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JAVIER GUILLENEA
Jueves, 14 de junio 2018, 11:57
Su nombre no ha sido dado a conocer oficialmente. De él se sabe que es, o era, soviético, en su día fue piloto y en la década de los 80 su avión fue abatido en el cielo de Afganistán. Se le dio por desaparecido y desde entonces no se ha sabido nada de él. Su rastro se perdió pero su vida continuó en algún lugar perdido, quizás de Pakistán, donde hubo campos de prisioneros de guerra, mientras su país desaparecía y el mundo cambiaba. Tiene cerca de 60 años y ha vuelto a nacer para quienes le dieron por muerto.
El anuncio lo realizó el presidente de la Unión de Paracaidistas de Rusia, Valeri Vostronin. «Hemos encontrado a un piloto ruso cuyo avión fue abatido en la década de 1980 en el cielo de Afganistán. Sigue vivo. Es una gran sorpresa», reveló. Poco más se sabe porque las autoridades rusas no han desvelado la identidad del reaparecido, uno de los 264 militares que entre 1979 y 1989 participaron en la intervención soviética en Afganistán y que aún se hallan en paradero desconocido.
La búsqueda
La guerra
El hallazgo ha sido posible gracias a los trabajos realizados por la comisión ruso-estadounidense para prisioneros de guerra y soldados desaparecidos, que con infinita perseverancia no deja de buscar a los suyos, sobre todo en Vietnam y Afganistán. Tras la guerra en este último país, 300 militares entraron a formar parte de una incierta nebulosa en la que se confunden vivos, muertos o ambos a la vez. Hasta el momento 29 han sido localizados con vida y de ellos 22 han regresado a casa.
No se sabe quién volverá en esta ocasión, aunque nombres no faltan. Según la agencia de noticias Tass, podría tratarse de Alexander Mironov, cuyo avión fue derribado el 13 de agosto de 1982 cerca de Kabul. El diario 'Kommersant' habla de Sergei Panteliuk, que despegó el 27 de octubre de 1987 del aeródromo de Bagram, al norte de Kabul, y nunca regresó. Otros medios creen que quizá se trate del jefe de escuadrilla Alexander Pliusnin, cuyo avión cayó el 27 de diciembre de 1987 cerca de Abdibai, una población controlada por el enemigo, o del capitán Vitali Lishenkov, que no volvió a su base tras una misión en septiembre de 1981. Hay muchos desaparecidos para elegir.
Sea quien sea, el piloto ya ha mostrado su deseo de regresar a su viejo país, aunque no es tan fácil como parece. Los gobernantes no escatiman recursos para enviar a sus jóvenes a la guerra, pero cuando se trata de repatriarlos se muestran bastante más lentos de reflejos. «Ahora tenemos que encontrar ayuda financiera, administrativa, de organizaciones sociales y también acción diplomática», ha explicado el presidente de la Unión de Paracaidistas de Rusia.
Para Valeri Vostronin, «lo sorprendente no es que el piloto pudiera estar vivo después de que los muyahidines derribaran su avión, sino que a lo largo de decenas de años no haya habido ninguna noticia de él». Es raro pero no imposible, porque ya hay precedentes. El pasado mes de marzo, según el portal ruso Golbis, un soldado soviético-ucraniano, Igor Bilokurov, encarcelado por los afganos en 1988, fue hallado por casualidad en el norte de Afganistán por una expedición científica ucraniana.
En 2013 el uzbeko Bahretdin Jakimov, que había sido dado por desaparecido en septiembre de 1980, fue localizado en la provincia afgana de Herat. Lo encontraron pero ya no era exactamente él sino otra persona: Sheij Abdulá. Según relató más tarde, el exsoldado fue herido gravemente en un combate cuando tenía veinte años y dado por desaparecido. Estuvo a punto de morir, pero varios lugareños le dieron cobijo y curaron sus heridas con hierbas. Una vez sano, se vio obligado a adaptarse para sobrevivir entre enemigos. Cuando dieron con él, mucho después, Bahretdin tenía 55 años, se llamaba Sheij, lucía una larga barba, se había casado, llegó a ser policía y trabajaba en un museo. Había sobrevivido, pero a cambio de convertirse en otra persona.
Entre 1979 y 1989 las tropas de la URSS perdieron 125 aviones. Durante la guerra se enfrentaron en el país las fuerzas armadas de la República Democrática de Afganistán, apoyadas por el Ejército de la Unión Soviética, y los insurgentes muyahidines, que recibieron respaldo de Estados Unidos. Como tantas veces ha ocurrido en otros lugares, el país se convirtió en el tablero donde las dos grandes potencias se midieron en un pulso sangriento. La URSS perdió en la contienda 14.500 soldados. Unos cuantos centenares quedaron con vida por el camino y poco a poco fueron olvidados. Algunos quizás regresen a la patria por la que sacrificaron una vida y vivieron otra muy diferente. Si lo hacen, volverán a una casa que ya no existe.
El comité ruso para Asuntos de los Combatientes Internacionales calcula que aún existen 264 soldados desaparecidos durante la intervención soviética en Afganistán entre 1979 y 1989. En los diez primeros años de funcionamiento de este organismo fueron localizados 29 exmilitares, de los que 22 regresaron a su país.
La Unión Soviética perdió a 14.500 soldados durante su intervención. El conflicto enfrentó a la República Democrática de Afganistán, apoyada por el Ejército de la URSS, con los insurgentes muyahidines, que recibieron respaldo de Estados Unidos. Para Afganistán la invasión supuso la pérdida de 600.000 vidas.
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