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zain zaman janjua
Miércoles, 6 de enero 2021, 01:22
Rafiq era adolescente cuando aprendió a capturar pájaros vivos en Pakistán. Un talento que le valió su fortuna, gracias a la demanda de halcones e incluso de especies amenazadas en los países del Golfo. Una sola de estas rapaces puede venderse por varias decenas de ... miles de euros en el mercado negro. Gracias a ello, Rafiq pudo renovar su casa este año. «Cada temporada, vendedores de Karachi dejan su contacto y nosotros los volvemos a llamar si capturamos algo», explica sin ambages este cazador de 32 años.
Muhammad Rafiq, que vive en un pueblo pakistaní, capturó recientemente un halcón peregrino al cabo de una semana de persecución. «Necesitaba mucho este dinero», argumenta. «Y Dios me escuchó», agrega. Pakistán es el centro neurálgico del comercio de halcones desde hace años, por una parte como vivero para conseguir estas aves y, por otra, como lugar donde ir a cazar con esta rapaz.
Capturar halcones está oficialmente prohibido pero la demanda va en aumento, según la rama paquistaní del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF). La organización estima que 700 halcones fueron capturados ilegalmente y sacados del país en 2020, generalmente por redes del crimen organizado.
Los clientes proceden esencialmente de países árabes del Golfo, que tienen una larga tradición de halconería. Algunos tratan a los pájaros «como sus propios hijos».Así lo apunta Margit Muller, directora de la clínica para halcones de Abu Dabi, que trata a 11.000 aves al año, una cifra que ha pasado a ser de más del doble en una década.
Algunos halconeros buscan pájaros que hayan sido capturados en la naturaleza en lugar de aquellos criados en cautividad, pues piensan que son mejores cazadores, una convicción que, sin embargo, no se apoya en ninguna prueba científica. Muchos halcones vuelven después cada invierno a los desiertos paquistaníes con ricos príncipes del Golfo para vastas cacerías de hubara, una especie de ave amenazada conocida como avutarda hubara. Los Estados del Golfo conceden desde hace décadas generosos préstamos a Pakistán, esperando principalmente que Islamabad siga dejándoles cazar en los desiertos paquistaníes.
Cada año, los halcones migran desde Siberia a climas más cálidos en invierno, como el sur de Pakistán. Y entonces los traficantes se desplazan a los pueblos en la costa del mar de Arabia para incitar a los pescadores a abandonar sus barcos e ir a capturar estas rapaces. «Les damos adelantos, enviamos comida a sus familias, y si cogen un valioso pájaro, podemos intercambiárselo por motos», dijo a la AFP uno de estos traficantes, que pidió no dar su identidad.
Las técnicas de capturan son variadas: se usan desde redes o pegamento hasta, más generalmente, pájaros más pequeños como cebo. Los furtivos buscan en particular al halcón peregrino, cuyas poblaciones permanecen estables, y también al halcón sacre, que está amenazado.
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