Una vida en el aula

Probablemente ese día, 'Don Pablo', que es como con respeto y cariño todavía le conocen varias generaciones de alumnos, no podía ni imaginarse que su carrera como profesor iba a batir todos los recórd españoles, hasta prolongarse durante algo más de 62 años consecutivos, hasta septiembre pasado.

Este salesiano, que cumplirá los 87 años el próximo mes de marzo, no pudo comenzar un nuevo curso contra sus deseos porque le diagnosticaron una dolencia en un ojo que amenazaba con obligarle a interrumpir las clases en cualquier momento, y con ello dejar colgados a sus alumnos. Prudente y considerado, como ha sido siempre, prefirió evitar cualquier perjuicio a los estudiantes y lo dejó.

«Yo habría continuado sin problemas, tenía fuerzas», lamenta todavía hoy cuando recuerda su decisión. De hecho, si se le pregunta cuál es el peor momento en sus seis décadas como profesor, no duda en decir que su despedida del aula. «Uno lo lleva metido en la sangre», se justifica quien, por contra, tiene como el mejor de sus recuerdos «el comienzo de cada curso, con nuevas caras y nuevos retos; una satisfacción enorme».

Ni una sola mala palabra sobre su profesión pese a sus primeros tres años «durísimos» en San Fernando, donde repartía las 24 horas del día entre la docencia y los cuidados a los huérfanos, que pusieron «a prueba» su vocación. Con el comienzo de la década de los sesenta, 'Don Pablo' tomó los hábitos y pasó las siguientes dos décadas entre los Salesianos de Atocha y un orfanato de la orden que puso en marcha en Ciudad Real, pero principalmente como jefe de estudios del instituto madrileño.

Pero la mayoría de los más de 5.000 alumnos a los que calcula, «tirando por lo bajo», que ha dado clase son del área de Salamanca. En la ciudad universitaria, donde aún vive y disfruta de «su belleza y rica actividad cultural», ha dedicado más de 30 años a tratar de que los alumnos del colegio María Auxiliadora aprendan qué es la Filosofía y qué han aportado a la humanidad sus principales pensadores. Una materia que «forma la mente», por lo que cree que es un error que ahora solo sea una materia optativa en primero de Bachillerato.

'Don Pablo' admite que vivió el tiempo, hace muchos años, de las tortas y los cachetes, pero dice que, «afortunadamente», ha desaparecido algo que él nunca creyó necesario. Defiende que para poner orden ni siquiera hay que levantar la voz. «Es suficiente la serenidad, la presencia y el prestigio». También piensa que entre los valores de los alumnos ahora pesa más el interés económico que antes y que «el nivel de exigencia educativa ha bajado» para evitar repeticiones.

Pero su mayor satisfacción en los últimos comienzos de curso eran los alumnos que, roto el hielo tras la primera o segunda clase, se le acercaban para decirle: «Don Pablo, saludos de mi padre (o de mi madre), porque le ha dado clase». Él, rápidamente, lo comprobaba en los boletines de notas, que tiene guardados en su totalidad.