Paula Rosas
Corresponsal en París
Jueves, 25 de julio 2019
Franky Zapata no consiguió este jueves pisar las playas británicas de la bahía de Saint Margaret. El soldado volador francés, que dejó boquiabiertos a los espectadores del desfile militar del 14 de julio a bordo de su 'flyboard', no pudo cumplir su sueño de atravesar ... el canal de la Mancha montado en la pequeña plataforma de su invención. Cayó al agua justo cuando iba a posarse sobre el barco en el que debía repostar combustible. Sin lesiones, pero decepcionado, el marsellés no se da por vencido. En los próximos días volverá a intentarlo.
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Zapata, un inventor de 40 años, campeón del mundo de moto acuática, consiguió acaparar la atención internacional con su aparición en los Campos Elíseos cuando, fusil en mano, se elevó por encima de la multitud en un espectáculo futurista. Enseguida se puso por delante un nuevo reto: seguir los pasos de Louis Blériot, el francés que hace exactamente 110 años alcanzó por primera vez las islas británicas en avión.
El día se había levantado perfecto. Con mucho calor, pero sin viento. Zapata llegó al amanacer a la playa de Sangatte, muy cercana al campo desde el que despegó Blériot en 1909. A las 9:05 horas, rodeado de multitud de curiosos y tras recibir la asistencia técnica de su esposa, el soldado volador se elevó entre un ruido ensordecedor y salió disparado hacia el mar. A 140 kilómetros por hora, a los pocos segundos era ya un pequeño punto en el horizonte.
El Ejército galo ha mostrado interés por su invento -«100% francés», como le gusta recordar a Zapata-, al que ven potencial para ser utilizado en operaciones especiales en zonas urbanas. A finales del año pasado, una demostración de las fuerzas especiales en el marco del Foro de Innovación y Defensa de París ya utilizó el 'flyboard' como plataforma para un tirador de élite.
Aún habrá esperar para ver a esos soldados del futuro, pero ayer el objetivo era cruzar los 35 kilómetros que separan Sangatte de las costas de Dover, lo que debería lograr en unos 20 minutos volando a unos 15 metros de altura. El artilugio, propulsado por cinco pequeños turborreactores alimentados por el queroseno que almacena en una mochila, solo tiene una autonomía de 10 minutos, así que Zapata debía posarse en un barco a mitad de camino, y ya en aguas británicas, para deshac erse de la mochila vacía y cambiarla por otra llena que le permitiera llegar hasta la costa británica.
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Cuando intentó alcanzar la plataforma habilitada en el navío para que pudiera aterrizar, de tan solo un metro cuadrado, un golpe de mar agitó el barco y el inventor cayó al agua. «Toda la parte eléctrica se ha jodido», dijo el soldado volador al regresar a tierra. Pero, tras las reparaciones necesarias y una vez consiga de nuevo los permisos, Zapata volverá a vestirse su traje de superhéroe de carne y hueso, ese mono negro y rojo con una gran 'Z' en el pecho, y emprenderá otra vez el reto.
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