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Colpisa/AFP
Tokio
Lunes, 25 de noviembre 2019, 11:47
El papa Francisco se reunió este lunes con el nuevo emperador de Japón, Naruhito, y con las víctimas del terremoto, del tsunami y de la catástrofe nuclear de 2011 en Japón, ante quienes expresó su preocupación por el uso de la energía atómica. «Bienvenido ... a Japón», le dijo en español el emperador, al recibirlo en la entrada del Palacio Imperial de Tokio, para sostener un encuentro privado de aproximadamente media hora. El Papa regaló al emperador, entronizado hace un mes, un cuadro en mosaico artístico obra del pintor romano Filippo Anivitti (1876-1955).
Durante el encuentro, conversó sobre el medio ambiente y confesó al emperador que sus padres lloraron cuando en Hiroshima cayó la bomba atómica. Según han desvelado fuentes de la Casa Real japonesa, el papa le dijo a Naruhito que él tenía 9 años cuando sucedió aquello y que se acuerda de ver a sus padres llorando cuando oyeron que habían lanzado bombas atómicas y eso le dejó una profunda huella.
Antes de su conversación con el emperador, en el tercer día de su viaje a este país asiático, Francisco se reunió con las víctimas del terremoto, del tsunami y de la catástrofe nuclear de 2011 en Japón. El papa escuchó los testimonios de las víctimas del terremoto submarino de magnitud 9,0 que el 11 de marzo de 2011 provocó una ola gigantesca en el noreste de Japón que se llevó por delante a más de 18.500 personas. La ola llegó a la central nuclear de Fukushima, causando el peor accidente nuclear desde el de Chernóbil (Ucrania) en 1986.
El papa dio las gracias a todas aquellas personas que «se movilizaron inmediatamente después de los desastres, para apoyar a las víctimas». «Una acción que no puede perderse en el tiempo y desaparecer después del shock inicial, sino que debemos perpetuar y sostener», declaró, recordando a las «más de 50.000 personas que fueron evacuadas, actualmente están en viviendas temporales sin poder aún regresar a sus hogares».
Unos 470.000 habitantes tuvieron que abandonar sus hogares en los primeros días de la catástrofe, incluidos unos 160.000 en la zona del complejo nuclear de Fukushima. A las víctimas del tsunami hay que añadir más de 3.700 muertes reconocidas por las autoridades como resultantes del deterioro de las condiciones de vida de los evacuados.
Esta situación «implica, a su vez -como bien lo señalaron mis hermanos obispos en Japón-, la preocupación por el uso continuo de la energía nuclear», añadió el papa. Los obispos japoneses «pidieron la abolición de las centrales nucleares», recalcó.
En 2016, la Conferencia Episcopal de Japón hizo un llamamiento al mundo para «abolir» la producción de energía nuclear. «Nuestra era siente la tentación de hacer del progreso tecnológico la medida del progreso humano (...) Es importante, en momentos como este, hacer una pausa y reflexionar sobre quiénes somos y, quizás de manera más crítica, quiénes queremos ser», estimó el papa.
El sumo pontífice también llamó a tomar decisiones valientes sobre la explotación de los recursos naturales, sobre todo de las futuras fuentes energéticas.
Matsuki Kamoshita tenía 8 años cuando se produjo la catástrofe. «Me acosaban en el lugar al que fuimos evacuados y cada día era tan duro que me quería morir», le contó al papa. Su padre, que regresó a la región de Fukushima, «terminó por dejar de trabajar tras acabar física y mentalmente destrozado», agregó. El adolescente pidió al jefe de la iglesia católica que «rece para que las personas de todo el mundo trabajen para eliminar la amenaza que representa la exposición a las radiaciones». El papa lo abrazó en esta ceremonia en la que participaron 300 personas.
Tras reunirse con el emperador, el papa conversó y bromeó con los jóvenes en la Catedral de Santa María de Tokio, en un ambiente distendido, entre risas y aplausos. Sin embargo, se refirió a temas como el acoso escolar, muy extendido en Japón, después de escuchar el testimonio de un filipino que pensó en suicidarse. «Debemos unirnos todos contra esta cultura del 'bullying' y aprender a decir: ¡Basta!», les dijo el papa, recalcando que los acosadores son los verdaderos débiles.
«Una vez más, quisiera decir que, para crecer, para descubrir nuestra propia identidad, bondad y belleza interior, no podemos mirarnos en el espejo«, les aconsejó. »Se han inventado muchas cosas, pero gracias a Dios todavía no existen selfis del alma«.
Francisco, quien el domingo visitó Nagasaki e Hiroshima, dos ciudades japonesas víctimas de la bomba atómica, oficiará una misa más tarde y se reunirá con el primer ministro Shinzo Abe.
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