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Daniel Martínez
Santander
Viernes, 18 de septiembre 2020, 21:17
La mañana del 20 de agosto. Ese es el momento en el que se vio por última vez a la mujer de 28 años y nacionalidad guatemalteca cuyos restos fueron localizados ayer en Santander, desmembrados y repartidos en hasta siete bolsas negras de basura. Así ... lo ha señalado el jefe superior de la Policía Nacional en Cantabria, Héctor Moreno, que ha confirmado todos los datos que ya adelantó ayer El Diario Montañés y aportado algunos nuevos. Por ejemplo, que todo apunta a que el lugar del crimen es una vivienda de la zona de las Estaciones, muy cerca de donde se produjo el hallazgo, que la víctima y su presunto asesino, su pareja (un hombre de la misma edad y natural de Colombia), habían alquilado para pasar unos días de vacaciones en Cantabria.
En cualquier caso, Moreno precisa que aunque toda la investigación llevada a cabo apunta a que el cadáver localizado en la mañana de este martes es el de esta joven, hay que esperar al resultado de la autopsia. Porque no fue la aparición del cuerpo lo que hizo que se pusiera en marcha la labor policial. Sino al contrario. Todo arrancó a raíz de una denuncia de los hermanos de la asesinada, que vivía junto al presunto homicida en Ciudad Real. «No podemos afirmar que la persona desaparecida corresponde a los restos que encontramos ayer, aunque hay circunstancias objetivas que apuntan a ello. A la familia hay que darle certezas», ha afirmado el responde los agentes, en referencia al alto grado de descomposición.
Durante la mañana de.l viernes se está realizando la autopsia y se espera tener la confirmación en las próximas horas. Para esta identificación, los expertos consideran que será casi imposible utilizar las huellas dactilares de la mujer por el estado del cuerpo. Por ello, ya han tomado muestras de ADN a los hermanos de la chica, que se encuentran en Castilla-La Mancha. El proceso científico sería mucho más rápido con el ADN de sus padres, pero no residen en España.
La secuencia de los hechos se inicia el 26 de agosto, cuando la familia acude a la Comisaría Principal de Ciudad Real a presentar una denuncia. Ante las circunstancias altamente inquietantes que rodeaban el caso, se inicia en ese momento la investigación y se moviliza a la Policía Nacional de Cantabria, ya que la última noticia que estas personas tenían de la pareja les situaban en Santander. Para entonces ya ninguno de los dos estaban en la capital cántabra. Él había salido de la comunidad autónoma y, ella, si se confirman las hipótesis policiales, ya estaba muerta. Desde casi una semana antes nadie recuerda haberla visto en los lugares habituales.
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A partir de ahí, el trabajo se dividió en dos. En Cantabria, el objetivo era buscar el lugar donde había pasado los últimos días la pareja. Se consiguió más y se encontró el posible lugar del crimen. «En uno de los puntos realizamos una inspección técnico-ocular y se encontraron indicios inquietantes. Restos de sangre. Se cree que la vivienda es el lugar del hecho violento», apunta Moreno. Primero se cree y luego se confirma.
Paralelamente, se produce la detención del individuo en Madrid capital. Es él -aunque no existían denuncias previas por violencia machista sí tenía antecedentes por este y otros delitos- el que acude a poner otra denuncia por la desaparición de la joven. En comisaría se activan las alarmas y es detenido. En ningún momento colabora y es la Policía la que tiene que reconstruir sus movimientos hasta el hallazgo que se produjo el jueves.
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