Borrar
Marcelo Muñoz, en su casa de Madrid, junto a un dragón chino y una foto de su mujer, Paquita. Antonio López Díaz
El extremeño al que va a condecorar en persona el presidente chino Xi Jinping

El extremeño al que va a condecorar en persona el presidente chino Xi Jinping

Marcelo Muñoz, que lleva casi medio siglo ayudando a las empresas españolas a abrirse camino en el gigante asiático, será nombrado Embajador de Amistad del Pueblo Chino, único europeo vivo con esta distinción

Sábado, 21 de septiembre 2024, 00:36

Solo dos europeos ostentan el título de Embajador de Amistad del Pueblo Chino y ambos son españoles: el ya fallecido Juan Antonio Samaranch –al que China quiso agradecer sus esfuerzos para que el país tuviera sus Juegos Olímpicos en 2008– y el cacereño Marcelo Muñoz, un economista nacido hace 89 años en Jaraíz de la Vera y que hace unos días recibió la llamada de la embajada china para comunicarle su nombramiento, una noticia que acogió «honrado, feliz y con muchísima ilusión». Muñoz recibirá la alta distinción de manos del presidente Xi Jinping en una cena de gala que se celebrará en Pekín el 11 de octubre enmarcada en el 75 aniversario de la proclamación de la República Popular China.

¿Pero qué ha hecho este inquieto extremeño para merecer un honor que los chinos reservan exclusivamente a sus amigos «más queridos»? Marcelo lleva 46 años de relación comercial, intelectual y vital con China, y posiblemente sea uno de los europeos que mejor conoce los entresijos políticos del Gran Dragón, así como su cultura, su historia y su economía. Fue el primer español en abrir una oficina comercial en China en 1978 y desde entonces ha realizado 130 viajes allí, ha vivido seis años en aquellas lejanas tierras que ha recorrido varias veces (conoce más de un centenar de ciudades) y ha introducido en China a 150 empresas españolas.

Paralelamente ha escrito cuatro libros sobre el coloso asiático ('El enigma chino', 'China 2025', 'La China del siglo XXI' y el más reciente, 'China ha vuelto para quedarse', que va a ser traducido al chino, inglés, francés, alemán, coreano y japonés), es cofundador de Cátedra China -un laboratorio de ideas que nació en 2012 como espacio de diálogo entre España y China e integrado por intelectuales, empresarios y expertos en ambos países- y preside la Fundación Cátedra China, de reciente creación.

Marcelo, que además de economista es filósofo y teólogo, aterrizó en Pekín a finales de los 70 al calor de la política aperturista que iniciaba el entonces presidente Deng Xiaoping para alentar las inversiones extranjeras. «Él hablaba de apertura y nosotros nos lo creímos», recuerda Muñoz, que vio una oportunidad en el sector del comercio exterior que en aquella España posfranquista andaba en pañales. Creó Incoteco, una consultora para abrir mercado en China a las firmas españolas. «Yo llamaba a las empresas para contárselo y salían corriendo, jajaja. '¿Negocios con la China comunista?', me decían». Pero hubo compañías (Repsol o Cepsa, por ejemplo) que, con más clarividencia, sí vieron la oportunidad, aceptaron los servicios de este pionero y lograron multiplicar su volumen de negocio.

Silencio del Gobierno

Desde aquel 1978 ha sido testigo desde dentro de la asombrosa transformación de China en estas últimas cuatro décadas en las que el país ha pasado de ser la potencia 120 del mundo a la segunda. «Creo que no hay ningún español ni europeo que tengan esa experiencia tan directa y continuada», apunta un poco dolido (aunque no lo dice) por el silencio del Gobierno de Sánchez ante un nombramiento tan extraordinario que es el único europeo vivo que puede presumir de ello.

Solo se arrepiente de no haber aprendido «bien» el mandarín («lo intenté y daba clases todos los días al final de la jornada, pero a esa hora me llamaban desde Madrid y, hablando en plata, me jodían la clase», pero al menos lo chapurrea lo suficiente como para poder agradecer al discreto Xi la medalla que le entregará el día 11 y «que pone la guinda a una vida dedicada a China». Le pesará en el corazón la ausencia de su «esposa, amiga, compañera y aliada» Paquita, que falleció hace unos años y que ha sido un pilar fundamental en su vida. No tuvieron hijos.

Dice Marcelo que lo que más le gusta de China es que aquello es otro mundo. «Y si no aceptamos que es otro mundo no entenderemos nada de China ni del futuro. Tenemos que aprender de ellos casi todo y ellos de nosotros, también mucho», ilustra.

«No hay una estrategia»

El veterano economista, al que conviene escuchar por su profundo conocimiento de este inmenso país de 1.425 millones de habitantes (30 veces la población de España), echa de menos una estrategia comercial que permita multiplicar nuestras exportaciones a China. «En los 90 España vendía el 0,5% de las importaciones chinas; hoy es el 0,24%», dice, y se lamenta, por ejemplo, que siendo España el mayor productor de aceite de oliva del mundo, «no lo hayamos colocado en cantidades industriales en China, donde lo aprecian como producto gourmet y por sus propiedades saludables».

Algo similar ocurre con el vino. «En China beben vino y se podría vender muchísimo más vino español. ¿Por qué no se puede poner una botella de vino español en los restaurantes chinos, sean de la región que sean? No hay una estrategia de comercio a medio o largo plazo con China. Se hacen cosas, pero a golpes», critica.

Marcelo, en su piso madrileño ante una tela bordada con paisajes orientales. Antonio López Díaz

El turismo es, a su juicio, otro ejemplo «sangrante» en el que se puede avanzar mucho más. «En el año anterior al covid salieron de China 150 millones de turistas de poder adquisitivo alto, pero España da los visados con cuentagotas y nosotros allí podemos ir sin visado. ¿Por qué no hacemos lo mismo?», se pregunta. Y recuerda que el turista chino que llega a España es el que más gasta (3.800 euros en diez días) « y un millón de turistas serían 3.800 millones de ingreso. Pero no les damos visados, cuando, además no es un turista de sol y playa ni es estacional sino que puede venir durante todo el año. Lo que hacemos es de tontos», argumenta.

Nueva Ruta de la Seda

Tampoco entiende que España no forme parte de la Nueva Ruta de la Seda, el gran eje de la política exterior china para facilitar los flujos comerciales con el resto del mundo, y sigue sin comprender que nuestro país diera la espalda al macroproyecto de un grupo empresarial chino para crear en el Puerto de Algeciras un gigantesco centro de distribución de productos para Europa y África. «El Gobierno español dijo no porque a Estados Unidos no le gustaba», indica.

Defensor a ultranza de la filosofía confuciana (no basada en conceptos religiosos sino en valores como la ética y la virtud individuales), Marcelo ofrece un consejo para hacer negocios en China. «Necesitas tener allí un pie chino», es decir buscarse un socio de allí. Y añade otro: «No caer en el error de sentirnos superiores». Y es que, a su modo de ver, los occidentales «nos creemos superiores, no aceptamos que haya otra forma de pensar, otra economía, otra política, compatible con la nuestra, pero diferente». Y esa forma de pensar tan particular (y que a veces Occidente observa con cierto recelo) le ha hecho merecedor del título de Embajador de Amistad del Pueblo Chino. Y ya se sabe que quien tiene un amigo tiene un tesoro. Y en China más.

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

leonoticias El extremeño al que va a condecorar en persona el presidente chino Xi Jinping