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Juan Soto
Málaga
Martes, 26 de diciembre 2017, 10:46
Llegar a los lineales de Mercadona no es tarea sencilla. Y no lo es porque la última palabra la tienen los clientes. Desde que se idea un producto en la mente de los directivos hasta que definitivamente se puede adquirir en la tiendas pasa ... un tiempo durante el cual es testado por usuarios reales: los verdaderos 'jefes' de la compañía que son los que deciden si un artículo es el más apropiado.
La compañía valenciana cuenta en Andalucía con tres centros de innovación en donde se habla y decide sobre los productos que van a entrar a formar parte del catálogo de la firma. En Córdoba se evalúan los vinos, las salsas y los aderezos; en Sevilla los productos de lavado de ropa; y en Granada las cervezas y aguas. Pero a diferencia de otras compañías, en esta cadena de supermercados la decisión final no depende del jefe de unidad ni del directivo de turno, sino del cliente. «Hacemos cientos de pruebas para conocer que el producto responde a una necesidad de los usuarios».
En el centro de Granada se prueban estos días varios productos que están a punto de salir a la venta o que necesitan promoción por haber entrado de forma reciente en los lineales. Joaquín Gómez y Juan Pineda, responsables del departamento de prescripción, explican que las pruebas son fundamental en este centro porque las bebidas alcohólicas no se pueden ofrecer como degustación dentro de la tienda.
Tras un importante trabajo de campo, de estudiar las costumbres de los clientes y de analizar la cesta de la compra de los usuarios, el equipo de este departamento capta a los 'jefes enamorados', palabro que utilizan para identificar a los clientes que se enfadarían si desapareciera un producto concreto de los estantes, y se los llevan al centro de innovación ubicado junto al supermercado de Churriana de la Vega. «Allí les damos a probar los productos y escuchamos sus impresiones para tratar de mejorarlos», exponen. Cualquier opinión o valoración, por nimia que parezca, puede ayudar a mejorar un producto.
En esta ocasión la cata incluye varios artículos novedosos: una cerveza con limón Radler Steinburg que cuenta con un original envase de plástico pet, una sidra de manzana gasificada, una cerveza pilsener elaborada en Alemania que sigue la ley de pureza y otra roja producida en Bélgica que aún no se puede encontrar ni en los lineales. Para acompañar, alguna agua y unas patatas de bolsa con limón y sal que causan sensación entre los participantes.
«Aprovechamos estos encuentros para conocer impresiones sobre el envase o la calidad de los productos y nos sirve para testearlos y conocer si hay que introducir algún cambio antes de que salgan a la venta», dicen. En el caso de las cervezas catadas, los participantes valoraron aspectos como que «el pet es un envase mucho más cómodo para transportar la cerveza» o que la cerveza roja, que se podrá comprar en todos los supermercados a partir de la semana próxima «tiene un sabor fuerte muy diferente al del resto de cervezas».
Los responsables de este departamento explicaron que cada uno de los centros de innovación están especializados para poder atender mejor a los clientes y para que se expongan todos los productos de una misma variedad. Las catas de este tipo les pueden servir para forzar a los proveedores a cambiar desde el color del envase hasta el tamaño de la bebida. «Si hacemos una prueba de lavadoras y vemos que el jefe echa un chorreón de detergente, sin medir la cantidad, a lo mejor tenemos que pedir al proveedor que le ponga un dosificador o un vaso medidor para que no malgaste el producto», explican.
Aunque de momento no cuentan con plazos, desde Mercadona anuncian que quieren habilitar un centro de innovación similar en Málaga para poder testear y registrar las opiniones de los clientes de la provincia. Mientras esto llega, los miembros del equipo de prescripción deben desplazarse de forma presencial a los supermercados de la cadena en la provincia para conocer la impresiones de sus jefes. «En el caso de las cervezas también obtenemos muchos datos en la playa, viendo cómo se llevan las cervezas los usuarios, o en los bares, porque nos sirve para obtener una imagen lo más real posible», confiesan.
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