Un hotel en pleno Cabo de Gata reabre la polémica sobre el turismo en áreas protegidas

Los promotores, herederos directos de los dueños del parque (que es privado en un 80% de su extensión) rechazan cualquier comparación con el tristemente famoso hotel Algarrobico, en la cercana Carboneras. No solo se adecua escrupulosamente a la normativa urbanística del parque, sino que, como recordaron en declaraciones a este periódico, fue precisamente la familia González Torres, con Doña Pakyta como cabeza visible, quien preservó y mantuvo el aspecto actual del parque, luchando por una conservación ecológica y sostenible.

El proyecto se centra en una cortijada ya existente, con varias construcciones en uso y otras abandonadas, donde en la actualidad existe un centro de interpretación y un restaurante donde, puntualmente, se celebran eventos. El hotel fue rechazado ya en 2016 por incluir nuevos volúmenes y dos aparcamientos de gran tamaño, por lo que se ha rehecho, reduciendo habitaciones, a fin de cumplir la norma que rige en el parque natural: nada de nuevas estructuras.

Los grupos ecologistas, sin embargo, cuestionan el interés social del hotel en pleno espacio natural. Y ponen el acento en el aumento de la actividad humana. «Un hotel supone un trasiego constante de vehículos, personas, camiones de mercancías...», se quejan desde la asociación Amigos del Parque.