El Papa recorta un 10% el sueldo de los cardenales para contener el déficit

La pandemia del coronavirus ha provocado un descalabro en las cuentas vaticanas al desplomarse algunas de sus principales fuentes de ingresos. Entre ellas están los Museos Vaticanos, que se han pasado cerrados la mayor parte del último año, y el alquiler de los bajos comerciales. El Estado más pequeño del mundo posee un ingente patrimonio que, solo en Italia, está formado por unas 4.000 propiedades inmobiliarias, de las que unas 260 son de tipo comercial. Desde el inicio de la pandemia quienes explotan estos bajos solo pagan una tercera parte del alquiler. La Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica decidió perdonarles un tercio y cobrarles el tercio restante cuando se retome la actividad normal.

El Papa justificó los recortes con una carta en la que asegura que «un futuro económicamente sostenible requiere hoy, entre otras decisiones, adoptar también medidas relativas a los sueldos del personal». Esta decisión va ligada a la voluntad del Pontífice por evitar los despidos de los alrededor de 3.000 trabajadores de la Santa Sede. Ni cuando planteó la reorganización de la Curia romana ni tampoco ahora que la crisis del coronavirus ha provocado un agujero en las cuentas Jorge Mario Bergoglio está dispuesto a que se produzcan rescisiones de contratos. «Nadie se va a quedar fuera ni va a perder su trabajo, nadie debe sufrir el feo efecto económico de esta pandemia», aseguró el Papa durante la última audiencia navideña que mantuvo con los empleados vaticanos, celebrada el pasado diciembre.

El jesuita español Juan Antonio Guerrero, prefecto de la Secretaría para la Economía, explicó en una entrevista con los medios vaticanos publicada hace dos semanas que alrededor del 50% del presupuesto de la Santa Sede corresponde a gastos de personal, «un gasto muy poco flexible que aumenta automáticamente con los bienios y el índice del coste de la vida». Guerrero aseguró que «los gastos presupuestados para 2021 son los más bajos de la historia reciente de la Santa Sede», pero reconoció que si la situación de la pandemia se prolonga, será necesario «el apoyo de los fieles» para contener el déficit y evitar así el peligro de bancarrota. En 2021 se esperan ingresar 213 millones de euros, un 30% menos que en 2019, el último año sin efectos del coronavirus.