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La hora de salvar el planeta

La salud de la Tierra pasa por la Cumbre climática que acogerá Glasgow en una semana. La cita cuenta con el formidable impulso de una generación de jóvenes que es muy consciente de que o se suman voluntades en la lucha contra el calentamiento global o no habrá futuro para ellos

Caroline conejero

Domingo, 24 de octubre 2021, 01:05

En la cumbre sobre el clima COP26 de la ONU, que comienza en Glasgow en una semana, se pone en juego el futuro del planeta y de forma más inmediata el de una generación de jóvenes que ha volcado todos sus esfuerzos vitales en parar ... como sea el desbocado cambio climático que amenaza con destruir la Tierra que conocemos. Tras la pandemia, por primera vez en la historia se podrían dar las condiciones para desarrollar acciones globales coordinadas bajo el reconocimiento común de que la cooperación mundial es esencial no solo para frenar el desastre, sino para gestionar un crecimiento mundial menos destructivo y, quizá, algo más equitativo.

Si el enviado especial del presidente Joe Biden para el clima, John Kerry, está en lo cierto, en la cumbre se podrían hacer «anuncios sorprendentes» por parte de países clave en lo que podría suponer un significativo gran paso para el planeta. Es el 'Gran Momento', tras la difícil recuperación de la emergencia sanitaria, gracias a los rápidos avances en tecnología, voluntades gubernamentales, empresariales y financieras más firmes, y el creciente auge del activismo ambiental.

Y sobre todo gracias al imponente empuje en el frente social de una generación joven que lucha con fuerza contra un calentamiento global que afecta ya al 80% de la superficie terrestre del mundo. Aunque suene algo trasnochado para muchos, para la nueva Generación Z que lidera la lucha contra el cambio climático en el mundo no existe nada más importante que salvar el planeta. Tienen menos de 26 años, suponen casi una cuarta parte de la población mundial y entregan hoy sus vidas a frenar la acelerada cuenta atrás de un calentamiento global que han heredado, y que amenaza con un angustioso escenario de escasez drástica de agua y alimentos, de desastres climáticos catastróficos. El colapso completo del ecosistema.

Como generación más inmediatamente afectada por las consecuencias del cambio climático, los Z eligen carreras y especializaciones relacionadas con el medio ambiente; crean sus propias empresas start-up de innovación; realizan prácticas en la industria y granjas de experimentación; invierten su tiempo y su dinero en las filas del activismo político, y fundan incluso sus propias organizaciones para presionar a los poderes políticos a realizar cambios reales.

Los Z han realizado cambios en su vida cotidiana a la que han incorporando nuevos comportamientos conscientes de los problemas del clima a largo plazo o de por vida, que conciernen decisiones de consumo, de hábitos y hasta de voto.

Un hombre recoge basura que ha depositado la marea en la playa Costa del Este, en Ciudad de Panamá. AFP

En Estados Unidos, las universidades han ampliado considerablemente sus programas de carreras y ofrecen ahora toda una gama de estudios integrados relacionados con el clima, la ecología y la sostenibilidad. Especializaciones y masters con un enfoque interdisciplinario que abarcan desde ecología de la restauración, agricultura regenerativa, restauración de la biodiversidad del suelo hasta la gestión del cambio climático.

Falta ambición

Toda una generación se ha puesto a trabajar para evitar la destrucción del planeta. Desde hace treinta años todas las naciones del mundo están obligadas a tomar acciones para evitar el peligroso cambio climático y encontrar formas de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, pero hasta ahora los avances son raquíticos. En el Acuerdo de París de 2015 los países del mundo se comprometieron a mantener el incremento de la temperatura media del planeta muy por debajo de los 2º, -por encima de los niveles preindustriales-, mientras se trabaja en reducir el calentamiento global a 1,5º antes del 2030.

Sin embargo, la comunidad científica ha advertido que los compromisos alcanzados en París no son lo suficientemente efectivos y es necesaria una drástica reducción de las emisiones a la mitad antes de 2030, así como un objetivo de emisiones de dióxido de carbono de incremento cero para el 2050.

A sabiendas de que los acuerdos no vinculantes entre países eran inadecuados, la mesa de trabajo de París incorporó en el acuerdo el llamado 'mecanismo de trinquete' que fuerza a las naciones a volver a la mesa con nuevos compromisos cada cinco años.

Tras el lapso del pasado año debido a la pandemia de Covid-19, la presión se cierne ahora sobre la comunidad internacional, alrededor de 200 países que toman parte en la COP26 del 1 al 12 de noviembre de 2021 en Glasgow. El objetivo es alcanzar acuerdos para reducir las emisiones en un 45%, niveles que los científicos estiman imperativo para 2030. Y de ahí, dirigirse a cero emisiones netas para 2050, si el mundo consigue permanecer dentro del umbral de 1,5 ° C.

Abuso del comercio de CO2

La Cop26 tendrá que dar solución también al llamado «comercio del carbono», un mecanismo establecido en el protocolo de Kioto de 1997, mediante el cual los países ricos pueden transferir parte de su cuota de reducción de carbono a otros en desarrollo. Como la reducción de las emisiones de CO2 tiene el mismo impacto en la atmósfera dondequiera que se produzca, el mecanismo permite a los países ricos «comprar» reducción en mercados más baratos de países pobres, y contabilizar como «créditos de carbono» en sus propios objetivos de reducción de emisiones.

Si bien en el papel el comercio del carbono parecía una solución ganadora para ambas partes, -por un lado, los países pobres obtienen acceso a la financiación de proyectos de energía verde que reducen emisiones, y por otro, los países ricos reducen su carga económica-, en la realidad, se ha abusado del sistema y ha resultado un fracaso en la reducción rápida de CO2.

En la última COP de Madrid en 2019, las negociaciones sobre el comercio de carbono, incluido en el artículo 6 del acuerdo de París, estuvieron a punto de descarrilar la cumbre. El gran esfuerzo coordinado hacia la solución implica cambios profundos en los modelos económicos modernos basados en energía barata y de fácil acceso basados en combustibles fósiles establecidos desde la revolución industrial.

La profunda transformación económica y social en marcha requiere cambios que afectan a los sistemas de energía y medios de transporte, a la reconstrucción del medioambiente, e incluso cambios en el comportamiento y en la alimentación. En definitiva, un cambio del etos humano que implica repensar su formar de convivir con el medio ambiente en lugar de un crecimiento de espaldas a él, y que involucra también a la sociedad civil y al sector empresarial.

Tiempo de renovables

Por ello, además de los jefes de estado, la COP26 congregará a más de 30.000 delegados, incluidos activistas, expertos del clima, y empresas y organizaciones asociadas que intentarán encontrar fórmulas de acción global coordinada.

Afortunadamente, el momento coincide con importantes avances que han venido fraguándose en la ultima década. El coste de la energía renovable y otras tecnologías verdes se ha abaratado considerablemente en los últimos años y ahora es tan accesible como los combustibles fósiles en la mayor parte del mundo. La tecnología de los vehículos eléctricos ha evolucionado y se están desarrollando nuevos combustibles como el hidrógeno.

Las grandes empresas del mundo se han subido al tren de la innovación y los grupos de influencia de la industria enfatizan la necesidad de adoptar prácticas sostenibles y liderar el camino a través de la inversión y la innovación. La misma General Motors ha puesto recientemente fecha de expiración a la producción de vehículos a gasolina y diésel para 2035. Cinco años más tarde del límite que se ha puesto la Unión Europea.

En el último lustro, las empresas líderes del sector como Enel Group, Iberdrola, Neste, NextEra Energy y Ørsted, han obtenido rendimientos excepcionales del orden del 30% anual. La primera generación de empresas de la «vanguardia ecológica» produce ya beneficios al nivel del de los gigantes de la tecnología en línea como Amazon, Apple, Facebook y Google. Los rendimientos de una segunda generación emergente de corporaciones verdes como Beyond Meat y Tesla, oscilan entre el 70% y el 80% -el valor de Tesla por sí solo supera ya con creces el de cualquier otro fabricante de automóviles-.

El crecimiento del empleo en especializaciones de ciencias ambientales lidera el nuevo mercado laboral como algunas de las profesiones mejor pagadas. No es un escenario rosa. Es verde.

Los que atraerán todas las miradas

Los ojos del mundo están puestos en ellos, aunque a fecha de hoy muchos ni siquiera han confirmado su asistencia a la cumbre de Glasgow. Es el caso del líder chino, Xi Jinping, que podría excusar su asistencia escudándose en la «preocupación genuina», dicen sus asesores, de contraer el Covid. Su espantada podría tener un efecto dominó por ejemplo en Japón, otro de países industriales en el furgón de cola de la acción climática.

Quien sí estará será Joe Biden, dispuesto a corregir la deriva de su predecesor y a recuperar el liderazgo climático para EE UU. Para avanzar en esta dirección ha prometido una reducción en diez años del 50% de emisiones respecto a 2005, una estrategia que en las últimas semanas se ha resumido en una consigna: guerra sin cuartel al metano. Las recientes inundaciones y los devastadores incendios, apuntalan su compromiso. Boris Johnson juega en casa y podrá alardear de que Reino Unido ha reducido un 40% sus emisiones desde 1990 o de liderar la construcción de parques eólicos marítimos.

Por un nuevo 'Plan Marshall'

Putin no ha confirmado aún su presencia, y tampoco lo ha hecho Narendra Modi (ambos se perdieron la cumbre de 2019). Mientras el primero está enfrascado en agrias discusiones con Occidente por el interés que despierta el Ártico, donde Rusia tiene abundantes recursos minerales, el líder de India -tercer emisor de CO2 y próximo país más habitado del planeta-, reprocha a quienes contaminaron antes que él su cicatería con los planes de financiación.

Greta Thunberg ya ha manifestado sus recelos sobre los resultados de la próxima Cumbre y rebajado las expectativas. Quienes intentarán que eso no ocurra son Alok Sharma, presidente de la COP26, juramentado para que el carbón pase a la historia; y Nigel Topping, que tiene la misión de arrastrar a empresas, inversionistas, organizaciones y regiones a sumarse a la acción, coordinándoles con los gobiernos. Busca el compromiso económico, un auténtico Plan Marshall, porque en esta carrera por la supervivencia no todos parten de la misma línea de salida.

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