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Uno de los repartidores del Café Shaban. SAID KHATIB / AFP
El primer café 'delivery' de Gaza

El primer café 'delivery' de Gaza

Inspirado en YouTube, un joven de 31 años abre el primer servicio de reparto de bebidas calientes en bicicleta de la franja mediterránea bloqueada por Israel

Lunes, 27 de julio 2020, 20:29

No es Glovo ni Deliveroo. Aunque sí van en bicicleta por las calles caóticas y congestionadas, no llevan grandes y fluorecescentes mochilas a las espaldas. El primer servicio a domicilio de la Franja de Gaza entrega café árabe a sus clientes después de sortear, bandeja ... en mano (y con la otra el manillar), el tráfico de un lugar único desde todo punto de vista. La idea ha sido de Shaban Hamuda, un joven de 31 años, graduado en Gestión de Negocios y dueño de un pequeño bar, casi ambulante, en el mercado de Rafá, una pequeña ciudad al sur, cercana a la frontera con Egipto.

Hamuda comenzó a ofrecer sus cafés árabes en mayo, en vasos desechables con una tapa de papel aluminio puesta al momento. Solo cobra el precio de la bebida, que suele llegar caliente. No hay extras por el envío. «A la gente le gusta lo novedoso», comenta Hamuda, padre de dos hijos, a AFP. «Muchas personas me han alentado. Usamos bicicletas para atraer la atención del público y eso ha sido muy eficaz». También ofrece té de menta.

No hay aplicaciones de internet ni llamadas por teléfono que le unan con sus 150.000 potenciales clientes, aunque en esta zona de Palestina la mayoría habite en campos de refugiados. En el Café Shaban la comunicación es por WhatsApp y sus clientes agradecen la rapidez con que llega el pedido. «Empecé pidiendo un café a la semana y ahora lo hago todos los días», asegura Sameh Juda tras el mostrador de una tienda de perfumes y peluches.

En la tierra de Hamás de poco más de 350 kilómetros, con una gran frontera con Israel que la ha sometido a un bloqueo económico desde hace más de una década, toda iniciativa es cuestión de supervivencia. El café y el té, por cierto, son dos de los productos a los que las autoridades israelíes sí permiten la entrada.

Inspirado en vídeos de YouTube, donde apreció cómo crecía la demanda de estos servicios de reparto de comida hasta la puerta de casa, Hamuda se hizo con un rústico hornillo y unas cuantas ollas. Dice que, a pesar de una pandemia que no ha tenido aún los picos de otros países pero sí ha afectado los negocios, tiene ingresos suficientes para seguir abierto. Las bicicletas, por fortuna, no necesitan gasolina.

En su pequeño negocio emplea a cuatro repartidores, verdaderos malabaristas con la redonda bandeja. «Trabajar con bicicleta es sinónimo de libertad», dice Ali Abu Jayab, uno de ellos, de 25 años y sin estudios universitarios. Y en sus dos ruedas se aleja con firme equilibrio dejando un vaho de café en el aire.

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