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Un joven hace deporte con máscarilla en Shanghái. AFP
China suaviza la restricción de movimientos en el país ante el descenso de contagios

China suaviza la restricción de movimientos en el país ante el descenso de contagios

La OMS aboga por que el mundo reconsidere las prohiciones a los residentes en el gigante asiático

Zigor Aldama

Shanghái

Martes, 25 de febrero 2020, 19:31

Hace un mes, lo primero que hacía la población china nada más despertar era encender el teléfono móvil y abrir con el corazón encogido alguna de las páginas web en las que, a las seis de la mañana, se actualizan las estadísticas de infectados y ... fallecidos por el coronavirus Covid-19. Durante varias semanas, y al igual que sucede ahora en países tan distantes como Corea del Sur, Irán o Italia, la progresión de esas cifras fue exponencial. Los casos pasaron de ser decenas a cientos, y luego a miles y decenas de miles. Ahora, sin embargo, con casi 80.000 infecciones confirmadas, esos datos matinales provocan un suspiro de alivio colectivo.

Desde hace ya dos semanas, las nuevas infecciones registradas fuera de Hubei, epicentro de la epidemia, son cada vez menos. Este martes fueron solo 523, una cifra muy por debajo de las 3.000 que se añadían a diario hace dos semanas. Y lo mismo sucede a menudo con el número de víctimas mortales: este martes fueron 71, menos de la mitad de las 150 personas que murieron el lunes. Según afirmó en Pekín Bruce Aylward, uno de los epidemiólogos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que han podido visitar la ciudad de Wuhan, en la que se detectaron las primeras infecciones, estos datos refrendan las drásticas medidas tomadas por el gigante asiático, que «ha logrado resultados muy positivos en la reducción del contagio entre seres humanos».

Aunque las Autoridades advierten de que es demasiado temprano para bajar la guardia y recuerdan a los ciudadanos de que no deben despojarse de sus mascarillas, lo cierto es que las restricciones a los movimientos comienzan a relajarse. En primer lugar, porque la segunda potencia mundial necesita reanudar la actividad económica, y para ello necesita a los 400 millones de migrantes rurales que engrasan la fábrica del mundo. Y, en segundo lugar, porque la población en cuarentena -casi 60 millones de personas- comienza a acusar este prolongado encierro. Wuhan ya permite la salida de personas no infectadas que requieren asistencia fuera de la capital de Hubei y, poco a poco, las calles del resto del país van recobrando su bullicio habitual.

La OMS aplaudió este martes esta reversión paulatina de las medidas adoptadas «para restablecer el orden social, económico, educacional y sanitario de forma gradual» y señaló que el mundo debería reconsiderar las restricciones y los vetos que impone al movimiento de residentes en el gigante asiático. No obstante, la organización también reconoció que la epidemia «se enfrenta a grandes retos en su prevención y control». Pekín exige que se eliminen las cortapisas que han cortado la mayoría de los enlaces aéreos con el resto del mundo, pero todavía exige a sus propios ciudadanos que cumplan con estrictas cuarentenas cuando viajan de una provincia a otra.

«Aunque el coronavirus ha revelado debilidades en la capacidad para lidiar con una emergencia sanitaria, también ofrece al país una oportunidad para resolverlas», opinaba este martes la agencia de noticias oficial Xinhua en un editorial que retoma su tono propagandístico habitual. «El año 2020 puede ser monumental para China si logra marcar un nuevo punto de inflexión en su desarrollo. La epidemia del coronavirus solo hará que esta gesta sea más épica», añadió Xinhua en unas líneas excesivamente triunfalistas.

La normalidad está todavía muy lejos: las escuelas darán clase 'online' al menos hasta finales de marzo, y la mayoría de espectáculos y de actividades de ocio están canceladas hasta abril, pero casi todas las empresas del sector industrial han vuelto al trabajo. «Parece que vemos la luz al final de este lago túnel», afirma Yang Xi, una administrativa de Shanghái. «Nuestra empresa nos ha tenido trabajando desde casa y, ahora, comenzamos a reincorporarnos a la oficina. Pero hay muchos que no pueden porque tienen a los hijos en casa y sin nadie con quien dejarlos», añade.

«La situación va mejorando poco a poco. Aunque las condiciones de vida son de total aislamiento, porque solo salgo para ir al trabajo y al supermercado, ya se empieza a ver que la situación va normalizándose», apunta Pedro Segovia, responsable de producción de una fábrica de componentes de automoción de la localidad de Jinhua. «A mí me da pena que lo que nosotros dejamos atrás se repita en otros países. Espero que no tengan que sufrir lo que ha vivido China y que, si lo hacen, sepan actuar como nosotros», apunta Yang.

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