Inaugurada en España la planta de pistacho más grande de Europa

De hecho, España es el país europeo con más superficie cultivada de este fruto que tradicionalmente han producido Irán y Estados Unidos a gran escala. Dentro de España es Castilla-La Mancha la comunidad autónoma donde el pistacho se ha asentado con más fuerza: más del 82 por ciento de la superficie nacional de este producto está plantada en esta comunidad y, de ella, el 70 por ciento es ecológico. Las peculiaridades climáticas de esta región están detrás de estos datos ya que el pistacho, plantado por primera vez en la antigüedad en Asia occidental, es en realidad una planta desértica con alta tolerancia al suelo salino que puede sobrevivir a las altas temperaturas.

Sólo requiere estar orientada hacia el sol en terrenos poco húmedos pues sus raíces corren el riesgo de pudrirse durante el invierno si reciben abundante agua y el suelo no tiene suficiente drenaje.

El pistacho es el cultivo alternativo por excelencia en el campo español porque es muy rentable. La lavanda lo fue hace años pero ahora está en peligro por la sequía y por la legislación europea que quiere clasificar el aceite esencial de lavanda como producto químico nocivo para la salud. Por el contrario, todo el pistacho que se cosecha se vende, sobre todo al exterior, y a buenos precios en comparación con otros productos agrícolas: el kilo se paga a unos 6 euros y una hectárea produce de media unos beneficios de 6.000 euros al año.

Por ello, en Castilla-La Mancha la superficie dedicada a este cultivo ha aumentado un 1.260 por ciento en los diez últimos años. No obstante, organizaciones agrarias como Cooperativas Agroalimentarias advierten que hay que esperar de siete a diez años para lograr una producción considerable una vez plantado el árbol. «Hay que contar con las instalaciones necesarias para garantizar la estabilización de la producción con máquinas de lavado y secado en las primeras 36 horas de la recolección para que la calidad y el valor del pistacho no se vea mermado», explica el director de esta organización, Juan Miguel del Real, para quien una fórmula para evitar el fracaso «es hacer una correcta planificación de la capacidad de estabilización, procesado, industrialización y comercialización».

A su alta rentabilidad hay que añadir más alabanzas: los residuos de pistacho sirven para fabricar antioxidantes, biogás y bioabonos y un reciente estudio revelaba que consumir este fruto de la dieta mediterránea mejora los parámetros de función eréctil y los perfiles lipídicos en suero en pacientes con disfunción eréctil. Además, es una fuente de grasas monoinsaturadas e insaturadas que ayudan a mantener a raya el colesterol.