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El Palentino, simbólico 'bareto' del Madrid más castizo y canalla, cerró anoche sus puertas. Con su cierre se esfuman miles de recuerdos y anécdotas acumulados a lo largo de casi un siglo. La jubilación de la propietaria y la galopante gentrificación del barrio de Malasaña, ... que ha disparado los precios de la vivienda y ha expulsado a los vecinos de toda la vida, acaban con un establecimiento en el que artistas, 'drogatas', vagabundos y hipsters encontraron siempre manduca, bebercio, refugio y consuelo.
Decenas de personas han desfilado en los dos últimos días por El Palentino para tomarse una cañita barata (1,30 euros) y el último pepito de ternera, el bocata más apreciado del local. Su dueña, Loli López, 46 años tras la barra, se emocionaba al echar la vista atrás. «Hemos sido amigos de los clientes», resume al borde de las lágrimas. Con parroquianos de todo pelaje a lo largo del tiempo, cuenta Loli que en los 80, los años de la movida, era normal sacar de los baños del bar a punkis con sobredosis. «Aquí no murió ninguno, pero en las aceras de al lado, sí», explica la dueña. Yonquis y prostitutas convivían en paz y armonía con los vecinos de toda la vida que se tomaban su cafelito en el vetusto local.
Todo cambió al llegar el siglo XXI, cuando Malasaña pasó de ser un barrio degradado a convertirse en el lugar de moda de Madrid. El Palentino fue conquistado por los hipsters, que encontraron allí cerveza barata y buen rollito. Lo moderno y lo 'viejuno' (el local no ha cambiado en décadas) se fundieron y el bar fue el corazón del barrio. «Los vecinos decíamos que si llegaba un paquete, nos lo dejaran en 'El Pale', e incluso les dábamos las llaves para que nos las guardasen», sonríe Nikky Schiller, artista malasañera y asidua a El Palentino, mientras apura su última cerveza. A su lado Teresa Lorenzo, otra habitual de su barra, recordaba que en una ocasión allí celebraron una boda: «Pepitos para todos y salimos a 20 euros por cabeza».
La muerte el 23 de febrero pasado de Casto, copropietario del establecimiento, fue el principio del fin para El Palentino. La copropietaria, Loli López, se iba a jubilar en marzo y las hijas de Casto ya no querían hacerse cargo del local. «Tienen sus propios trabajos», razona Loli, cuñada del difunto Casto. La mujer no puede evitar la pena porque tocan a su fin los 73 años que esta familia ha regentado el bar.
En 2017 Álex de la Iglesia se inspiró en El Palentino para su película 'El bar'. No rodó allí, pero reverdeció la gloria y la memoria de un local por el que pasaron infinitud de artistas. Carmen Conesa, Andrés Calamaro, Pablo Carbonell, Eva H... Son los nombres que recuerda al vuelo Loli. «Es el fin de una época», lamenta Jonás Bel, un fotógrafo que en 2005 bajó todas las mañanas al bar para retratar el pulso de su vida cotidiana, un pulso que ahora se detiene. «Aquí abrirá una cafetería de franquicia y todo costará el triple. Es el fin de una época», profetiza.
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