muy dispersas, como Castilla y León o el interior de la Comunidad Valenciana, donde ejerzo», explica el doctor Rafael Micó, que trabaja en el centro de Fontanars dels Alforins, localidad del sur de Valencia que ronda los mil habitantes. Lugares donde la profesión se ejerce de «otra manera». «La confianza es básica», indica el doctor Micó, secretario general de la junta directiva de la Sociedad Española de Médicos de Familia (Semergen).

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–La consulta rural, ¿ha tenido las mismas dificultades durante la pandemia que un centro de salud urbano?

–Esta situación nos ha servido para recordar por qué elegiste esta profesión. No tenemos la tecnología de los hospitales, sino todo lo contrario. Andamos justo. Al principio de la pandemia hubo mucho desconcierto. No había orden con la llegada de los equipos de protección individuales (EPI). Nos tuvieron que ayudar los amigos, los pacientes y las sociedades como Semergen. En este contexto, hacías lo que marcaba la ciencia. Después, poco a poco, se fue ordenando.

–En las primeras semanas, ¿hubo poca cintura para tomar decisiones?

–Arriba, sí. Es que nosotros teníamos el paciente ahí. Tuvimos que tomar decisiones en coordinación con las corporaciones locales porque no tiene nada que ver un centro de ciudad con un centro donde estás más pegado al paciente. Vas mucho a los domicilios... es una relación más humana y directa.

–¿Cómo ha sido el impacto de la Covid-19?

–Puedes controlarlo mejor porque el médico es un referente. La gente te hace caso porque confían en ti, aunque hay mucho miedo. Cuando se declaró el estado de alarma, les decías que debían permanecer en casa, qué debían hacer con la basura o con la ropa. Nos han hecho caso completamente. Hay una gran confianza porque son tus pacientes y eso es básico.

–La imposición de las medidas no era necesaria si se lo dice el médico.

–Eso es. Hay un respeto mutuo y es fundamental en el binomio paciente-médico.

–¿Los consultorios de los pueblos también han sufrido la falta de material de protección durante esas primeras semanas?

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–Nos han llegado los PCR hace dos semanas y en el tema de las protecciones ha sido fundamental la colaboración de la población. Ellos han sido los primeros que querían proteger a sus sanitarios. Ha sido la parte más bonita de esta relación. Nos han ayudado los amigos, la gente te ha llamado para darte ánimos, te ha traído pantallas, mascarillas... Así hemos funcionado, seguramente por la falta de inversión que hay en Atención Primaria.

–¿La pandemia ha ahondado más en los problemas de los médicos de familia?

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–Sí, por supuesto. El paciente no quería ir al hospital porque tenía miedo de contagiarse. Ellos te pedían una mayor resolución, que hicieras más cosas por ellos, pero no tenías medios. Ya no hablamos de test o la posibilidad de hacer una PCR, sino por ejemplo una ecografía, un fondo de ojo en un paciente crónico diabético o una crioterapia para quitar una lesión en una pierna. Esas peticiones pequeñas, que hemos reclamado desde Semergen, se han agrandado porque no querían ir al hospital. Insisto en que ahora, en estos tiempos complicados, se ha visto esa falta de inversión, que no es gasto. El paciente deja de ir a otro sitio, en este caso los hospitales, y resuelves un problema. Tanto al hospital como a la persona que tiene que ir. Nosotros podemos manejar a los enfermos crónicos.

–¿La desescalada ha sido mucho más fácil en el mundo rural?

–Aunque no haya horarios en estos municipios (ahora es en todas las localidades con menos de 10.000 habitantes), tenemos que seguir dando ejemplo. Hay muchos pacientes frágiles y no queremos que salgan todavía a la calle. Hay que insistir en lo que se ha hecho bien. Debemos mantener un poco la tensión para que la gente no se relaje en exceso.

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–¿Hay concienciación de lo peligrosa que es la Covid-19?

–Mucha. Te pongo un ejemplo. El confinamiento nos ha servido para hacer un repaso de los cuidadores. Ahora sabemos cuántos hay y cómo están. Unos vecinos me preguntaron si le podíamos hacer un test a una cuidadora nueva para su madre. Les dije que no, pero demostraron que es importante que esta persona esté sana, que vaya con mascarilla. Hay que mantener esa línea de seguridad.

–En las ciudades, compañeros suyos comentaban que muchas personas con otras patologías no llegaban a consulta por miedo al contagio. ¿Ha sido igual en el mundo rural?

–Creo que no ha llegado a tanto. Coordinados con enfermería, hemos estado en contacto con los crónicos, moviendo citas si era necesario. Pero es curioso que si ha habido algún caso, se ha producido entre la gente joven. Te enterabas que había tenido fiebre tres días más tarde porque han llamado cuando los padres ya le han dicho 'vete a ver a Rafael'. Ahora no hay que perder de vista al paciente crónico, mantener el mismo trabajo y todo lo añadido que ha venido.

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