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No se veía tanto gabacho por Madrid desde 1808!». En las últimas semanas, el chascarrillo ha hecho fortuna en las tabernas de la capital, esas que apuran el cierre a las 23 horas y son la envidia de los juerguistas de toda España y parte ... del extranjero. Un grupo de franceses, que sólo ha tenido que presentar una PCR negativa al aterrizar en Barajas, se toma una cerveza en un bar de la calle Cádiz, a escasos cinco minutos de la Plaza Mayor. «Esto es otra cosa, 'bien sûr'. En París, a las seis está todo cerrado y aquí vuelves a sentirte libre», cuenta Alain, un estudiante galo. Libre y como en casa, podría decirse si se hiciera caso a esa frase de que los franceses han tomado otra vez la ciudad, como hace dos siglos hizo su paisano Pepe Botella.
Los mitos, sin embargo, se tejen con una parte de verdad y mucha de mentira. Ni el hermano de Napoleón le daba a la botella (era abstemio) ni la Puerta del Sol son los nuevos Campos Elíseos. Según datos de la empresa Kido Dynamics, que rastrea las señales de los teléfonos, el fin de semana del 6 y 7 de marzo la capital recibió la cifra máxima de visitantes franceses, 2.560, aproximadamente el 20% de los 12.000 turistas que ese día estaban en la ciudad. El Instituto Nacional de Estadística (INE) también pone en perspectiva la supuesta invasión de la Grande Armée. En enero, 4.022 franceses visitaron Madrid por ocio, muchos menos que Cataluña (13.565), la Comunidad Valenciana (11.116), Canarias (8.416), el País Vasco (6.847), Castilla y León (6.390) o Andalucía (5.647), aunque muchos de los que no se incluyen en esta estadística, porque declaran ir a la capital por motivos de trabajo, prolongan sus estancias para disfrutar de un fin de semana a la madrileña. En cualquier caso, respecto al año pasado, el número de franceses en Madrid ha caído alrededor del 80%.
Aun así, las imágenes de las fiestas ilegales dejan cada domingo estupefacto al conjunto del país y la Policía Municipal asegura que la mayoría de los participantes son extranjeros. El periódico británico 'The Times' ha bautizado al Madrid de la Covid-19 como «el paraíso de los bares abiertos» y la leyenda, que circula a la misma velocidad que el alcohol, tiene su propia heroína: Isabel Díaz Ayuso (Madrid, 1978), presidenta de la comunidad autónoma, que ha llevado hasta el extremo su declarado amor a la libertad y ha permitido la apertura de la hostelería y el comercio más allá de las recomendaciones del Ministerio de Sanidad.
A Salvador Illa, primero, y a Carolina Darias, ahora, les ha tocado la tarea de frenar las ansias del Gobierno de Madrid, y los choques entre ambas administraciones han desencadenado un conflicto que ha acabado incluso en los tribunales. En Madrid, los turistas son bienvenidos. «Mientras cumplan las normas, yo los recibo encantada y no me importa de dónde vengan», declara Ayuso, que quiere visitantes «de París y también de Logroño», un ataque a los cierres perimetrales de las comunidades, que ella ha rechazado en reiteradas ocasiones.
José Luis Yzuel - Pte. Hostelería de España
El enfrentamiento durante la pandemia ha dado una dimensión nacional a Ayuso que pocos hubieran adivinado cuando en enero de 2019, el líder del PP, Pablo Casado, eligió a esta política desconocida, 'community manager' de Esperanza Aguirre, como candidata a la presidencia de la Comunidad de Madrid. «Para arruinar a la hostelería en España, conmigo que no cuenten», proclamó el 20 de enero, antes de retrasar todo lo posible, hasta las 11 de la noche, el cierre de bares y restaurantes. «Cerrar negocios es muy fácil, pero recuperarlos es imposible», dijo entonces, y alabó al sector por hacerlo «muy bien». Ahora, los hosteleros la han 'santificado' y en San Sebastián y Barcelona, plazas muy difíciles para el PP, gritan en sus concentraciones «Ayuso, presidenta» o «Queremos una Ayuso».
«Las decisiones de la presidenta de Madrid han combinado salud y economía y han permitido que no vayamos a la ruina», explica José Luis Yzuel, presidente de Hostelería de España, que representa a un sector que en 2019 sumaba en todo el país 270.000 establecimientos de los que, calcula, 100.000 han echado la persiana por la pandemia y no volverán a abrir. «El sector en Madrid está tocado por el teletrabajo, la falta de turistas o los hoteles sin abrir, pero si se compara con Cataluña, donde todo es ruina, la situación es mucho mejor», subraya. Según datos del Ministerio de Trabajo, Madrid ya es la comunidad con más empleados en hostelería porque es la que menos puestos ha perdido durante la pandemia, y eso pese a la «demonización» del sector, asevera Yzuel.
Marciano Sánchez - Fed. Asoc, para la Defensa de la Sanidad Pública
El presidente de la patronal considera que los establecimientos han sido señalados injustamente por el director de Emergencias, Fernando Simón, para quien este sector siempre ha supuesto un riesgo. «Sin embargo, si la gente no tiene los bares abiertos, acaba reuniéndose en espacios privados, en peñas y botellones, y es ahí donde se disparan los contagios». Los argumentos de Yzuel coinciden con los de Ayuso: con medidas mucho más laxas en la hostelería, «Madrid no tiene datos mucho peores que el resto de España».
Y en algún momento de la pandemia, eso fue así. El 20 de noviembre, Madrid fue la comunidad peninsular con una incidencia más baja, 285 casos por cada 100.000 habitantes, cuando la media nacional se situaba en 419. Pero con el final de la tercera ola las cosas han cambiado. Madrid es ahora la comunidad con más incidencia acumulada, 225 casos, cuando España está en 128, y sólo la superan Melilla y Ceuta.
14.412 fallecidos suma la Comunidad de Madrid desde que se declaró la emergencia sanitaria. En total se han detectado allí 608.000 casos y la cifra de curados asciende a 40.736. Le siguen en víctimas mortales Cataluña y Andalucía, con 11.659 y 8.988, respectivamente. España acumula ya 72.910 fallecidos.
Restricciones a la movilidad El Gobierno autonómico ha retrasado el toque de queda hasta las once de la noche, hora a la que cierra la hostelería.
33,58% es el nivel de saturación hospitalaria en UCI en la Comunidad de Madrid asociada al Covid, una presión muy elevada (sólo le supera La Rioja) por lo que se considera que el riesgo es extremo. De los 2.025 ingresados, 413 están en unidades de Cuidados Intensivos.
Las colas del hambre doblan las esquinas y las sirenas de las ambulancias interrumpen las conversaciones en las terrazas de la calle Alcalá. Son imágenes y sonidos que recuerdan que la Covid-19 no pertenece al pasado, sino que sigue muy presente, con cientos de contagios, decenas de muertos todos los días y un rastro de pobreza tras de sí. «Madrid tiene la incidencia acumulada más alta porque la hostelería está abierta y no se controla lo que pasa en los bares. Muchos jóvenes hacen lo que les da la gana, eso pone en riesgo a la población y aumentan los casos, lo que a su vez deteriora la calidad de los servicios», asegura el médico Marciano Sánchez, madrileño y presidente de la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública.
A su juicio, las decisiones sanitarias de Ayuso han sido «nefastas» y «esperpénticas». «No tiene ningún interés en reforzar la sanidad pública y lo único que ha hecho es derrochar el dinero en el Hospital Zendal, que es un hangar con camas. Mientras, la Atención Primaria está desmantelada, hay centros que llevan un año cerrados y casi 200.000 operaciones y consultas han sido suspendidas», expone Sánchez, que acusa a Ayuso de «montar pollos en vez de resolver problemas».
El escritor Andrés Trapiello, madrileño de Manzaneda de Torío (León), publicó en Destino uno de los mejores libros de 2020. Se titula 'Madrid', sin más, ha ganado el premio de los libreros y recorre la historia de la ciudad y de sus gentes. «En Madrid estamos viendo que la gestión de la pandemia es diferente a muchas regiones de España y de Europa. Aquí se está buscando desde el principio una manera de armonizar la salud con la economía, ardua cuestión con este virus. Al final la política de liberalizar el comercio y la hostelería, sobre todo, y flexibilizar los horarios y los toques de queda no ha dado peores resultados que en otros lugares. Es un hecho. No sabemos si habrá una cuarta ola que empiece en Madrid, pero de momento aquí se van capeando los temporales».
Andrés Trapiello - Escritor
Lograr un equilibrio, advierte el escritor, es dificilísimo, porque «esa flexibilidad favorece al mismo tiempo abusos temerarios e irresponsables por parte de la población que transgrede las normas, e inhibiciones de las autoridades que no las hacen cumplir». Trapiello considera que las apelaciones de Ayuso a la libertad calan muy bien entre los capitalinos, «incluso entre sus adversarios, que no renuncian voluntariamente a ninguna de las libertades que les brindan. Quiero decir que quienes más la critican lo hacen sentados en una de las terrazas que ella se ha empeñado en mantener abierta».
Joaquín Leguina, madrileño de Villaescusa (Cantabria), fue presidente socialista de la Comunidad de Madrid entre 1983 y 1995. Desde hace unos años, sus opiniones no coinciden con las de su partido. Ahora expresa su simpatía por Isabel Díaz Ayuso y recuerda que Madrid «no es Jauja», y que pese a la pandemia, sigue siendo la ciudad «donde mejor se vive y sobre todo, donde mejor se convive».
Para Leguina, la apuesta de Ayuso por aligerar las medidas coincide con el «espíritu libertario y liberal» de los madrileños y no cree que la presidenta sea la culpable de la «madrileñofobia» que durante la pandemia se ha percibido en algunos lugares de España. «Ha existido siempre. Es la inyección que los partidos nacionalistas ponen en las opiniones públicas de Cataluña, el País Vasco y Galicia», zanja.
Se la odia o se la ama: no hay término medio con Isabel Díaz Ayuso. Sus detractores utilizan el acrónimo de su nombre, IDA, para burlarse de ella y sus declaraciones y decisiones siempre son polémicas: cuando dice que los hombres pueden llegar a sufrir más violencia que las mujeres, cuando asegura que echa de menos los atascos del centro de Madrid o con la pandemia, cuando abre la comunidad pese a los riesgos que semejante medida supone para la salud.
«Yo le tengo simpatía por el hecho de que algunos medios de comunicación la hayan tomado con ella», afirma el expresidente de la Comunidad de Madrid, el socialista Joaquín Leguina. «Le pregunté a Miguel Ángel Rodríguez, asesor áulico de Ayuso, por qué ocurría esto y me respondió que muchos periodistas se creen que es tonta y que por eso hay que sacudirle. Pero de tonta no tiene un pelo y los ataques la han hecho más fuerte».
Una opinión similar muestra el escritor Andrés Trapiello. «A Ayuso se la ha criticado mucho, dentro y fuera de su partido. Se le ha tachado de populachera, de ignorante, y ahora ha puesto nerviosa a muchísima gente, que ve que las cosas con la pandemia no le han salido peor que a otros que presumen de alta política». El autor de 'Madrid' cree que es aún es pronto para decir si existe un 'Madrid de Ayuso', igual que había un Madrid de Carlos III, de la República, un Madrid franquista o uno de Gallardón, realidades de ciudad que exigen años, y muchas obras, para conseguir que se identifiquen con su autor.
En busca de un símbolo
El de Gallardón («el último gran alcalde de la ciudad, entendiendo por esto el que ha hecho grandes beneficios para la ciudad», en opinión de Trapiello) encontró su símbolo en Madrid Río, «el parque que unió el sur, que estaba segregado, con el resto de la ciudad a través de una broma de río». Al mismo tiempo, el escritor sí considera que, de la mano de Ayuso, «hay un proyecto liberal y abierto. Yo al menos lo miro con más simpatía que otros proyectos sectarios de corte populista», concluye.
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