La España Vaciada se queda sin cajeros automáticos

Hasta el comienzo de la pandemia, Ibercaja enviaba a uno de sus empleados dos días a la semana para atender las necesidades de los vecinos en la sucursal. Después, con el retorno a la «normalidad», este servicio se ha reducido a un solo día a la semana de 9 a 13 horas. A esto se suma ahora la supresión del cajero automático, una «herramienta de servicios», según el alcalde, porque permitía sacar dinero y realizar transferencias tanto a los vecinos de Tamajón como a los turistas que llegan a este pueblo de la Sierra Norte de Guadalajara para disfrutar de su naturaleza y de su patrimonio histórico.

Eugenio Esteban preguntó a Ibercaja el coste de la reparación del cajero. Unos 15.000 euros, le respondieron. El alcalde incluso se comprometió a aportar esa cantidad pero la entidad le replicó que el cajero dejaría de prestar servicio pues su mantenimiento sería deficitario.

Este contratiempo obliga ahora a los vecinos de Tamajón a desplazarse hasta municipios vecinos como Cogolludo (a 20 kilómetros de distancia) o Humanes (a 25 kilómetros) si quieren sacar dinero. «Cada uno de los pequeños servicios que desaparece y que en otros lugares podrían pasar inadvertidos es una batalla perdida más contra la despoblación de zonas rurales con una gran riqueza natural y cultural que se ven abocadas a la pérdida de población, entre otras cosas, por la pérdida constante de servicios fundamentales», explica el alcalde de Tamajón, localidad que, según el último censo, tiene 137 vecinos empadronados cuando en sus mejores épocas, en los años 20 del siglo pasado, llegó a contar con 693 habitantes.

«Lo de la España Vaciada es una mentira. Es una caja de propaganda», se queja este alcalde que tiene claro cómo los pueblos deshabitados pueden recuperar población: «La gente joven necesita un trabajo digno, fijo y bien remunerado, y una vivienda para venir a vivir a los pequeños pueblos». También necesitan servicios, como un cajero automático que Tamajón ha perdido y que para su alcalde es «otra puñalada más a estos pueblos donde nos sentimos solos en una lucha en la que si no tenemos el apoyo de otras administraciones nos vemos abocados a seguir perdiendo derechos y a ser ciudadanos de segunda categoría».