La emergencia climática no admite más dilaciones. Consciente de que la crisis es apremiante, la generación de la activista Greta Thunberg ya ha llevado a cabo dos huelgas globales por el clima, lo que dio lugar a que cientos de miles de adolescentes se echaran ... a la calle para exigir soluciones para el planeta. De repente la irrupción del Covid-19 eclipsó cualquier tipo de debate sobre el asunto. Pero entretanto, los indicadores sobre la salud de la Tierra siguen siendo alarmantes. El calentamiento global no se toma vacaciones y cobra un ritmo acelerado en esta última década. En este contexto, Juventud por el Clima ha emprendido una campaña para recoger un millón de firmas con el fin de que sus demandas sean discutidas en el Parlamento Europeo.
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El documento anima a la UE a que se reduzcan en un 80% las emisiones de gases causantes del efecto invernadero de aquí a 2030. Este desafío se dirige a cumplir con más rapidez los propósitos del Acuerdo de París, que prevé que el aumento de la temperatura no pase de los 2ºC y compromete a los signatarios a hacer todo lo posible para limitar ese incremento a 1,5º C.
El texto aboga por aplicar un nuevo impuesto, conocido como Ajuste de Carbono en Frontera, sobre los gases contaminantes que se emiten en la producción de los bienes que se comercializan en el territorio comunitario. Una de las propuestas más ambiciosas se refiere a no firmar tratados de libre comercio con los países que no emprendan políticas encaminadas a no superar en 1,5ºC la temperatura global.
La última petición del documento alude al compromiso de elaborar materiales educativos gratuitos para que se incorporen a los planes de estudios de los estados miembros.
Los planteamientos son exigentes, pero acordes con la gravedad que los últimos indicadores reflejan. No en balde, este mes de julio ha sido el tercero más caluroso en todo el mundo desde que hay registros, solo por detrás de los de 2006 y 2019, según el Servicio de Cambio Climático de Copernicus (C3S), dependiente de la Comisión Europea. Este organismo ha detectado una reducción significativa de la cobertura del hielo marino en el Ártico. Por añadidura, los datos de Copernicus muestran que la ruta marítima septentrional, a lo largo de la costa norte de Siberia, estuvo en gran medida libre de hielo, mientras que las temperaturas también se situaron considerablemente por encima del promedio en la región y en el archipiélago canadiense.
Alguien podrá pensar que el confinamiento, con el drástico parón productivo que ha supuesto, ha dado un cierto respiro al medio ambiente. Quien piense así se sentirá defraudado. Es cierto que ha habido una importante reducción en las emisiones de gases de efecto invernadero y de los que contaminan el aire. Sin embargo, a efectos prácticos la suspensión de la actividad no ha dejado una huella perceptible en lo tocante a revertir el cambio climático. Un estudio publicado en la revista 'Nature Climate Change' revela que en 2030 las temperaturas globales solo serán 0,01º C más bajas de lo esperado. «El CO2 tiene una larga vida en la atmósfera, por lo que es preciso rebajar las emisiones a cero», sostiene Piers Forster, uno de los autores del estudio, perteneciente a la Universidad de Leeds.
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