El Papa se confiesa: «Algunos me querrían muerto»

La conversación comenzó a lo grande, con un reconocimiento por parte del Papa de que una parte de la Curia romana no le soporta y prepara ya el terreno de cara a un eventual cónclave. «Vivo todavía. Aunque algunos me querrían muerto», respondió a uno de los jesuitas eslovacos que quiso saber cómo estaba. La salud de Bergoglio, que cumple 85 años el próximo 17 de diciembre, ha sido motivo de preocupación desde que, el pasado mes de julio, tuvo que ser operado por un problema en el colon y se pasó diez días hospitalizado en el Policlínico Gemelli de Roma.

«Sé que hubo incluso reuniones entre prelados, que pensaban que el Papa estaba más grave de lo que se decía. Preparaban el cónclave. ¡Paciencia! Gracias a Dios, estoy bien. La operación fue una decisión que no quería tomar: fue un enfermero el que me convenció. A veces los enfermeros comprenden la situación mejor que los médicos, porque están en contacto directo con los pacientes», explicó el Pontífice.

No es la primera vez que le ha tocado en las últimas semanas dejar un mensaje tranquilizador a la opinión pública sobre su estado de salud. En la entrevista que concedió a la Cadena Cope, emitida el pasado 1 de septiembre, aseguró que ya llevaba «vida normal» y podía «comer de todo», aunque continuaba tomando medicación «porque el cerebro tiene que registrar que tiene 33 centímetros menos de intestino». Respecto a los rumores surgidos en Italia acerca de su posible intención de

renunciar al pontificado, Francisco se mostró tajante al afirmar: «A mí ni se me pasó por la cabeza.¡Yo no sé de dónde han sacado que iba a presentar mi renuncia!»

Resulta significativo que 'La Civiltà Cattolica' se haya decidido a publicar la confesión del Papa acerca de los prelados que le «querrían muerto» y preparan ya su sucesión. Los textos de esta influyente revista son revisados por la Secretaría de Estado de la Santa Sede, que manda de esta manera un claro mensaje a la oposición interna: Bergoglio está al tanto de sus maniobras. El director de 'La Civiltà Cattolica', Antonio Spadaro, que se encargó de tomar nota de la conversación con los jesuitas, es además un hombre de absoluta confianza para Francisco.

Hubo también otros recados que dejó el encuentro con los miembros de la Compañía de Jesús en Eslovaquia. El obispo de Roma lamentó la «tentación de volver atrás» que prevalece en las Iglesias de algunos países porque «la vida nos da miedo» y «nos asusta ser libres». Él, en cambio, opta por «seguir adelante», lo que no significa que quiera «hacer la revolución» pese a que le critiquen duramente y le acusen de «ser comunista».

Puso como ejemplo concreto la atención a las parejas homosexuales, que diferenció claramente de la «ideología de género», una postura «peligrosa» que lleva a que «una persona pudiera decidir abstractamente a discreción si y cuando ser hombre o mujer». Respecto a las parejas gais abogó en cambio porque la Iglesia les brinde una atención pastoral que facilite su «encuentro con Cristo».