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Un niño es agredido en un colegio de Madrid, mientras otro graba con el móvil EFE / Vídeo: EP

Motes y collejas, las agresiones más frecuentes en la escuela

Los niños agresores ejercen liderazgo en las aulas sometiendo a los más vulnerables por su «forma de ser» o su «aspecto físico» | El 35,5% de los menores acusan el 'bullying' en el colegio, según un informe de la Fundación ANAR y Mutua Madrileña

Miércoles, 16 de septiembre 2020, 13:51

El acoso escolar o bullying' es una realidad vivida por la tercera parte de los alumnos desde infantil hasta secundaria, según un estudio realizado por Fundación Mutua Madrileña y Fundación Anar (Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo). Los profesores están al tanto de lo ... que sucede y describen a los agresores como personas que ejercen una superioridad sobre los demás, pero con baja autoestima y «complejos» que le hace recurrir a la violencia. «La baja autoestima del agresor es más frecuente en Secundaria, mientras que en Primaria es más habitual la falta de empatía», asegura el documento 'La opinión de los estudiantes. II Informe de Prevención del Acoso Escolar en Centros Educativos', realizado en 307 centros de tres comunidades autónomas entre 2018 y 2019.

«El acoso escolar sucede en los momentos en que el adulto no está presente, y no es fácil verlo», explica Graciela Sánchez, psicóloga de la Fundación ANAR. «Sucede de forma sutil. Los que agreden saben que está mal y se cuidan de que el adulto lo vea. Incluso nos encontramos justo lo contrario y en los talleres los alumnos que mejor responden las preguntas son los que se meten con una alumna sentada a su lado, nos cuentan los tutores. En secundaria el acoso es más psicológico y en primaria, físico».

El perfil del agresor, visto por su tutor, no responde a un única cualidad o problemática. «Es líder, tiene complejos, inseguridad, autoestima baja y miedo al rechazo», coinciden en la encuesta. También puede definirse con una personalidad violenta y agresiva, que gusta llamar la atención con chulería y engreimiento, cree poder salirse con la suya y tiene problemas familiares o personales. También puede presentar, aunque en menor medida, intolerancia a los demás, falta de empatía e impulsividad y descontrol. En casa no tiene normas y suele tener dificultad o desinterés de aprendizaje y bajos resultados académicos.

«Víctima puede ser cualquiera, y de manera arbitraria. Hoy puede ser una chica o un chico líder que saca buenas notas. Y mañana se transforma en víctima", dice Sánchez. Un caso hipotético, y típico, el del «mal de amores». Una pareja rompe su relación. El chico encuentra otra chica. En vez de pedir explicaciones al chico, la ex se mete con la chica y convence a las demás para hacerle la vida imposible. «Puede ser que ella hasta ese momento no tuviera problemas pero empieza a vivir el acoso de la ex de su novio, y desemboca a consecuencias que no podía esperar. En la adolescencia no hay algo que sea estable y muchas veces te encuentras en situaciones de acoso producido por quien era un mejor amigo».

Egocéntrico y fuerte

El alumno «manipulador, egocéntrico, insensible y físicamente fuerte» impone motes, insulta, suelta collejas, empuja, escupe a su víctima. Humillándole, ridiculizándole, pegándole o difundiendo rumores logra aislarle del grupo. Puede llegar a robarle o romperle cosas, amenazarle, intimidarle o acosarle sexualmente. Y puede trasladar el 'bullying' al territorio digital de las redes sociales o los grupos electrónicos.

En casi la mitad de los casos el acoso afecta sólo a una persona, y en el 39% alcanza hasta a cinco alumnos. «La percepción del acoso escolar es mayor entre las mujeres y en Primaria. En cuanto a la evolución, ha bajado ligeramente en 2019 (34,1%) tras haber aumentado entre 2017 y 2018», dice el informe. Sucede más en primaria (casi 40%), aunque en general el 35,5% de los niños acusan acoso escolar en sus clases, según el estudio basado en más de 12.000 respuestas de alumnos y casi 400 de profesores.

La casi totalidad de los alumnos perciben estas conductas como «maltrato». Como «normal», «juego» o «broma» la excusa el 5%. No hay variaciones significativas en cuanto a sexos ni edades en esta opinión. La mayoría (60%, en 2019) cree que afecta sólo a la víctima, pero el resto dice que el mal se le hace a todos. «Las actuaciones más comunes son unirse y decirle al agresor que pare (79,2%) o decírselo a un profesor o adulto (77,8%)», relata el informe. «La unión de los compañeros y decírselo a los padres han crecido desde 2016 como opciones valoradas por el alumnado para frenar el acoso escolar». La implicación activa ante el acoso escolar es más frecuente entre las mujeres.

En la cuarta parte de los casos es un solo estudiante el que acosa «por creerse guay» pero el 'bullying' es cometido por un grupo de estudiantes en el 58% de las veces, o por la mayoría de la clase, en ocasiones toda, en el 13% de los casos. Otros motivos son la diversión y la venganza.

«Porque huele mal»

El niño acosado por distintos motivos (personalidad, físico, conducta, gustos, intereses, por «ser de otra cultura, raza o religión», «ser nuevo» o «tener mucho o poco dinero») sufre consecuencias personales más allá de lo físico. «Se meten con el acosado por la forma de vestir o porque huele mal, o con alguna chica por tener poco pecho», continúa Sánchez. «Si lleva chapas en la mochila, se les intenta quitar, o abre la ventana a pesar de que diga que tiene frío, o se sienta donde iba el acosado. Pero los propios agresores se sorprenden al hablar con ellos. No era para tanto, dicen. No sabíamos que estábamos haciendo tanto daño».

Las consecuencias más frecuentes del acoso son el miedo (92,4%) y bajar las notas (60,4%), por delante del dolor de cabeza o estómago (44,7%). Los porcentajes indican que puede tener varios síntomas a la vez. Apenas un 2% asegura que no tiene consecuencias. Pero mientras más son los agresores mayor es el malestar del acosado.

«Entre los agredidos hay dos perfiles: los que no quieren ser señalados o reconocidos, y llegan a sumarse a las burlas del acosador, como diciendo 'yo soy el primero que me estoy riendo, no me afecta', y los que tienen estrategias evitativas, como no querer ir a clases, ni estar con los amigos o hablar con los padres sobre cómo ha ido en el colegio. Incluso somatizan con dolores de estómago. Unos pueden tener síntomas activos, como la hiperactividad, y otros pasivos, como empezar a perder sus habilidades sociales y su autoestima».

Presión de grupo

Según los profesores, los aspectos más decisivos para que se produzca acoso escolar son la presión del grupo de amigos y la falta de respeto a las diferencias. «Entre los agresores hay características que se repiten, pero puede ser cualquiera por la presión del grupo», refiere Sánchez. «Si un día gasta una broma sin intención de ofender, pero tiene buena acogida, se empieza a crecer, y lo repite. Vuelve a tener el premio de la clase y el protagonismo, se mete en ese rol. No tiene intención de dañar, pero sí de ser protagonista. A veces el propio grupo le coloca en el rol de agresor». Es mismo poder del grupo puede evitar que el acoso suceda y prevenirlo. «Si no reímos de cosas que hacen daño a un tercero, el acoso no tendría lugar».

También se puede deber a la «falta de una gestión emocional adecuada para resolver conflictos, a la falta de habilidades personales para resolver conflictos, a valores sociales que se transmiten desde la cultura, a la costumbre a la violencia y a los modelos educativos familiares», indica el documento. Tres de cada cuatro docentes consideran que «el centro escolar interviene de forma adecuada en el acoso, especialmente si existe un protocolo de actuación y si hay información y sensibilización». Cuando no se hace es por falta de tiempo, carencia de medios o falta de apoyo.

«Al acosador tenemos que permitirle el paso a reflexionar sobre su actuación y cómo repararla, para que salga del rol de agresor. Y a la víctima igual, para que no tenga la etiqueta de víctima de por vida. A veces eso cuesta mucho», sentencia Sánchez.

Para casos de acoso escolar, la Fundación ANAR tiene un chat gratuito, atendido por psicólogos, confidencial y anónimo, que funciona 24 horas. También gestiona el teléfono del acoso escolar del Ministerio de Educación: 900 018 018.

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