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Una imagen del día de autos, cuando el forense procedió al traslado del cuerpo sin vida de Erika. JOSE VALLINA
La madre del asesino de Erika: «Ni yo me lo perdono»

La madre del asesino de Erika: «Ni yo me lo perdono»

La madre de Igor Postolache reconoce el «terrible» acto de su hijo y es «consciente de que nunca se restituirá el profundo daño causado»

ALBERTO ARCE

Oviedo

Martes, 12 de abril 2022, 10:40

«La razón de no dirigirme hasta este momento a la familia de Erika es que, como madre, no he tenido valor ni fuerzas para pediros perdón porque yo misma no me lo perdono. Tanto yo como mi familia lamentamos profundamente los hechos sucedidos, que ... nunca pudimos imaginar y que nos acompañarán el resto de nuestras vidas». Ayer, la madre de Igor Postolache, el moldavo de 32 años acusado de asesinar brutalmente a la niña de 14 en el portal del número 69 de la calle Vázquez de Mella, el martes de la semana pasada, rompió el silencio de la familia del presunto criminal para pedir perdón a través de una carta pública reconociendo y condenando el «terrible» acto de su hijo.

«Nuestra sociedad tiene procedimientos judiciales para castigar este terrible hecho y será la misma quien lo haga, siendo consciente de que nunca se podrá restituir el profundo daño causado a Erika y a su familia». De nuevo, repitió, «pido perdón a la familia de Erika», también «consciente del dolor inimaginable que están sufriendo, pues el que yo tengo tampoco se puede medir», aseguró la madre de Postolache, una mujer moldava que llegó a España hace algo más de 15 años y que, actualmente, aún reside en Trubia. Tiene otra hija que también vive en España. En estos días, la asistencia jurídica de esta familia la está realizando el letrado Pedro Gutiérrez.

Resignándose, agregó la madre al final, «entendería que la familia de Erika no acepte este perdón que pido expresamente. En un futuro, y si ellos me lo permiten», concluyó, desearía poder hacerlo «personalmente» y «en la intimidad».

Por ahora, ni ella ni su otra hija han podido ver ni hablar con Postolache que, según ha podido conocer este diario, «continúa hospitalizado en el HUCA», donde «aún no ha hablado con nadie». El pasado viernes se acogió a su derecho a no declarar ante la jueza del Juzgado de Instrucción número 2 de Oviedo, quien libró después un auto solicitando su ingreso en prisión provisional, comunicada y sin fianza, una vez reciba el alta, por los presuntos delitos de asesinato y tentativa de agresión sexual.

El suceso en sí mismo es uno de los más atroces que se hayan producido en la ciudad de Oviedo. Eran las dos y cuarto de la tarde del martes cuando Erika Yunga, acompañada de varias amigas, salía de sus clases en el IES de La Ería. Aunque apenas la separaban siete u ocho minutos a pie de su domicilio en Vallobín, se entretuvo con ellas en el parque y no llegó a su portal hasta pasadas las tres. Allí, llamó al portero automático de la cuarta planta, donde la esperaban su padre y su hermano mayor. Nunca llegaría a casa.

En el rellano del edificio que da al ascensor y a la escalera la esperaba Postolache pertrechado con un arma blanca. Por causas que los agentes de la Jefatura Superior de Policía se encuentran aún investigando, la apuñaló allí mismo y, después, la arrastró hasta su piso, el 1º E, un apartamento de 53 metros cuadrados donde el después detenido terminó atrincherado en el baño junto al cuerpo de la menor y autoinfligiéndose veinte puñaladas. La adolescente, víctima de múltiples heridas, mostraba «marcas defensivas», lo que llevó rápidamente a los agentes a interpretar que había opuesto resistencia. Tras la autopsia, el forense determinó que no había sido víctima de una agresión sexual.

Denuncias previas

A Postolache no le faltan llamadas previas de atención, aunque jamás había llegado a cometer, presuntamente, un acto tan atroz. Y es que constan sobre él tres sentencias dictadas en relación con los dos procedimientos en los que se había visto implicado anteriormente. Una de ellas absolutoria por un delito leve de amenazas del Juzgado de Instrucción número 4 de Oviedo, denunciado por una joven a la que había acorralado e intentado poner una bolsa de plástico en la cabeza en plena calle Uría. La otra, la única condena que se le conoce en España, al pago de una multa de 240 euros por acosar a una joven en un autobús urbano entre Trubia y Oviedo. Aun así, son decenas las chicas que han hecho público en las redes posibles casos de acoso callejero en los que Igor podría haber estado involucrado. A los seis meses los antecedentes desaparecen, lo que explica el inexplicable blanco que aparecía en su ficha policial hasta el momento. Ahora, podría enfrentarse a una pena de prisión permanente revisable.

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