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Miriam Suárez
Arriondas
Martes, 1 de agosto 2023, 08:25
«Cogimos el autobús a las once y cuarto. Iba muy despacio y, al cruzarse con otros vehículos frenó», de tal forma que «una rueda trasera se quedó fuera de la carretera en la maniobra». Así comienza el testimonio de Jon Gómez, uno de los ... pasajeros que ayer viajaba en el autocar que se despeñó en la subida a los Lagos. Este joven de Bilbao, que está de visita en Asturias junto a su novia, entraba y salía ayer nervioso de la sala de espera del servicio de Urgencias del Hospital de Arriondas. No respiró hasta verla. Él salió mejor parado. Pero ella sufrió heridas en la frente y el muslo, que le hinchaban la cara y la hacían cojear.
«Al quedar la rueda fuera de la carretera más de la cuenta, no sé si por el peso, porque el eje del autobús dió en el pavimento o qué, pero el suelo cedió y se hizo como un socavón», relataba Jon Gómez, mientras esperaba a que le dieran el alta médica a su novia. A partir de ese momento, se desató «la locura» en la carretera CO-4, al caer y volcar el autobús en el que viajaba esta pareja vasca y otros cuarenta y seis turistas, que se dirigían al Parque Nacional de los Picos de Europa para disfrutar de la naturaleza asturiana.
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«Al caer el autobús, dimos dos vueltas de campana y ya todo fueron gritos. La verdad es que era para asustarse», prosigue Jon, entre llamada y llamada a familiares y amigos. «Durante unos minutos, sólo se oía a la gente gritar. No era para menos. En el autobús, además, había muchos niños. Incluso algunos bebés», comentaba Jon en la explanada donde iban llegando las ambulancias con los heridos que necesitaban una mayor atención médica. El centro hospitalario del Oriente desbordaba ayer actividad y, pese a ello, reinaba el silencio.
Según Jon Gómez, «es que nos llevamos un susto muy grande». Él y su novia salieron del autobús siniestrado por la parte trasera. Los servicios de rescate rompieron los cristales para que los pasajeros pudieran salir del vehículo. «En un principio, pensamos que ella tenía el fémur roto, pero al final no llegó a haber fractura», apuntaba, por sacarle algo positivo a lo ocurrido, que truncó por completo el que iba a ser un buen día de vacaciones.
En cuanto recibieron el alta, pidieron un taxi y se fueron. Él, aliviado, al poner fin a cuatro horas de calvario. Ella muy dolorida y «con ganas de irme al hotel», del que salieron ayer por la mañana sin pensar que, pasado el mirador de la Reina, la jornada se iba a torcer y nunca llegarían hasta los Lagos de Covadonga. A las seis de la tarde, ya habían recibido el alta cerca de una veintena de heridos y uno tras otro insistían en que, «después de todo, hemos tenido mucha suerte».
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