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JOSÉ mENDOZA MAYO
León
Miércoles, 5 de febrero 2020
Las Fallas de Valencia están a la vuelta de la esquina. Faltan menos de dos meses para que la pólvora comience a correr y los 'ninots' ardan para reducir a cenizas el trabajo de varios meses ante los ojos de miles de personas, valencianos y turistas venidos de todas las esquinas del mundo para presenciar este espectáculo. Esta edición contará con un proyecto muy especial para la Falla Municipal, la más fotografiada y admirada durante las fiestas. Ideada por el reputado artista urbano Escif y ejecutada por los maestros falleros Manolo Martín y José Ramón Espuig, consistirá en una mujer que medita y que rotará 360º a lo largo del día, por lo que estará de cara a todos los edificios de la plaza en algún momento del día.
Este proyecto de dar vida a la falla de 20 metros de altura es un verdadero reto, el tipo de reto del que Cristina Morán se enamoró cuando vio estas esculturas de madera arder por primera vez. Esta enfermera leonesa es una de las encargadas de trabajar con los artistas para construir a 'la meditadora', nombre con el que han bautizado la escultura. «Cuando aterricé hace cuatro años en esta ciudad y viví mis primeras fiestas supe que quería aprender a hacer esto. Hace casi dos años, coincidió que solo trabajaba de lo mío en verano para cubrir las vacaciones, por lo que me decidí a formarme en este arte, descubrí un ciclo formativo y me lancé a la aventura para ocupar mi tiempo, pero he terminado encontrando mi pasión», asegura.
Hace 18 meses, con 27 años, Cristina decidió retomar su formación artística que había dejado aparcada para estudiar la carrera en la Universidad de León. «Estoy haciendo el curso de formación profesional de Artista fallero y construcción de escenografía. Toda mi vida me ha gustado dibujar. De hecho, cuando estaba allí, conocí a Lolo, el dibujante, y él se ofreció a darme clases. Con él comencé a pintar con óleo. Tenía una espinita clavada, porque me hubiera gustado estudiar Bellas Artes, pero no la había en ULE. En ese momento yo no quería salir de León porque estaba terminando mis estudios en el Conservatorio de Música, así que opte por enfermería», explica la leonesa, que una vez terminados sus estudios se mudó a la Comunidad Valenciana por amor: «Tenía a mi pareja aquí, entonces fue cuando disfruté de mis primeras Fallas y me enamoré de estas fiestas».
«A mis amigos les parece muy guay tener a una amiga fallera. Les sorprendió la noticia, pero no mucho, porque saben que me encantan estas cosas. Mi madre fue la que peor lo lleva, dice que estoy loca, creo que no lo termina de digerir», bromea. Y es que, aunque comenzó las prácticas de su formación con la idea de buscar un taller que le abriera puertas en el mundo de la escenografía, Cristina ha quedado atrapada en este masivo proyecto de la Falla Municipal: «Elegí hacer las prácticas con Manolo Martín porque buscaba algo más que un taller fallero. Él se dedica a la escenografía, en años anteriores hizo a la del Carnaval de Tenerife o Tomorrowland. Pero al poco de empezar con él presentó el proyecto y se lo concedieron, y ahora mismo dedicamos todos los recursos a la falla», cuenta la artista fallera.
Junto con el maestro, Cristina se ve obligada a tocar todas las ramas del arte, pues en el proceso de construcción de una falla pasa por diferentes áreas. Lo más díficil, es «hacer pieza a pieza» para luego poder «ensamblar la figura en la plaza».
Cristina ya se ha acostumbrado, pero asegura que al principio la pregunta más repetida era la misma: «¿Qué hace una enfermera leonesa en un taller de Fallas?». Ella se lo toma con humor y se ríe. «Eso mismo me preguntaba yo, la verdad. Al principio a mi me llamaba la atención estar allí y a la gente le llamaba la atención que yo estuviera allí. Ni yo entendía que hacía una leonesa construyendo la falla principal de Valencia».
Una pregunta a la que ha encontrado respuesta con tiempo, pues asegura que no es una fiesta que sea tan diferente a las que se viven en León: «Es verdad que hay diferencias, pero también existe una unión. Si lo piensas, tenemos las Fiestas de San Juan, y tenemos una hoguera que en cierta forma es como una falla en pequeñito. En Alicante también tienen las hogueras de San Juan. Somos más similares y hay más cercanía entre nuestras fiestas de lo que puede parecer al principio», compara la profesional de la salud. Aunque asegura que hay una cosa a la que nunca podrá acostumbrarse. «Aquí son como bombas. Los petardos que tiran aquí no se parecen nada a los de León. Nunca los había visto tan grandes y ruidosos. Aquí los tiran durante días y días seguidos y nadie se asusta», bromea Cristina, que cada vez tiene más claro que quiere seguir en este mundo durante mucho tiempo.
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