Ibai Llanos, el chaval de caserío que ha reinventado el entretenimiento

Ibai Llanos (Bilbao, 1995) es el nuevo fenómeno de las redes sociales, capaz de reinventar desde una retransmisión de deportes electrónicos hasta una entrevista con Gerard Piqué o Marc Gasol, pasando por las campanadas de Año Nuevo. Las 550.000 visualizaciones que cosechó el loco directo emitido en la madrugada del 1 de enero -por delante de La Sexta o Cuatro, y con el entonces ministro Salvador Illa entre sus espectadores- ha convertido en sideral la fama de un personaje que ya era ídolo de masas desde los 19 años, cuando fichó por la Liga de Videojuegos Profesional (LVP) y empezó a colarse en los hogares de media España 'casteando' partidas de League of Legends o de World of Warcraft, entre comentarios mordaces, un ritmo frenético y toda suerte de onomatopeyas.

Nada se le resiste. Lo mismo da que presente el 'casoplón' al que se ha mudado -antes propiedad del exjugador del Barça Eto'o, valorado en 3,8 millones de euros- que anunciando su participación en el 'Boom' de Atresmedia o pasando revista a los que van a ser sus primeros espadas después de su salida de G2Esports, el trampolín al que se subió el año pasado de la mano de Carlos 'Ocelote' Rodríguez y que, seguro, llora ya su marcha. Twitch, la plataforma que le ha encumbrado, es el océano en el que este 'streamer' se mueve como pez en el agua: la distribución digital de programas multimedia en directo que ha abierto nuevos horizontes al mundo del entretenimiento.

El público sigue, hipnotizado, la deriva de este chaval con sobrepeso, rubio por temporadas y de sonrisa traviesa, que se ríe de sí mismo y lo hace sin complejos. Nada está prohibido en su mundo virtual: ni hablar de los problemas de ansiedad que arrastra como consecuencia de una exposición pública brutal, acelerada desde que se mudó a Barcelona hace cuatro años; ni la estampida de otros 'streamers' a Andorra -TheGrefg, Rubius, Vegetta777 o Willyrex- para eludir al fisco y cuya falta de civismo no ha dudado en criticar. «Si tú ganas mucho y te quitan mucha pasta, no deberías preocuparte, porque ya vives bien», argumenta con una naturalidad aplastante que no ha hecho sino disparar su popularidad.

Ibai, uno de los pocos que recordará 2020 sin rencor, se dispone ahora a hacer saltar la banca. La pandemia y el confinamiento han abonado un modo distinto de entender el entretenimiento, y no sólo entre los más jóvenes. Lo explica él mismo: «La gente ve en Twitch 'la nueva tele' y controlan quién sale, dónde y a qué hora. Y en ese escenario yo hago lo que quiero». Mientras gigantes del ocio como Netflix y HBO gastan millones en idear nuevas maneras de tenernos pegados a la pantalla, Ibai y sus incondicionales -Ander Cortés, BarbeQ, Reven- retransmiten contenidos en directo y sin salir de casa, reventando las audiencias.

Bastante antes de que 'flipara' con el jacuzzi, la mesa de billar, la sala de cine o el set de grabación de su nueva casa, de que jugara partidas con el Kun Agüero o Kiko Rivera, o de que Frank de la Jungla le invitara a Tailandia a dejarse picar por una serpiente, la vida de Ibai era fiel reflejo de la carrera de obstáculos de sus padres por llegar a fin de mes en esta España vapuleada por la crisis de 2008. Su abuelo, con quien pasó la mayor parte de su infancia, dice de él que era «muy inquieto y muy llorón para ir a clase». Allí conocería a Ander Cortés, inseparables desde los 6 años, con quien jugaba de defensa en el equipo de fútbol del Madre de Dios Ikastetxea, en el bilbaíno barrio de San Ignacio. «Era tímido, pero al mismo tiempo no tenía problema en ser él mismo y hacer lo que le apeteciese», explica Ander de quien es casi como su hermano.

Siempre le gustaron el fútbol y el baloncesto, y sus primeras influencias hay que buscarlas en el Carrusel Deportivo de Manolo Lama y Paco González, de cuyo ritmo narrativo Ibai se reconoce admirador. De ahí a las retransmisiones había un paso. Y lo dio. Se convirtió en 'caster', pero no en uno cualquiera. Locutaba lo mismo una partida de Call of Duty o de Fortnite que los playoffs de la mayor competición del mundo de esports ante 12.000 personas, convirtiendo el palacio de Vista Alegre en una especie de 'Cúpula del Trueno'. «Transmitiendo la pasión con la que vives el juego a la gente que está viendo las partidas», desliza Ander, su fiel escudero.

Para entonces Ibai vivía ya en Barcelona, donde ha aprendido a dominar la cámara y a vivir sin su familia, algo que le ha costado depresiones y psicólogos. Llegados a este punto, los videojuegos son sólo una parte de la industria que crece y crece a su alrededor como un Tetris. Aquí es donde entra en escena Ibailand, nombre con el que ha decidido llamar a su nuevo espacio y para el que se ha lanzado ya a reclutar 'celebrities' de Twitch como Cristinini o IlloJuan. Su lema, «nada es imposible».

El último pelotazo ha sido su fichaje por la Liga de Fútbol Profesional que preside Javier Tebas. El contrato por el que Ibai se convertirá en una de las voces del campeonato y le abrirá las puertas para entrevistar a quien quiera -«nada de estudios de televisión, en pijama y con mi amigo Ander», dice campechano- es por tres partidos al mes. Se estrenó con el Atlético de Madrid-Valencia y le siguieron más de 100.000 espectadores. Dicen que no cobra un euro. Parece lógico. Tratándose de uno de Bilbao, por dinero va a ser.