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FERNANDO MIÑANA
Miércoles, 2 de mayo 2018, 19:53
El Qum FC es el equipo más raro del fútbol español. Todos sus jugadores, diecinueve, son surcoreanos. Tal cual. En la segunda regional toledana, donde juegan, había corrido el rumor antes de que empezase la nueva temporada, pero nadie terminaba de creérselo hasta que, en ... la primera jornada, los vieron llegar al campo del Borox, formar un corro y lanzar un grito indescifrable. Después se pusieron a jugar y ganaron por 0-3.
La historia nace de la ambición de un empresario, Kim Daheo, que forma parte de esa porción de la sociedad que está reclamando una apertura en su país porque quiere que los ciudadanos tengan las mismas oportunidades y privilegios que la gente de otros lugares del mundo. Daheo buscó un contacto en España, donde tenía relaciones por su empresa de importación y exportación, y acabó estrechando la mano de Rubén Caño, un hombre de fútbol que ha trabajado en diferentes naciones. «Yo soy de Illescas y, en vista de que las instituciones estaban dispuestas a apoyar este proyecto, trajimos aquí el equipo», explica Caño sobre este pequeño pueblo de casas bajas que está muy cerca de Toledo y también de Madrid.
En diciembre de 2016 realizaron unas pruebas en la ciudad de Gimpo, a 20 kilómetros de Seúl, a las que se presentaron 500 aspirantes. Veinte pasaron el corte y veinte llegaron a Illescas en verano, justo a tiempo para quedarse con los ojos como platos durante las fiestas patronales. Esos días descubrieron que aquí, en España, uno puede encontrarse un toro corriendo por la calle, una orquesta tocando de madrugada y los jóvenes disfrutando de la fiesta alegremente hasta el alba. Todo impensable en la severa Corea del Sur.
Igual de estupefacto, o casi, que se quedó Pedro Velasco el día que Rubén Caño llamó a este exjugador de las categorías inferiores del Real Madrid y de equipos como el Almería, el Murcia o el Leganés, para proponerle ponerse a entrenar un conjunto integrado por jóvenes surcoreanos. Al final se quedaron 19. El más joven tiene 18 años y el mayor, 25. Todos viven en armonía en un par de pisos amplios y comen el menú de deportista que les prepara una mujer de lunes a viernes. Luego, el fin de semana, cogen el transporte público y se van a Madrid, se dirigen a la tienda de productos asiáticos que tienen localizada y cogen provisiones para alimentar la nostalgia. «Les gusta mucho el ajo, los rábanos, el picante...», aclara Caño. Y el kimchi, claro, algo así como su plato nacional, hecho a base de unos vegetales especiados y muy picantes que añaden a todas las comidas.
El equipo va lanzado, junto al Quintanar de la Orden, para lograr el ascenso a Primera Regional. «Un primer peldaño. El objetivo del presidente es alcanzar la Segunda B, el tope para un club formado íntegramente por extranjeros, y llegar a jugar la Copa del Rey, para ver si logramos enfrentarnos a uno de los grandes. Eso sería todo un acontecimiento en Illescas... y en Corea».
Su fama se ha ido extendiendo por Toledo y por toda Castilla-La Mancha. Es el equipo de moda y todos los rivales tienen ganas de hincarles el diente. No es fácil y Soo Jong Park ya es el pichichi de la categoría, con 26 goles. «No estamos teniendo ningún problema. Los chavales son muy buena gente y al acabar los partidos hacen una reverencia asiática al público. Han salido aplaudidos de muchos campos. Y en el pueblo, donde casi todos se conocen, les han cogido cariño y les hacen fotos por la calle y les saludan. Se han integrado muy bien». Y hasta seis o siete de ellos ya se han echado una novia española.
Caño cree que el mayor contraste ha sido ver que en España no todo es tan jerárquico como en Corea del Sur. «Les gusta mucho nuestro carácter cercano, pero, sobre todo, les encanta que no nos organizamos como si fuéramos militares, sino que lideramos los grupos desde la cercanía, escuchando su opinión. Y eso, para ellos, es una representación de cómo pueden cambiar las cosas en su país. Aquí lideramos desde la empatía», argumenta Caño.
Hace unas semanas realizaron otras pruebas en su lejana Corea del Sur. Ya solo se presentaron 200 a esta especie de Operación Triunfo del fútbol, porque el año pasado realizaron una criba importante. Los que lleguen a Illescas se sumarán al corro que forman antes de los partidos y en el que ahora han cambiado el grito en coreano por un «¡Vamos!» mucho más castizo.
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