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Kike, en la falda sur de la sierra de Santianes, donde ocurrió el ataque. E. C.
Un menor salva la vida ante dos lobos al subirse a un árbol: «¡Por Dios, casi me comen!»

Un menor salva la vida ante dos lobos al subirse a un árbol: «¡Por Dios, casi me comen!»

Kike permaneció en el árbol, con un gran susto en el cuerpo, casi un cuarto de hora, hasta que los lobos decidieron desistir

S. Pérez / O. V.

Gijón

Jueves, 4 de abril 2024, 11:05

Llevan los ganaderos de reciella mucho tiempo avisando de que el lobo va a dar algún susto más grave que si mata algo de ganado algún día, y el pasado martes, en Santianes de Ola (Cangas de Onís), la terrible profecía estuvo a punto de ... cumplirse.

Tan a punto como lo vio, muy de cerca, el joven ganadero Enrique Huerta García, conocido por todos sus vecinos cariñosamente como Kike. Eran las ocho de la tarde y, como cada día, tras las tareas del Instituto y las de la ganadería en la que ayuda a sus padres, Marián García y Vicente Huerta, Kike se encaminó por las empinadas trochas de la falda sur de la sierra de Santianes hacia el lugar donde pastan cada día sus cabras.

Los días cada vez son más largos, entrada la primavera, así que el martes Kike había dejado que sus cabras aprovechasen las horas y subió, confiado, por los caminos que tan bien conoce. En cuanto avistó las cabras notó que algo malo pasaba. No estaban pastando y se habían apartado del lugar habitual. Y él oteó que había algo parecido a unos perros, mastines o... lobos, su mayor temor.

Pero le pudo más el amor por sus cabras que el miedo. Se acercó para ver qué pasaba y si eran lobos, y para su sorpresa y enfado, vio que estaban comenzando a devorar a una de sus cabras. Su primera reacción, por supuesto, fue la de defender al pobre animal que yacía en el suelo, ya inerte. Se lanzó hacia el lugar, pero de inmediato los lobos se apercibieron de su presencia y, lejos de huir del humano, los dos lobos que trataban de alimentarse de la cabra se lanzaron, a su vez, hacia Kike.

Él, joven como es, está acostumbrado a que las alimañas escapen del hombre si se las asusta a voces o con golpes de vara, así que persistió por un momento en su empeño. Pero ante el ataque de dos lobos de buen tamaño acabó por ser realista y tuvo que lanzarse pendiente abajo en busca de algún refugio. Lo encontró entre los árboles que separan su pueblo, Santianes de Ola, de la zona de la sierra de monte bajo donde habitualmente pastan sus cabras.

Los lobos persistían en el ataque, y llegaron a acorralarle. Él, con agilidad, aprovechó la única opción que le parecía posible en ese momento y se subió a un árbol, desde donde dio aviso a sus padres a voces.

Con un susto en el cuerpo grande y con la anochecida ya enseñoreándose de la falda sur de la Sierra de Santianes, Kike permaneció en el árbol salvador casi un cuarto de hora, hasta que los lobos decidieron desistir y sin haber dado tiempo a que los vecinos llegasen hasta la zona, de, queda dicho, empinadísimas cuestas.

Pero Kike volverá hoy mismo al monte. A seguir cuidando de sus cabras, porque la reciella tiene que salir a pastar todos los días. Apenas se concedió unos minutos para quitarse el miedo y exclamar «¡Por Dios, casi me comen!».

Y en Madrid, ayer se celebró una reunión entre el Ministerio de Agricultura y los sindicatos agrarios asturianos, en la que éstos reclaman a la Administración la convocatoria de la conferencia sectorial para reevaluar la posible retirada del lobo del listado de especies protegidas, de nuevo sin éxito.

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