El personal sanitario de Madrid duplica turnos ante la imposibilidad de ser relevado. Un médico recorrió 12 kilómetros en tablas de esquí para llegar al Ramón y Cajal, y otros 22 una pareja de enfermeros del 12 de Octubre
Enfermos de diálisis o con la cadera fracturada con problemas para llegar a los hospitales, pacientes que aún no han podido ser dados de alta porque no tienen forma de trasladarse a sus domicilios, accesos a los servicios de urgencia bloqueados por la nevada, ... enfermeras y médicos prolongando guardias y duplicando, y hasta triplicando, turnos ante la imposibilidad de ser relevados, tratamientos que han tenido que ser retrasados… son solo algunos ejemplos que radiografían la situación que han sufrido en las últimas 72 horas los hospitales madrileños, y también los de otros puntos de España, afectados de lleno por la borrasca 'Filomena'. Solo en Madrid, el 112 recibió el sábado 2.700 llamadas que requerían atención médica.
En el caso del personal sanitario llueve sobre mojado puesto que llevan meses trabajando a un ritmo infernal por culpa de la pandemia, con una tremenda presión asistencial prácticamente continuada desde marzo y con equipos exhaustos. Pero estos profesionales están hechos de una pasta especial (algunos lo llaman vocación, otros compromiso) y desde el pasado viernes han dado buena prueba de ello.
Empezando, por ejemplo, por el doctor Sergio Serrano, especialista en enfermedades infecciosas en el hospital Ramón y Cajal, que, con las carreteras colapsadas, se calzó los esquís de travesía para recorrer los 12 kilómetros que separan su domicilio, en Canillejas, de su centro de trabajo, y atender «sin falta» a sus pacientes de covid. Partió de su casa poco antes de las siete de la mañana del viernes pertrechado con ropa de nieve, y dos horas y media después ya estaba embutido en su bata blanca en su consulta del hospital público madrileño, donde ese día, además, le tocaba guardia. «Los sanitarios no nos podemos confinar y muchos, como yo, teníamos una cita de 24 horas con nuestros pacientes», cuenta Serrano, de 39 años.
Tras la larga marcha bajo la nieve y una ventisca heladora, llegó deshidratado, con la cara semicongelada, las espinillas desolladas y reventado por el esfuerzo. Lo ha contado en este hilo de Twitter. Aún así se queda con lo positivo de su pequeña gran gesta: el silencio de los copos cayendo sobre el amanecer de Madrid y los ánimos que, cuando más le flaqueaban las fuezas, le dio una pediatra de La Paz que le tenía geolocalizado justo cuando pasaba justo por delante de ese hospital. «Llegué fundido, pero llegué que es lo importante y creo que, entre todos, hemos conseguido salvar unos días muy complicados», dice a este periódico.
Cuatro horas de caminata nocturna
Y si doce kilómetros recorrió el doctor Serrano, nada menos que 22 cubrieron Mónica y Paco, un matrimonio de enfermeros que presta servicio en la UVI polivalente del 12 de Octubre, donde atienden a 16 pacientes de covid. La pareja vive en Majadahonda, a 22 kilómetros del centro médico y el sábado de madrugada, a la vista de que la nevada iba a impedir a sus compañeros llegar al hospital por el cierre de carreteras, decidieron acudir a su puesto de trabajo… ¡andando!
Aficionados a los ultramaratones, a las cuatro y media de la madrugada, bien abrigados con ropa de alta montaña, botas de nieve y con una mochila con un termo de café caliente y frutos secos, partieron de su casa caminando por la M-503. Nevaba con fuerza y con la ventisca se enfrentaron a temperaturas de 6 grados bajo cero. Tardaron 4 horas y llegaron a su puesto a las ocho y media de la mañana.
«Es lo que nos toca hacer. Esta es nuestra profesión. Se necesitaban todos los efectivos y sabíamos que muchos no iban a poder llegar. Es verdad que esto nos pilla ya muy cansados, con todo lo que llevamos a cuestas por la covid, pero por nuestros compañeros y por nuestros pacientes, se hace lo que haga falta», señala orgullosa Mónica, que a sus 52 años nunca había visto una nevada semejante en Madrid.
48 horas seguidas
Ante la imposibilidad del relevo, médicos y enfermeras (pero también celadores, personal de cocina, de mantenimiento y de seguridad) han ido encadenando turnos, trabajando a piñón y sacando lo mejor de sí mismos. Algunos hospitales han habilitado camas para los profesionales que no pudieron marcharse. Hubo médicos, como el doctor Pablo Pérez, psiquiatra en la clínica López Ibor, que ayer domingo terminó una guardia de 48 horas seguidas, la más larga de su vida profesional.
«La compañera que me tenía que relevar no tenía forma de llegar, así que la he suplido. Mentalmente es muy agotador, pero hay compañeros, desde médicos a auxiliares de enfermería, que llevan duplicando e incluso triplicando turnos en guardias mucho más duras», detalla el psiquiatra.
Lucía, de 21 años y celadora en el hospital madrileño de la Princesa, en pleno centro de la capital, lleva casi 20 horas seguidas sin parar. Vive relativamente cerca del hospital y ha doblado turno, sustituyendo a compañeras que residen en municipios limítrofes y que no han podido utilizar el tren de cercanías o el autobús.
«Ha sido muy cansado y muy duro, pero también muy gratificante», cuenta Lucía, que vivió con angustia las horas de bloqueo de las puertas de Urgencias con enfermos de diálisis que no podían esperar. «Hubo que recurrir a la UME», recuerda la joven de una noche que ella, como muchos otros, pasó en blanco.
La 'nieve' enciende la solidaridad
«Hay cansancio, pero es un cansancio precioso», dice Pablo que lleva todo el día trasladando enfermos a hospitales en su 4 por 4. Taxistas y voluntarios como Pablo están haciendo de 'ambulancias ' ante la imposibilidad de estos vehículos de llegar a todos los barrios donde son requeridos.
Hay vecinos, como los de la Asociación Hacenderas, que este domingo por la mañana, pala en mano, se pusieron a despejar el acceso al pabellón psiquiátrico del Gregorio Marañón, completamente taponado por la nieve caída el viernes y el sábado.
Otros se han acercado a los hospitales con bocadillos y refrescos para el personal que lleva más de 48 horas sin poder salir. La solidaridad de los madrileños a flor de piel. Y entretanto, el SUMMA 112, que el sábado recibió 6.100 llamadas (2.700 requiriendo atención médica) envió este domingo varios equipos a
proseguir con la vacunación frente a la covid en residencias y puso un helicóptero a disposición de una persona que requería diálisis.
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