Mercedes gallego
Nueva York
Lunes, 2 de diciembre 2019, 19:51
¿Ha escuchado a algún pasajero pedirle a la azafata un alargador para el cinturón de seguridad? Si lo ha hecho, seguramente fue en una aerolínea estadounidense, donde la gruesa cuestión no es nada engorrosa está incluso regulada como un derecho del pasajero. Y si ... nunca lo ha oído, cada día tiene más posibilidades de hacerlo, por que la obesidad sigue siendo una oleada creciente en Estados Unidos.
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Una encuesta de Gallup revela que el porcentaje de estadounidenses que pesa «al menos» cien kilos ha crecido un 4% en menos de una década y alcanza ya al 28% de la población -el triple de hombres que de mujeres-. Y conste, que esto es solo lo que admiten. Según sus propias confesiones, el estadounidense medio pesa 80 kilos, lo que supone una subida de dos kilos para los hombres y uno y medio para las mujeres con respecto a la última vez que Gallup lo preguntó en 2010.
¿Significa eso que el negocio de las dietas es prometedor? En absoluto. Los estadounidenses se están acostumbrado a pedir esa extensión del cinturón de seguridad, y ya ni siquiera lo ven problemático. Cada vez menos creen tener sobrepeso, en un porcentaje que es inversamente proporcional a lo que aumenta la báscula que ellos mismos miran. Será cuestión de mala memoria o de contentarse con lo que ven. De hecho, al 14% le parece que el peso ideal es «cien kilos o más», en comparación al 11% de la década anterior, y como la mayoría son hombres, es de esperar que vaya cambiando el ideal de belleza que el imperio exporta en cine y publicidad al resto del mundo.
Engañarse no les salvará de la epidemia de obesidad que registra la comunidad médica de EE UU, donde una de cada cinco muertes ocurridas el año pasado se relacionaban con el sobrepeso. Los que más lo pagan, aunque parezca contra natura, son los jóvenes, un grupo entre el que la expectativa de vida desciende por tercer año consecutivo, según un estudio del Journal of the American Medical Association que lanza una mirada atrás hasta 1959. Esa tétrica realidad afecta a todo el bloque de personas entre los 25 y los 64 años. Es más, según el estudio, la población estadounidense de mediana edad tiene la peor expectativa de vida de los 17 países con más altos ingresos del mundo. EE UU bate a todos en gastos médicos per capita.
La peor parte se la llevan los jóvenes de entre 25 y 34 años, entre los que el índice de mortalidad ha aumentado un escandaloso 29% sólo entre el 2010 y el 2017. En justicia, no es sólo culpa de la obesidad, sino también del aumento de los suicidios y las sobredosis, factores que algunos médicos ligan también a la alimentación. Nada de eso impidió que el pasado jueves todos se inflaran de pavo por el Día de Acción de Gracias, ni que a la vuelta a casa cargaran con su propio alargador para el cinturón de seguridad.
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