La larga historia de los famosos anunciando cosas de comer
Gastrohistorias ·
Las marcas españolas aprovechan al menos desde hace un siglo el tirón de cocineros y celebridades para venderGastrohistorias ·
Las marcas españolas aprovechan al menos desde hace un siglo el tirón de cocineros y celebridades para venderAna Vega Pérez de Arlucea
Domingo, 8 de julio 2018, 01:28
No sé si lo saben ustedes, pero Emilia Pardo Bazán (1851-1921) además de condesa, novelista, feminista y catedrática, fue también cocinillas. Amante del buen comer (no había más que ver su rotunda figura), también metió mano en los fogones y publicó dos maravillosos recetarios: ' ... La cocina española antigua' (1913) y 'La cocina española moderna' (1918). Al hilo de este último redactó varios artículos reivindicando el uso culinario del aceite de oliva nacional, que se veía amenazado por el auge de la gastronomía francesa y sus mantequillas. Dicho y hecho, un avispado comercial la contrató para ser la imagen publicitaria de una marca de aceite. Doña Emilia, pues buena era ella para atenerse al que dirán, aceptó y se formó un considerable escándalo entre los tontainas de turno al ver a la insigne escritora retratada en la cocina y descrita como «una de las apasionadas del aceite».
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Esta simpática anécdota ilustra uno de los más antiguos ejemplos en nuestro país de colaboración publicitaria entre un producto alimentario y una persona de renombre. En los años 20 la empresa sevillana 'La Giralda', también dedicada a la elaboración y venta de aceites de oliva puso en marcha una campaña utilizando a famosos cocineros como prescriptores. A la usanza de los chefs estrellados de nuestra época, que lo mismo anuncian sartenes que gafas de sol, pero algo más comedida. Por primera vez los cocineros españoles salieron del anonimato y aparecieron retratados en prensa como epítomes del buen gusto. Modesto Ríos, cocinero jefe de la casa Tournié (Madrid), Antonio Feito del Lhardy, Lengaran el jefe de cocinas del Hotel Palace, Genaro Berruguete del restaurant Molinero y Manuel Pardos, cocinero mayor del Palacio Real, cantaban las bondades del aceite Giralda y recomendaban su uso a las amas de casa.
En los 30, desembarcó Coca-Cola en la península trayendo consigo las modernas técnicas de márketing de los Estados Unidos, con famosos al canto. Conchita Piquer, Celia Gámez, el futbolista Gorostiza o el barman Pedro Chicote aparecieron en sus anuncios botella de refresco en mano y felices como perdices. En la nómina de la bebida burbujeante estuvieron celebridades tan diversas como el boxeador Pablo Ruiz, Lino Rodríguez (escenógrafo del Teatro Eslava de Madrid), el portero Zamora, el torero Chicuelo, ciclistas, pelotaris, vedettes…
Por supuesto, la llegada de la televisión fue el desfase. Durante los años 60 y 70 la vinculación de famosos a la publicidad del comer y el jamar dio pie a obras maestras de la publicidad como Juanito Navarro vendiendo pastas de manteca, Pepe da Rosa cantándole a un bote de tomate frito, Rafaela Aparicio promocionando la sobrasada Elpozo o Mari Carmen, doña Rogelia y demás muñecos tomando turrón sin parar. Tip y Coll hicieron famosa a la tónica Daily Tonic, Kubala a los chicles Dunkin, Mary Santpere al caldo Knorr, Teresa Gimpera al coñac Valdespino y Carmen Sevilla a la botella grande de Coca Cola. Cualquier tiempo pasado no lo sé, pero los anuncios pasados sí que fueron mejores.
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