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Los jueves y viernes el político valenciano relaja su indumentaria y deja el coche en casa. R. C.
Esteban González Pons, entre el Numancia, y el Queen Mary
La semana de

Esteban González Pons, entre el Numancia, y el Queen Mary

El eurodiputado del PP corre, pedalea y entrena al club soriano en la Play. Pasa horas en la sede del Parlamento europeo en Bruselas, que él ve como un «crucero». Además ha escrito una historia de amor

Domingo, 31 de mayo 2020, 07:12

Tras una «atribulada» carrera -en primera línea de oposición a Zapatero, en la última del Gobierno de Rajoy-, resulta que Europa, la comunitaria, guardaba la horma de su zapato. Esteban González Pons (Valencia, 1964) vuelve a disfrutar de la res pública. Tanto que se ... ha puesto a escribir un 'thriller' político. Dice que así se desquita de la frustración que le ha provocado que su primera novela saliera al mundo cuando éste lidiaba con la pandemia. Por 'Ellas' (Editorial Espasa) -en la segunda edición pese al confinamiento- desfilan Rita Barberá y Camps y suicidios, amor, sexo, «todo», promociona el autor desde la Bruselas a medio gas de Ursula von der Leyen.

Lunes

Una de las cosas que descubres cuando llegas aquí es que todos los prejuicios nacionales se cumplen: los franceses son los más elocuentes a la hora de hablar mal de un compañero; de la palabra de un italiano no te puedes fiar jamás, pero consiguen traicionarte sin que te enfades con ellos; los alemanes siempre siguen la dirección que se trazan, haya muros o no; los holandeses exhiben abiertamente sus malas intenciones; los griegos son creativos; los portugueses, muy discretos y, los españoles, bien mandados.

7.10 horas. Despierto a mi hija. Ya no la llevo a la parada de autobús. Ahora la dejo frente al ordenador. Todos los días le tengo que convencer de que tiene que vestirse. Al menos, de cintura para arriba. Ella es muy de ir a clase en pijama. Vivo en un piso de 80 metros con su madre, Piluca, y sus dos hijos, universitarios, que hemos recogido durante el confinamiento. En este tiempo hemos tenido dos problemas muy gordos. Una avería nos dejó sin agua caliente cinco días y luego se estropeó el cuarto de baño... Esa semana la convivencia rozó el límite de la explosión.

8.10 horas. La sede del Parlamento en Bruselas va recobrando su aspecto habitual de crucero 'Queen Mary'. Durante bastantes semanas he estado solo. Mi jefe, un alemán bávaro, se sometió a una cirugía programada en el momento más crítico de la cuarentena. Tuve que hacerme cargo de 180 eurodiputados de 27 países y organizar las primeras reuniones por videoconferencia. Yo era el único en la sala. Tenía la sensación de estar en un barco fantasma.

Martes

6.30 horas. En Bruselas es imposible no despertarse antes de las 7.00. No hay persianas. Tomo un suplemento de vitamina D. Las articulaciones notan la falta de sol.

18.00 horas. Me reúno por videoconferencia con el grupo interno de europarlamentarios del PP. La UE va a convocar una conferencia sobre el futuro de Europa. No conducirá a una nueva constitución, pero es lo más cerca de eso que vamos a estar. Y tenemos que fijar una posición. Nos liamos a hablar sobre la democracia digital.... Y es que lo analógico ha muerto. La vieja vida no volverá. Hasta que empezó la cuarentena yo cogía seis aviones cada semana. Dudo de que eso se vaya a repetir.

20.00 horas. Uno de los mayores placeres es llegar a casa, abrir una cerveza belga bien grande, encender la Play y jugar al FIFA. Me he hecho entrenador del Numancia. El confinamiento me pedía un equipo con nombre de resistencia. El presidente del club se ha enterado y me ha enviado una camiseta.

Miércoles

6.50 horas. Desayuno un café con leche mientras ojeo la prensa a través de Orbyt y 'Kiosco y más'.

11.00 horas. Me reúno por videoconferencia con la presidente de la Comisión Europea. Me comenta algunos aspectos del proyecto del plan de recuperación de la UE que va a presentar hoy mismo. Ursula no es alemana. Es prusiana. El deber está por encima de cualquier afecto. No tiene casa en Bruselas. En la parte de atrás de su despacho se ha hecho un baño y ha puesto una cama. Pasas por allí a las diez de la noche y se ve una lucecita. Es Ursula en su cuarto.

11.30 horas. Llamo a Pablo Casado para informarle del contenido del encuentro.

20.30 horas. Salgo a correr por la Bois de la Cambre. Lo hago tres veces por semana. Es un momento mágico ponerse los cascos, no atender llamadas y aislarse del mundo. Cuando suena 'All about that bass', de Meghan Trainor, voy como un cohete. 8 kilómetros. Le mando el pantallazo a mi amigo Javi, de Valencia. Comentamos nuestras carreras.

21.30 horas. Preparo una ensalada bien ilustrada con Piluca y luego llamo a Esteban y María, los hijos de mi primer matrimonio. Están en Madrid. Me muero de ganas de verles. Pero sobre todo a mis padres. Les oigo envejecer al teléfono...

Jueves

9.30 horas. Voy en bicicleta a la oficina. Me reúno por videoconferencia con el presidente del Parlamento, el italiano David Sassoli, el secretario general, el rumano Dacina Ciolos, y la portavoz de los socialistas, Iratxe García, para ver qué se hace con el ala del Parlamento que abrimos a mujeres maltratadas que no tenían dónde confinarse. La mayor parte del tiempo no sé en qué idioma hablo. Por descontado que el inglés que se habla en Bruselas no se entendería en Inglaterra.

13.30 horas. Bajo con Carlos, mi asesor, a la sandwicheria. Es lo único abierto para comer en todo el Parlamento y aledaños. Hay wrap de salmón, wrap de pollo tandoori y agua con gas. Así van ya tres meses.

23.00 horas. Me voy a la cama. Es el momento más crítico para la estabilidad de mi matrimonio. Piluca quiere dormir. Yo leer. Tengo en marcha una de romanos y 'La tienda de los suicidas', de Jean Teulé. Ella siempre cede.

Viernes

10.30 horas. Hago una videoconferencia con el sector cerámico de mi tierra y con AirNostrum. Están preocupadísimos por la situación. Nunca he sido tan útil a mi país como en esta etapa de mi carrera.

16.30 horas. Me meto con mi columna del lunes para 'Las Provincias'. A ver de qué escribo...

19.30 horas. Nos preparamos para salir. Vamos de cenar a casa del embajador español ante la OTAN, Miguel Fernández Palacios. También va el portavoz del Parlamento, Jaume Duch. Me encanta el plan. Nos pasamos toda la noche hablando bien de España.

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