Medio centenar de jóvenes, durante uno de los debates de la jornada. Óscar Chamorro

Aquí nadie espera a Greta

A la misma hora en que saltaba un bulo sobre la llegada de la activista, medio centenar de jóvenes hacían autocrítica y exigían más acción frente al cambio climático

Jueves, 5 de diciembre 2019, 19:15

Cerca del mediodía un bulo agitaba la ya nerviosa agenda de la Cumbre del Clima. Se decía que Greta Thunberg llegaría por sorpresa al pabellón azul para participar en una charla que no aparecía en la agenda oficial. Ajenos a la expectativa casi histérica desatada ... alrededor de una niña que clama contra la irresponsabilidad política y señala con madurez las investigaciones científicas, otros jóvenes se reunían en una sala anodina de la COP25, para debatir alrededor del cambio climático. Con tranquilidad pero sin autocomplacencia, y con cierta dosis de autocrítica, 54 personas de edades disímiles, pero de mayoría adolescente, aportaban la visión de la «juventud», en una «consulta» de las Naciones Unidas, titulada 'Elevar la ambición y empoderar a los jóvenes para implementar el Acuerdo de París'.

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«¿Queremos ser presidentes y ministros? No hace falta para hacer algo y pasar a la acción», afirmaba Nila Patty, de Indonesia. «Cuando mi mamá me ve dice que soy rara, porque ella a los 16 años no se preocupaba por la contaminación». En la entrada se repartía una camiseta que destacaba la palabra 'juventud', en inglés, y con un dibujo de corbatín a la altura del cuello. «Mirad en vuestros armarios antes de comprar ropa. ¡No la necesitáis! ¿Cuántos habéis comprado algo nuevo? Estáis equivocados si creéis que ese consumo no hace nada. Y si habéis cogido una de esas camisetas, por favor conservadla, porque ha consumido muchos recursos de agua para fabricarse». Patty ya ha pasado a la acción, y ha creado una plataforma para intercambiar ropa. Dice que son 200.000 las prendas que han cambiado de manos en todo el mundo. «Es para todos, para compartir».

Desde una niña que no ha entrado en la pubertad hasta uno que cultiva su larga barba adulta, el clamor era conjunto y, en su mayor parte, similar al que sostiene Thunberg en sus discursos. Los miembros de 'Youngo', o las juventudes de Naciones Unidas, que celebraban esta minicumbre en Madrid, pedían hacer caso a los científicos, salvar los océanos, evitar generar desechos, hacer un buen reciclaje, crear un sistema de certificados ecológicos. «¿Cómo se atreven a hablar de emergencia climática y al mismo tiempo impedir que los jóvenes nos expresemos y tomemos nuestras propias decisiones?», interrogaba Vihren Miten, de Bulgaria, en la reunión donde había un puñado de miembros (veteranos) de Naciones Unidas. «Debemos hacer una comunidad y unirnos para compartir el planeta».

Investigación, protección de áreas vulnerables, prioridad financiera para el medio ambiente eran temas mencionados por los delegados de Ghana, Chile, España, Australia, Burkina Faso, Austria, República Dominicana, China… «Debemos movernos en diferentes continentes con diversas iniciativas», decía Jayathma Wickramanayake, de Sri Lanka. «A niveles nacionales y locales para poder hacer el cambio, que los acuerdos de responsabilidad incluyan a los jóvenes en sus decisiones para el futuro del planeta».

Coincidieron en la necesidad de salir a la calle, generar protestas. Pero, advertían, en algunos países podían enfrentarse a la legalidad. «Está bien negociar aquí para influir en las decisiones», comentaba Chiagozie Udeh, de Nigeria, con su camiseta de corbatín dibujado puesta sobre el resto de su ropa. «Estamos haciendo lo correcto», concluía Serena Bashal, de Reino Unido. Aquí, en este salón esquinado de la COP25, sin apenas sitio para oyentes ni pantallas luminosas o traductores, nadie esperaba a Greta ayer.

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