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Verano de 2018. Los chat de las redes sociales se llenaron de vídeos que pasaban de móvil en móvil en los que se veía a negros que andaban a la gresca. Peleas, lanzamiento de objetos, daños a instalaciones y comercios. El resultado fue la extensión ... de un sentimiento de peligro hacia los subsaharianos. Era un bulo prefabricado, una mentira, pero mucha gente lo creyó con toda normalidad. Más tarde se supo que lo que se concentró en una semana eran imágenes pertenecientes a hechos aislados de los últimos 10 o 15 años. Pero el daño ya estaba hecho.
Subrepticiamente, alguien había utilizado otra vez internet para propagar el discurso del odio. «Las mentiras sobre colectivos vulnerables en las redes sociales son como la gota malaya, al principio igual no te las crees, pero con el tiempo penetran», asegura Clara Jiménez, CEO de Maldita.es, una web especializada en combatir el bulo y el negacionismo. «La mayoría de las acciones de odio digitales son microdiscursos. Sutiles, de baja intensidad, ocultos tras bulos, prejuicios, supuesta libertad de expresión o disfrazados de humor, pero muy dañinos», completa Beatriz Martín, directora de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD). Ambas organizaciones han sumado sus fuerzas para tratar de «romper las cadenas del odio» y anular su nocivo discurso allí donde más se concentra y daña en España, en las redes sociales y entre los más jóvenes.
Parten de dos hechos objetivos. La gran mayoría de los delitos de odio españoles se producen en internet, que es su «caldo de cultivo ideal», por su poder de amplificación y por la impunidad que da el anonimato. Más de la mitad de los autores conocidos de estos actos son menores de 26 años, pero también son adolescentes y jóvenes buena parte de sus víctimas, entre las que destacan extranjeros, minorías étnicas, feministas y el colectivo LGTBI. Pero, además, un estudio realizado por la propia FAD añade un tercer elemento muy relevante. Muchos jóvenes son conscientes de que no están preparados para percibir como tales los discursos de odio de baja intensidad, la base del iceberg. Admiten que normalizan unos comportamientos que atemorizan a las víctimas, que, con frecuencia, optan por autocensurarse para esquivar a los odiadores.
La campaña 'No more haters' (no más odiadores), dirigida a jóvenes de 14 a 29 años, busca abrir los ojos de quienes son los principales usuarios de redes sociales ante la xenofobia, la homofobia o el machismo. Aspira a enseñarles a identificar los prejuicios y los bulos y a proporcionarles instrumentos para denunciarlos y combatirlos. Les lanza un reto –«¿Te crees capaz de identificar discursos de odio»–, pero lo hace con su lenguaje y sus aficiones, desde el lado más lúdico, con una 'app' de juegos para ordenador y móvil diseñada al efecto, que se puede encontrar en la web 'play.nomorehaters.es'. Los tres juegos disponibles incentivan su uso dando puntos por cada acierto y por la velocidad del jugador, lo que se refleja en tres ligas distintas (oro, plata y bronce), con la primera reservada para las mejores partidas.
Para abrir los ojos a los jóvenes tienen dos herramientas. Si te gusta 'Pasapalabra', tu opción es el 'Rondo del odio'. «Con la B, contenido falso que se viraliza con algún objetivo negativo». La finalidad es acertar las 27 respuestas del rosco (en este caso, Bulo). Se puede pedir pista, pasar o responder y comprobar.
Si eres más de sí o no, tu competición es '¿Verdad o bulo?'. Ante afirmaciones como «Los musulmanes demandan a España por las procesiones de Semana Santa» debes elegir una de las dos opciones. La 'app' te dice si aciertas o no y por qué y, con el botón «saber más», te ofrece ampliar la información.
El tercer juego, el 'Quizzz', pretende ejercitar tu capacidad de respuesta y de denuncia. Te coloca en situaciones reales, tanto como víctima o como testigo, y debes elegir la reacción más adecuada. «Lees un tuit que se ha viralizado en el que el usuario afirma: 'La transexualidad es una enfermedad y la OMS lo respalda'». El jugador puede elegir entre: lo dejo pasar (a), me lo guardo para buscar luego si es verdad (b), o le digo que no es verdad y denuncio el tuit a Twitter' (c)». La puntuación de la respuesta incluye la explicación sobre por qué es correcta o incorrecta y también existe botón de «saber más» para los más exhaustivos.
La 'app', que tiene un diseño específico para jugar solo o en clase, con guía para el profesor, siempre permite, fuera de cada partida, usar el «buscador de bulos» para aclarar las dudas y combatir la desinformación en la que navegan a placer los odiadores.
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