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Más de cien expertos internacionales, autores de unos 7.000 artículos científicos, desarrollaron un informe sobre cómo evolucionará la masa acuosa del planeta -océanos y hielos que forman el 80% de su superficie-, frente al cambio climático. En los más de mil folios que contiene ' ... Océanos y criósfera en un clima cambiante' se dedican varios apartados a España, un país rodeado de mares y, por tanto, en una situación delicada ante los efectos del calentamiento global, como el aumento del nivel del mar y de las temperaturas.
En cuanto a los suelos, los investigadores alertan sobre la salinización, «uno de los principales impulsores de la degradación del suelo», que ocurre cuando el agua salada entra en territorios que eran ocupados por aguas dulces o salinas. «En un estudio del delta del Ebro», cita el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de Naciones Unidas, «se demostró que la salinidad del suelo está directamente relacionada con las distancias al río, al límite interior del delta y a la antigua desembocadura del río». La elevación con respecto al nivel del mar influye en la salinidad del suelo y afecta de diversos modos las marismas y los pantanos, por ejemplo, que sirven de espacio vital para distintas especies, incluyendo a las «comunidades microbianas».
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mercedes gallego
colpisa / agencias
En la cadena de acontecimientos, la salinización se une con el cultivo y el rendimiento de las cosechas. «La salinización del suelo afecta directamente la agricultura, con impactos en la germinación de las plantas, la producción de biomasa vegetal y el rendimiento». Los científicos ejemplifican la merma agrícola en el arroz español. Habrá, afirma el informe de la ONU, una disminución de la productividad a casi la mitad para el año 2100 (de un índice de producción del 61,2% al 33,8%). Esa subida de los océanos ocasionará, además de la salinización, la «pérdida de tierras debido a la erosión costera permanente, con consecuencias en la producción, la diversificación de los medios de vida y la seguridad alimentaria».
Además de los campos cultivados, el cambio climático afectará a las infraestructuras turísticas españolas. De este sector económico, el estudio aborda cómo podría adaptarse España a los cambios de la criósfera, donde variará la temperatura, la lluvia y la nieve, y ya se empiezan a realizar modelos en los que las estaciones de esquí necesitan polvo artificial y ofrecen alternativas como el esquí nocturno.
La carestía de nieve podría parecer anecdótica frente al declive de los recursos marinos, con la disminución de las capturas de peces e invertebrados, lo que impactará en la economía y la dieta, al igual que la cultura. Esa «vida tradicional» española que se basa en el mar. La cultura mediterránea corre riesgo de desaparición ante la «reducción de las poblaciones de especies de peces que han sostenido los medios de subsistencia durante generaciones, y el deterioro de los elementos icónicos de los paisajes marinos está poniendo en riesgo el bienestar», sostiene el documento.
Nivel del mar. Si la temperatura sube dos grados centígrados, el nivel de los océanos aumentaría 43 centímetros para 2100; si la temperatura asciende cuatro grados, la subida será de un metro.
El Niño. Los fenómenos extremos serán probablemente dos veces más frecuentes, incluso si se reducen las emisiones de CO2.
Corales. Los arrecifes coralinos sufrirán importantes pérdidas o en algunos casos se extinguirán, incluso con un calentamiento limitado a 1,5 grados.
Como un círculo vicioso perfecto, la variación en la composición de los suelos, debido a la salinización, alterará también los tiempos y la intensidad de los periodos de humedad y sequía, lo que contribuye a aumentar el efecto invernadero. Con el aumento de la salinidad y la reducción de hielo en las cordilleras y montañas se espera la «limitación del suministro de agua potable».
El panorama para España no es muy distinto en sus consecuencias catastróficas a las de otros países. Con ese pronóstico de aumento del mar de más de un metro para el año 2100, regiones enteras del Pacífico sur y el Ártico podrían desaparecer alertan los expertos. Más de un millón de personas podrían necesitar desplazarse para sobrevivir. La situación se estima crítica siempre que no se disminuyan las emisiones y no se tomen medidas de «adaptación» para minimizar sus efectos.
Uno de los científicos del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas (IPCC) sobre el impacto que tendrá el calentamiento global sobre los océanos y la criósfera -la parte de la Tierra cubierta por agua sólida- es Iñigo Losada, director de Investigación del Instituto de Hidráulica Ambiental de la Universidad de Cantabria.
«En España habrá dos grandes partes que serán las más afectadas», explica Losada. «Una, los océanos, cuyo nivel medio aumentará, y otra, la criósfera, es decir, los hielos, donde se perderán los glaciares pequeños». Los efectos sobre la vida, la cultura y la economía serán diversos de no tomarse las medidas que mitiguen el impacto de los cambios ambientales. El aumento del nivel del mar, explica Losada, aumentará la salinización de los estuarios y las temperaturas.
Con estos efectos peligran la agricultura y las especies endémicas marinas, como la posidonia o las algas pardas, «aun con cero emisiones» a partir de ahora, debido a la «inercia» de los mares. Por otra parte, la pérdida de hielo influirá en las reservas de agua dulce.
Ambos daños en el hielo y los océanos afectarán además a la economía. «Al final del siglo se podría perder superficie en la costa», dice Losada. «Podría afectar a los sectores turísticos, tanto el de verano, de sol y playa, como el de invierno», que se quedaría sin nieve, siempre que no se tomen medidas para adaptarse a los cambios, lo que depende de «la tecnología y los recursos económicos» de cada población. «Lógicamente las consecuencias se verán reducidas por estrategias de adaptación».
En este informe, que abarca las consecuencias que tendrá la subida de temperatura en el 80% del planeta, «se trata de valorar dónde poner el umbral de tolerancia», dice Losada. «Estudiamos el futuro con dos escenarios. Uno de bajas emisiones y otro si seguimos como ahora».
«En este siglo, los océanos harán una transición hacia situaciones nunca vistas, como pérdida de oxígeno y olas de calor», dice Losada, que sin embargo se reconoce optimista con el posible plan de acción para frenar tan dramáticos efectos.
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